A este tren de mercancías
lo llaman el Tren de la Muerte.
El equipo
de "Fronteras al límite"
ha viajado sobre este tren,
también conocido como La Bestia,
para contarles de primera mano
una de las experiencias
más peligrosas
que se pueden vivir ahora mismo
en Centroamérica.
Es el tren al que miles
de migrantes se suben
para cruzar México
e intentar llegar a Estados Unidos.
(Silbido)
El trayecto que vamos a realizar
va a durar siete horas
y se lo vamos a ir contando
a medida que vaya pasando el tren.
Pero antes de subir al tren,
los migrantes tienen que cruzar
la frontera de Guatemala y México,
dos países situados en el centro
del continente americano.
Es la antesala de los migrantes
que quieren llegar a EE.UU.
Se está desangrando Centroamérica
para llegar a unos Estados Unidos
que ni los quiere recibir.
Miles de personas de El Salvador,
Guatemala y Honduras
salen de sus países y cruzan México
para ir en busca
del sueño americano.
La zona
por la que estamos caminando
es más conocida
como la Antesala del Infierno,
por la cantidad de atracos,
violaciones y asesinatos
que se producen en este recorrido
que los migrantes hacen a diario.
A él lo agarraron,
le dijeron: "No te muevas, cabrón".
¿Pasaste miedo?
Sí, me tenía el machete aquí.
Para atravesar México,
estos migrantes de Centroamérica
se suben de forma clandestina
en este tren de mercancías.
Cada día, cientos de inmigrantes
viajan sobre sus vagones
para tratar de cruzar la frontera.
La gran mayoría de estos migrantes
lo que hacen en realidad
es huir de sus países
por culpa de la violencia
y de la extorsión
de las famosas maras,
las bandas criminales
que se han adueñado de gran parte
de las ciudades de Centroamérica.
Para ellos nada más la muerte
es la que existe,
porque solo la muerte,
la muerte y la muerte.
Pero llegar a Estados Unidos
no es fácil.
Los migrantes
que huyen de la violencia
se juegan la vida
al subirse al tren,
al tren al que todos conocen
como La Bestia.
A este enorme tren de mercancías
lo llaman también
el Tren de la Muerte,
por la cantidad de asaltos,
violaciones,
secuestros y asesinatos
que se producen en él.
¿Prefieres morir aquí
que morir en tu país?
Así es.
¿Así de duro?
Así.
Televisión Española
viaja hasta aquí
para mostrar
los riesgos y peligros mortales
a los que se enfrentan
los migrantes.
En cualquier momento
podrían subirse a los vagones
grupos de bandas organizadas
de delincuencia
e intentar atracar a los migrantes,
y se encontrarían, por supuesto,
con nosotros aquí, dentro del tren.
Hoy, en "Fronteras al límite"...
Este es el Tren de la Muerte,
un tren de mercancías
que cruza México
y llega hasta la frontera
de Estados Unidos.
Miles de inmigrantes clandestinos
arriesgan sus vidas y se suben a él
para intentar alcanzar
su sueño americano.
Antes de llegar
al Tren de la Muerte,
el sufrimiento del migrante
comienza aquí, en el río Suchiate.
Este río es la frontera natural
entre Guatemala y México.
Las balsas de neumáticos
que cruzan sus aguas
van cargadas
de migrantes clandestinos.
Como Olvin,
un joven de El Salvador
que ha tenido que huir de su hogar
amenazado por las maras.
Su vida en su propio país
corre tanto peligro
que solo le queda la huida.
¿Adónde vas?
¿En EE.UU?
Sí.
¿Qué crees que te espera?
¿Qué cosas?
¿Por ejemplo?
¿Y no te da miedo?
Esta será la tercera vez
que Olvin intente subirse
al Tren de la Muerte
y cruzar México
para llegar a Estados Unidos.
Ya ha sido capturado
en dos ocasiones
por la Policía de Migración
y ha sido devuelto a su país.
Ha sido deportado.
Ibas en el tren
que llaman La Bestia.
Sí, La Bestia.
¿Cómo es La Bestia?
¿Cuánto dinero os piden
por estar encima del tren?
¿Hasta 100 dólares?
Sí.
Y lo partió por la mitad.
¿Te vas a volver a subir
a La Bestia entonces,
a pesar de todo?
¿A pesar de poder dejar la vida
en La Bestia?
