Buenas noches.
Me dirijo a vosotros
en esta Nochebuena,
cuando estamos viviendo
unas circunstancias
verdaderamente excepcionales
debido a la pandemia.
Muchas familias no os habéis podido
reunir esta noche,
como teníais pensado,
por las medidas sanitarias.
Y en miles de hogares hay un vacío
imposible de llenar
por el fallecimiento de vuestros
seres queridos,
a los que quiero ahora recordar
con emoción y con todo respeto.
Un recuerdo que llena
de sentimientos muy profundos
nuestros corazones.
Y también en estos momentos,
muchos ciudadanos lucháis
contra la enfermedad o sus secuelas
en vuestras casas,
en hospitales o en residencias.
A todos os envío especialmente hoy
mi mayor ánimo y afecto.
2020 ha sido un año muy duro
y difícil.
El virus ha irrumpido
en nuestras vidas,
trayendo sufrimiento,
tristeza o temor.
Ha alterado nuestra manera
de vivir y trabajar
y ha afectado gravemente
a nuestra economía,
incluso paralizando
o destruyendo muchas empresas.
Muchos ciudadanos y familias
vivís la angustia
del desempleo o la precariedad.
La angustia de apenas llegar
a cubrir las necesidades básicas
o sentís la tristeza de tener
que abandonar un negocio
al que habéis dedicado vuestra vida.
Por todo ello,
es lógico y comprensible
que el desánimo o la desconfianza
estén muy presentes
en tantos hogares.
Y sin embargo,
la respuesta a una crisis tan seria
como la que estamos viviendo
no puede venir
de la mano de más desanimo
o de más desconfianza.
La situación es grave, pero aun así,
tenemos que afrontar el futuro
con determinación y seguridad
en nosotros mismos,
en lo que somos capaces de hacer
unidos con ánimo y esperanza,
con confianza en nuestro país
y en nuestro modelo
de convivencia democrática.
Tenemos motivos para ello,
porque a lo largo
de las últimas décadas,
ante dificultades también graves,
siempre hemos sido capaces
de superarlas.
Y esta situación
que estamos viviendo
no va a ser distinta de las demás,
porque ni el virus ni la crisis
económica nos van a doblegar.
Sobre la situación sanitaria,
es claro que la superación
de esta enfermedad
llegará gracias a la ciencia,
y a la investigación,
los nuevos tratamientos
contra el virus
y el desarrollo de las vacunas
que están en marcha,
nos ofrecen, ya, una gran esperanza.
Pero, mientras tanto,
tenemos mucho que hacer.
La responsabilidad individual
sigue siendo imprescindible.
Y es un instrumento efectivo
de lucha contra el virus.
Por ella es tan importante
mantenernos prevenidos
y no bajar la guardia