Olvin ya ha cruzado la frontera,
ahora se encuentra en México,
y su próximo destino
no será tan sosegado
como cruzar un río,
su próximo destino
es subirse al Tren de la Muerte,
el tren que cruza México
y llega hasta la frontera
con Estados Unidos.
Queremos seguir los pasos
de migrantes como Olvin
y subir con ellos al tren.
Un viaje muy peligroso
que muchos nunca terminan.
En el camino
hay bandas criminales de asaltantes
que roban, matan y violan
a los migrantes.
Los migrantes de El Salvador,
Honduras o Guatemala
que han huido de la violencia
de las mafias de sus países
llegan a lugares como este,
un albergue donde reponer fuerzas
antes de intentar subirse al tren
que les llevará a Estados Unidos.
En estos refugios
conocemos casos estremecedores
de jóvenes que han huido
de las bandas criminales,
como el de Óscar,
cuyo cuerpo aún no ha expulsado
cinco de las balas
con las que intentaron matarle.
¿Cuántos años tienes?
18.
¿Estás solo
haciendo el camino hasta EE.UU.?
¿Dónde dices que está tu familia?
En El Salvador.
38.
¿38 milímetros?
Sí.
¿Y desde cuándo la tienes ahí?
¿Tienes más balas?
Sí.
¿Y el agujero de abajo?
¿Tenías más opciones?
¿Qué te puede pasar
si te devuelven a El Salvador?
Me asesinan.
Por ahora no puedo regresar.
Lo que tienes
es lo que llevas puesto.
Sí, es lo único que tengo ya.
Cuando entré acá,
me robaron la billetera,
el poco dinero que traía,
mi mochila con mi ropa, todo.
Y vas a hacer el camino
en chancletas.
Si no me regalan un par de zapatos,
obviamente me tengo que ir así.
¿Cuántos días crees
que te quedan por andar?
No sé, tal vez un mes y todo.
Óscar escapó
de la violencia y de la muerte,
pero el camino que ha comenzado
también es peligroso y violento.
Puede que nunca
llegue a Estados Unidos,
porque aquí también existen bandas
y mafias organizadas
que saquean, roban y matan
a los migrantes.
Todos tienen una única meta,
ir en busca del tren de mercancías,
esperar en las vías
la llegada de La Bestia
y subir a ella.
Pero antes de escalar sus vagones,
los migrantes se enfrentan
a otros peligros.
La cantidad
de personas indocumentadas
que existe en esta frontera,
según nos asegura la Policía,
favorece la aparición
de mafias organizadas
dedicadas a robar y extorsionar
a los migrantes.
Las patrullas fronterizas
saben que se enfrentan
a un enemigo armado y peligroso.
Mientras patrullamos con ellos,
reciben un aviso:
ha habido una pelea en un bar
y se requieren
efectivos policiales.
A posterior, viene la verificación
de la documentación.
Si fueran migrantes ilegales,
¿los deportarían?
Así es, así es,
se procede a la deportación.
¿Qué soléis encontrar
en este tipo de redadas?
Armas de fuego ilegales,
armas blancas
y muchas veces droga,
que están consumiendo
en las propias mesas,
cuando consumen
sus bebidas alcohólicas.
¿A la vista de todos?
Sí.
¿Drogas?
Sí.
Estamos en una frontera
y el consumo de drogas aquí
es bastante grande.
¿Cuántos policías hay ahora aquí?
Actualmente, cuenta
con cuatro unidades policiales
y la otra unidad, que es
completamente de supervisión,
para que los muchachos hagan
lo que tienen que hacer
y no incurran en, bueno,
en la bendita tentación.
¿Sobornos?
¿Es fácil o difícil
sobornar a un agente?
Muy difícil, muy difícil.
Un ciudadano normal,
¿cuántas armas
puede tener legalmente aquí,
en la frontera
de Guatemala con México?
Un ciudadano guatemalteco
puede registrar tres armas
por licencia,
pero hay un número indefinido
de licencias.
Eso significa
que un ciudadano legalmente
pueda tener prácticamente
todas las armas que quiera.
Por lo regular,
hemos encontrado a personas
que tienen
hasta tres o cuatro licencias,
y en cada licencia
tienen el derecho
de tener registradas tres armas;
estamos hablando de 9 a 12 armas
por persona.
Fusil AK-47, calibre 7.62.
¿Estos llevan ustedes
de reglamento?
Así es,
una de las armas más potentes
a las cuales tenemos que andar
utilizando en el área costera.
Para matar a una persona,
¿con cuántas balas de estas?
Con una ya está, ¿no?
Conmigo, solo una basta.
Hay que apuntar bien.
Tengo pulso, sí tengo.
Este es el fusil.
Qué miedo da.
Un tren de miles de toneladas
que avanza
si apenas detenerse por México.
¡Aquí estamos!
-Tener una vida mejor,
eso es lo que todos buscamos.
El Tren de la Muerte.
¡Bájate abajo! ¡Bájate abajo!
Al que todos llaman La Bestia.
El 80 % de las mujeres
que hacen el camino son violadas.
-Me pegaron
un machetazo en la cara.
Pero no es fácil
subirse a La Bestia.
Ellos te tiran si tú no quieres
cooperar con ellos.
Sus ruedas metálicas
pueden aplastar a quien lo intente.
El día que perdí mi brazo,
yo sentí morirme.
Llevamos exactamente cuatro horas
montados en La Bestia.
Subimos a este tren
para contar la experiencia
de los miles de migrantes
que viajan clandestinamente en él.
¿Prefieres morir aquí
que morir en tu país?
Así es.
¿Así de duro?
Así.
¡Beatriz!
¿Mi mamá dónde anda?
¡Ah! Es que yo quería
hablar con ella, ¿me entiende?
Ricardo llama a su familia
desde una cabina.
Nada más empezar el viaje,
le robaron el teléfono móvil.
Dile que estoy bien
y que ahí le vamos haciendo
la lucha.
Ya ha cruzado la frontera
de Guatemala a México.
¿Temprano se fue ella?
Y ahora está decidido
a subirse a La Bestia.
No quiere que esté preocupada.
Esta puede ser la última vez
que habla con los suyos.
Ok. ¿Oíste? Y que no se preocupe.
Me llegaban a pedir
diez platos de comida diarios
más 15 dólares semanales.
¿Conoces a alguien
que no cediera a la extorsión?
No, imposible.
¿Qué pasa si dices que no?
Pues sí que lo pueden matar.
Ricardo se acuerda de su mujer
y de sus dos hijos.
Hace este peligroso camino
para darles una vida mejor,
lejos de la violencia de su país,
pero sabe que quizá
nunca los vuelva a ver.
Te pones triste.
Sí, me pongo triste.
Porque, pues sí, me duele,
¿me entiende?
Que uno no pueda trabajar
en el país de uno, ¿me entiende?
Normalmente, ¿no?
A eso es a lo que yo me refiero,
¿me entiende?
Y es difícil, le voy a decir.
Uno quiere echarle ganas en su país
y no puede
y tiene que buscar otras fronteras
para hacerlo.
El látigo de las maras
ha actuado como detonante
de este éxodo masivo
de centroamericanos
a Estados Unidos.
Una vez traspasada la frontera
entre México y Guatemala,
los migrantes caminan
durante días enteros.
Van al encuentro de La Bestia.
No conocen el terreno,
pero tampoco llevan
brújula ni mapas;
saben que siguiendo las vías,
tarde o temprano,
se encontrarán
con el Tren de la Muerte
y subirán en él
para recorrer sobre sus vagones
los 4.000 kilómetros
que les separan
de su destino soñado:
Estados Unidos.
Tratemos de irnos en grupo,
muchachos,
en bulto, no irnos retirados.
Acompañamos
a este grupo de migrantes
por la llamada
Antesala del Infierno.
Es el nombre que le han puesto
a esta parte del camino,
donde se da
el mayor número de asaltos,
violaciones y asesinatos.
Caminan siempre en grupo,
es la mejor manera de defenderse
en caso de ser atacados,
pero aquí nadie habla con nadie.
El único sonido
que acompaña a la marcha
es el ruido de sus propias pisadas.
A lo largo del recorrido,
es frecuente
que les asalten bandas criminales
y preocuparse por el de al lado
podría suponer la diferencia
entre la vida o la muerte.
Pues Antesala del Infierno,
porque ha habido macheteados,
o sea, la brutalidad
en la que se le ha tratado,
el número de lugares de asalto...
Nada más comenzar a andar,
nos encontramos
con la primera trampa:
unos tamales recién hechos
que alguien ha colocado
en las vías del tren.
Los ladrones saben
que los migrantes están hambrientos
y esperan escondidos
a que se detengan a comer
para asaltarles.
Por si acaso, ¿no?
Por si acaso, sí.
Ayer mismo,
en este tramo del camino,
estos migrantes estuvieron a punto
de ser asesinados.
Hoy pasan por el mismo sitio,
no tienen otra opción
si quieren llegar a Estados Unidos.
A nosotros, cuando nos atracaron,
nos salió el primer asaltante
con un machete en aire,
salimos corriendo.
En eso que mi amigo se resbaló
y a él lo agarraron,
le dijeron: "No te muevas, cabrón".
-Me pegaron un machetazo,
en la parte de atrás de la mochila,
me sentó ahí en la vía,
me dijo que me quitara toda la ropa
y empezó a registrar todo
y dijo que, si no le daba todo,
que me iba a matar, y luego
me quitó todo el dinero que traía.
¿Pasaste miedo?
Sí, me tenía el machete aquí.
Y entonces,
ya cuando me quitó todas las cosas,
me dijo: "Vístete y vete
y busca a tus compañeros".
Para también
poder asaltarlos a ellos,
pero lo que hice fue
correr para allá
y ya me perdí en la selva.
Os atracaron aquí y, sin embargo,
volvéis a hacer el mismo camino.
¿Nos os da miedo
que os vuelva a suceder lo mismo?
Sí, la verdad es que sí da miedo.
Da miedo esta área,
esta parte es bien peligrosa.
Algo parecido le sucedió a Miguel,
pero en su caso la agresión
supuso el final del camino.
Me estaban esperando ya
y me asaltaron, me quitaron...
Entonces yo desmayé del machetazo.
Cuando sentí, desperté
como a las 2:00 en el hospital,
sentí el dolor todavía de mi cara,
que me hacía así.
Y aquí en la casa me apoyaron,
me dieron pastillas y todo, comida,
pero ya se venció mi tiempo
y no puedo trabajar,
me sale sangre si camino en el sol,
si camino mucho,
me sale sangre por la nariz.
Todavía no puedo echar fuerza.
Esto de aquí se me cayó para abajo,
apenas se anda pegando,
se anda pegando todavía.
No sé qué voy a hacer,
porque dinero no tengo.
A pesar de que tardan semanas
en recorrer México,
aquí nadie lleva equipaje.
Llegados a este punto del camino,
a la mayoría les han robado ya
lo poco
con lo que salieron de casa.
¿Esto es todo lo que te queda?
Es todo lo que me queda,
solo una camisa y un pantalón.
¿Cosas que te han dado?
Sí, porque yo no traigo nada.
Las autoridades mexicanas
tratan de frenar
la feroz delincuencia
que rodea este camino,
pero robar a los migrantes
se ha convertido
en el modus vivendi
de gran parte de los habitantes
de la zona.
La fiscalía de ayuda al migrante
sigue muy de cerca estos ataques.
Gonzalo, como fiscal jefe
de Atención al Migrante,
¿cuáles son las denuncias
que os llegan de esta zona?
Lo regular son robos y asaltos.
No son delincuentes profesionales
o bandas que estuviesen operando,
sino son delincuentes ocasionales.
Que viven por la zona
y se aprovechan de los migrantes
que hacen el camino.
Así es.
Las bandas de asaltantes
no es lo único
a lo que temen los migrantes.
Caminan con el temor
de ser interceptados
por la Policía de Migración
y ser deportados a sus países.
Esto supondría para ellos
tener que empezar de cero
este peligroso viaje.
La migración no ha parado,
sigue, sigue.
Lo único que ha logrado
es "invisibilizarla"
y hacerla más brutal,
porque se ha desatado una cacería.
Se ha enfocado mucho en tratar
de militarizar la frontera
y tratar de detener la migración
a toda costa.
Sin embargo, todavía hay gente
que consigue subirse al tren.
Sí, muchos de ellos
intentan todavía subir al tren
y desafiar el retén militar.
Seguimos caminando.
(Silbido)
Alguien alerta de la presencia
de la Policía en la zona.
Sin pensárselo dos veces,
los migrantes echan a correr
campo a través.
Finalmente ha sido una falsa alarma
y no se encontraba ningún agente
de la Fiscalía de Migración
en nuestro camino,
pero muchos de los migrantes,
ante la posibilidad de topárselos,
han salido corriendo
por caminos menos frecuentados.
Cada vez nos estamos acercando más
a La Bestia.
Me da miedo porque gente
se ha caído y se ha muerto.
Al tren de mercancías
al que suben estos migrantes
para intentar cumplir
su sueño americano.
Queremos hacer
este peligroso viaje junto a ellos,
un viaje
que puede costarnos la vida.
Sí, yo tengo un primo
que lo cortaron en 13 pedazos.
A lo largo de esta ruta
llena de peligros,
los albergues se han convertido
en el único lugar seguro
para los migrantes.
En uno de ellos
nos encontramos con Fernando,
un español
que trabaja como voluntario.
Tú eres de Badajoz.
De Badajoz.
¿Una persona de Badajoz
cómo vive lo que pasa aquí?
Se está desangrando Centroamérica
para llegar a unos EE.UU.
que incluso ni los quiere recibir.
Y eso es muy duro, muy duro.
Hay gente muy preparada aquí,
que podría estar
en cualquier otro país del mundo,
haciendo muchas cosas,
y en sus países no pueden.
Esto significa
dar sexo a cambio de protección.
Sí.
Lo único que puedo ofrecer
es lo que traigo, es mi cuerpo.
Y lo único que necesito de ti
es que me protejas
de otros peligros mayores.
La mayoría de las personas
que caminan bajo el sol
son hombres.
Las mujeres
son la parte más vulnerable
en este macabro viaje.
Por eso no es frecuente encontrarse
con chicas como Mariam.
También va a intentar
subirse a La Bestia.
¿Cuántos años tienes?
18.
¿Cuánto tiempo llevas de camino?
Dos meses casi.
¿Dos meses casi, con la niña?
Sí, casi dos meses, con la nena.
¿Qué tiempo tiene?
Cuatro meses.
¿Es tu hija?
Sí, es mi hija.
¿Quieres que te lleve la mochila
un rato?
Sí, gracias.
Pesa, ¿eh?
Sí, pesa.
Yo salí de mi casa
porque quiero encontrar a mi mamá.
Y quiero llegar adonde está ella
para que deje de sufrir mi hija
conmigo también,
porque en mi país, que es Honduras,
hay muchas maras,
hay mucha violencia.
¿Te pasó algo a ti con las maras?
No, no me ha pasado nada,
pero también querían
que yo trabajara para ellos.
¿Les dijiste que no?
Sí, yo les dije que no,
pero me dijeron
que me iban a matar,
junto con mi hija y mi hermano.
¿Y conoces a alguien
que haya dicho que no
y lo hayan matado?
Sí, yo tengo un primo
que dijo que no.
Lo cortaron en 13 pedazos.
Por eso es que yo agarré
y me vine para acá, para México,
con la esperanza
de volver a ver a mi mamá,
porque hace cuatro años
que no la miro.
Me ha dicho que está en México,
pero perdí la comunicación
con ella,
porque tenía su número de teléfono,
pero cruzando el río Suchiate
me quitaron mi mochila
y me robaron el número de teléfono
que traía de mi mamá.
Todas mis cositas que traía
me las robaron,
me dejaron sin ropa, sin nada.
¿Cómo haces para alimentarla?
Ando pidiendo monedas
y, gracias a Dios, la gente buena
me apoya con una moneda,
me apoya con un taquito.
¿Y no te da muchísimo miedo
subirte en La Bestia?
Sí, me da miedo, me da miedo,
porque mucha gente se ha caído
y se ha muerto por eso.
Ellos no perdonan a nadie,
ellos no perdonan a niños ni nada.
Ellos tienen un corazón duro,
más bien tienen corazón de piedra.
Es una tragedia para mí,
porque todos los días
yo casi ni como,
por estar pensando que tal vez,
más adelante en el camino,
me voy a encontrar
a una persona que yo conozca
y que me vayan a matar
porque no quise servirles a ellos.
Para ellos solo la muerte existe,
porque es solo la muerte
y la muerte y la muerte.
Por eso, aparte de que me maten,
no quiero terminar en una vía
ni en mi país muerta.
Por eso he decidido
buscar a mi mamá,
ponerme a trabajar,
sacar adelante a mi hija
y a mi mamá.
Y lo vas a conseguir, ¿a que sí?
Primero Dios que sí.
Yo hablo positivo
y así tiene que ser.
¿Llevas cosas de la niña aquí?
Sí, cositas de la niña.
Las has podido ir consiguiendo
después de que te robaran la otra.
Así es.
Yo pido unas chanclas,
que así se llaman, las regalan,
porque me he quedado descalza.
Así vamos, primero Dios,
vamos a llegar.
Que tengas mucha suerte.
Gracias.
Son las 5:00 de la madrugada.
Una tenue luz a lo lejos nos avisa
de que ha llegado el momento.
Todavía no lo hemos visto,
pero el sonido
que hacen sus ruedas de acero
contra las vías sobrecoge.
Vamos a subir
en el Tren de la Muerte.
Es un tren de un tamaño descomunal,
en cuyos vagones transporta
toneladas de mercancías.
De pronto, a nuestro lado
aparece un grupo de migrantes.
Han pasado la noche
durmiendo a la intemperie
para poder subirse al tren.
Es difícil saber la hora exacta
a la que pasa.
Nadie conoce sus horarios.
Es una manera de evitar
lo que va a pasar en este momento:
que los migrantes suban al tren.
Cuando el tren se detiene,
el grupo empieza a correr
hacia los vagones.
La rapidez en este momento
es vital.
Si la Policía los ve,
no los dejará subir
y, además, los deportará a su país.
Corremos junto a ellos
hasta alcanzar
la escalerilla del tren.
Subirse no es fácil.
Mucha gente ha perdido la vida
trepando por los vagones
antes de que La Bestia
se detenga del todo.
Cuando esta enorme
estructura de hierro frena,
sus vagones
retroceden con tal fuerza
que pueden lanzarte por los aires.
(Silbido)
La señal es un silbido.
Es la manera de avisar
a los demás migrantes
que permanecen escondidos
de que no hay Policía a la vista.
Pueden subir.
Llevan días,
algunos, incluso semanas,
esperando para montarse
en La Bestia.
Por eso no dudan
en subirse en marcha.
Es ahora o nunca.
Estamos.
En el vagón en que montamos
nunca suben mujeres.
Es el tipo de vagón
donde los delincuentes
que asaltan los trenes
suelen violar a las migrantes.
Desde fuera, nadie puede ver
lo que pasa en el interior.
Los delincuentes
que asaltan el tren
saben que en La Bestia
van a encontrar presas fáciles.
Aquí pueden robar
y matar a los migrantes
sin que nadie pueda detenerlos.
Alejandro lo sabe bien.
Tiene 19 años
y es la segunda vez
que intenta llegar a EE.UU.
a lomos de La Bestia.
Hay que ir bien agarrado
en el tren.
¿Te has montado más veces
en este tren?
¿Y cómo fue el viaje?
Mientras hablamos con Alejandro
sufrimos un ataque de avispas.
Los enjambres
cuelgan de los árboles
que hay junto a las vías
y caen dentro de los vagones
con bastante asiduidad.
Son las 6:30 de la mañana,
llevamos aproximadamente media hora
montados en La Bestia,
el que llaman el Tren de la Muerte.
Acabamos de sufrir
un ataque de avispas.
Y las avispas es lo menos malo
que nos puede pasar,
porque en cualquier momento
podrían subirse aquí,
a los vagones,
grupos de bandas organizadas
de delincuencia,
a intentar atracar a los migrantes,
y se encontrarían, por supuesto,
con nosotros también aquí,
dentro del tren.
¿Te han atracado alguna vez
en el tren?
¿No te da miedo?
¿Mucho?
¿Tan mal estás en tu país
que te da igual morir en este tren?
El viaje en La Bestia
se está convirtiendo
en una pesadilla.
El constante traqueteo
de la máquina,
los enjambres de avispas,
el miedo a caer bajo las ruedas.
Poco a poco,
el cansancio va haciendo mella
en todos nosotros.
Pero no hay que bajar la guardia.
Hay que estar alerta.
Si alguno de nosotros
se queda dormido
puede caer del tren y ser aplastado
por sus ruedas metálicas.
Saben que si se duermen
podrían morir
o, en el mejor de los casos,
terminar
con algún miembro amputado.
Sin embargo,
parecen más preocupados
por huir de la Policía
de Migración Mexicana.
Los migrantes saben
que en este punto del trayecto
es habitual la presencia policial.
Si apareciera una patrulla,
saltarían del tren en marcha
sin pensárselo dos veces.
Uno de sus mayores miedos
es ser devueltos a su país.
Saltar en marcha de un tren,
por muy despacio que vaya el tren,
es muy peligroso. ¿Por qué?
Porque la fuerza que lleva el tren
de por sí
mete para dentro a las personas
que pudieran caer cerca.
Muchos han acabado muertos
debajo de estos vagones.
Te puedes hacer mucho daño
si te tiras en marcha.
¿Te da igual?
Todo con tal de que no te lleve
la Policía de Migración
y te devuelva a tu país.
La Policía de Migración,
las mafias que controlan el camino,
la sed, el cansancio, el hambre...
Viajar en el Tren de la Muerte
es como jugar a la ruleta rusa.
En cualquier momento
puede desatarse la tragedia.
A lo largo del recorrido
de La Bestia
es habitual encontrar albergues
para personas mutiladas
por el tren.
Aquí termina el sueño
de muchos migrantes.
Marlon y Wilfredo
llevan casi un año
viviendo en esta casa de acogida.
Ambos perdieron el brazo
en el Tren de la Muerte.
Intentaban llegar a EE.UU
para mejorar su economía familiar
y ahora no se atreven
a volver a su casa
con las manos vacías.
¿Cuántos dólares son once pesos?
¿Qué es tumbar?
Lo sé.
¿Y te lanzaron desde el tren
al suelo?
A caer abajo.
Del tren en marcha.
Correcto.
Por acá tengo una cicatriz,
son ocho puntadas.
Al caer al vacío
pierdo los cinco sentidos.
El conocimiento.
Sí, los cinco sentidos.
Cuando reacciono y veo
la situación en la que estoy...
No tiene valor
de volver con su familia.
¿Ellos saben lo que le ha pasado?
¿Le da vergüenza
que le vean sin brazo?
Correcto.
¿Su propia familia?
Sí.
¿Porque piensa que van a pensar
que vale usted menos?
Correcto.
¿De verdad?
Sí.
Es un trauma psicológico.
A pesar de haber perdido un brazo,
Marlon se siente afortunado.
Contento, pues,
agradecido con Dios,
porque él me dio
la oportunidad de seguir viviendo,
porque lo que a mí me pasó
era para morirme.
Ha conseguido lo más difícil:
mantenerse con vida.
Sabe que muchos de los que viajaban
con él en La Bestia
terminaron su sueño
muertos al lado de la vía.
El día que perdí mi brazo
yo sentí morirme.
El vagón me pegó acá
y me tiró hacia abajo.
Y yo perdí el conocimiento,
caí hacia abajo,
y después, que me levantó
la Policía Municipal,
ahí le dije al policía
que sentía morirme
y le dije
que al llegar al hospital
le dijera al médico
que me pusiera una inyección,
porque me quería morir,
porque no soportaba el dolor.
Y a la mente
se me vienen muchas cosas:
¿qué va a decir mi familia?,
¿qué va a decir mi esposa?,
¿qué va a decir mi hija?
Qué van a decir todos, pues.
Como sintiéndome
que ya después de mi brazo
yo no valía nada.
Y otra cosa también
es que hay un brazo fantasma
que le queda a uno en su brazo.
¿Qué es eso?
El brazo fantasma es que uno siente
que tiene su brazo y no lo tiene,
siente que se mueven los dedos,
como este brazo,
pero de verdad no hay brazo,
por eso se le llama brazo fantasma.
Continuamos nuestro viaje
en La Bestia
y observamos que, a pesar
de que muchos de estos jóvenes
llevan días caminando juntos,
aquí nadie sabe el nombre de nadie
y mucho menos
su dirección o teléfono.
Esa información, en manos
de los asaltantes de trenes,
es un peligro mortal para ellos.
Serían inmediatamente secuestrados
y sus familias, extorsionadas,
como nos cuenta Marvin,
un joven de El Salvador
que lleva un mes
sin hablar con su casa.
Estos trenes
los detienen los asaltantes,
se suben al tren y aprovechan
y te quitan todo lo que traes,
o, si no, te avientan.
¿Avientarte es tirarte
en marcha del tren?
Exacto.
Ellos te tiran
si no quieres cooperar con ellos.
¿Secuestran gente también?
Secuestran mucha gente.
Y luego te sacan
el número de tu familia.
Eso te iba a decir,
aquí nadie lleva encima
el número de teléfono
de su familia.
Lo más conveniente sería
que si llevas números en papeles
los trates de grabar bien
en tu mente
y deshacerte de ellos,
porque de una u otra forma
los asaltantes rompen tus zapatos,
tu ropa, tu mochila, todo,
para sacarte lo que ellos quieran.
El tren va despacio,
pero la ansiedad avanza deprisa.
Los migrantes miran al horizonte
en silencio.
Se respira la tensión.
En cualquier momento
podría subirse al vagón
una banda criminal
y es imposible pedir ayuda
desde aquí.
Nadie nos oiría.
Ese es el principal miedo
de los migrantes
que viajan con nosotros,
jóvenes como Noel,
que salió de Honduras
hace tres semanas.
Es la primera vez
que sube en La Bestia.
¿Cuál es el sueño que tienes?
La verdad,
llegar a EE.UU y trabajar,
echarle ganas
para tener una vida mejor.
Eso es lo que todos buscamos.
De todas las cosas
que nos pueden pasar en este tren,
¿cuál es la que más miedo te da?
La verdad, los ladrones.
Son violentos. Y, la verdad,
si ellos quieren asaltarlo a uno
y uno no lleva nada, lo golpean.
Te pegan por no darles dinero.
Así es.
Aunque no lo tengas.
Aunque no lo tengas.
¿Tú llevas dinero?
No, la verdad, no.
¿Nada?
No.
¿De qué manera
vas sobreviviendo el camino?
Pidiendo. Y, la verdad,
con la ayuda de Dios estoy aquí.
¿Por qué te vas de tu país?
Allá la cosa está muy fea.
¿Te han amenazado en tu país?
Así es.
Las maras, entiendo.
Las maras.
¿Y cuál era la amenaza?
La amenaza era
que teníamos que pagar una cuota,
lo que ellos cobran, renta, no sé.
¿Cuánto cobran?
Si no pagas esa renta, ¿qué pasa?
Lo matan o le quitan todo.
Te vas de tu país
huyendo de las maras,
pero también las maras
suben al tren.
Así es.
¿Prefieres morir aquí
que morir en tu país?
Así es.
¿Así de duro?
Así.
Es muy duro eso.
Es muy duro.
Noel tampoco lleva encima
ningún dato
que pueda identificarlo,
como la mayoría.
El objetivo es que las mafias
no consigan ningún dato
sobre ellos.
El problema
es que si mueren en el tren
tampoco podrán ser identificados
por las autoridades.
Según el Servicio
Médico Forense mexicano,
existen en México 8.900 cadáveres
de personas sin identificar.
Muchos están enterrados aquí,
en esta escombrera
situada al lado de la tapia
de un cementerio.
Sus cuerpos sin identificar
se amontonan
bajo la tierra que pisamos
sin que conste
en ningún documento oficial
quiénes son.
Lo único que queda de ellos
es un grafiti en la pared
con la fecha de su muerte.
Aquí se entierra
a las personas no identificadas,
ya sean del tren o migrantes
que han tenido algún accidente
en otro lugar.
¿Esas inscripciones que vemos ahí
qué significan?
Son legajos de investigación,
donde se coloca el número
de legajo,
la fecha de posible muerte
o el momento en que se enterró.
Aquí están enterrados
los inmigrantes
que mueren en el camino.
El cementerio está al otro lado.
Sí.
Los dejan fuera del cementerio.
Exactamente.
En un sitio parecido a un basurero.
Exactamente.
¿Quién hace esto?
¿Quién entierra aquí a esta gente?
Esto está controlado
por el Gobierno,
por la municipalidad,
que debería tener atención
para que los cuerpos estuvieran
por lo menos dentro del cementerio.
Vemos que la dignidad humana,
si no se respeta en vida,
mucho menos en muerte.
Hay muchas madres,
muchos padres, muchos hijos...
Preguntándose dónde están.
Nunca van a saber
que están aquí enterrados.
Porque, por desgracia,
no hay ni un registro,
no se hacen pruebas de ADN,
muy pocas veces
se hacen fotografías...
No hay un registro de las personas
que están en las fosas sépticas.
O sea, ellos van
al lado de las vías del tren,
cogen los cuerpos, los entierran,
ponen la fecha en la pared
con un grafiti...
Y ya está.
Y se acabó.
Y aquí termina la historia.
Así es.
Es muy triste, es muy indignante.
Esta es, para muchos,
la última parada
del Tren de la Muerte,
un macabro viaje
en el que personas
como Alejandro, Noel o Marvin
se juegan la vida a diario,
sabiendo que solo existen
dos finales posibles:
cumplir su sueño
o morir en el intento.
(CANTAN)
Nos hemos tenido que bajar,
nos hemos bajado del tren
en marcha,
porque nosotros, sinceramente,
no aguantamos más.
Los migrantes seguirán su camino,
les quedan muchas semanas
todavía hasta llegar a su destino,
seguirán corriendo peligros
por los asaltantes, por las maras,
peligro de extorsión,
peligro de secuestro,
pero allá van, rumbo a su sueño.
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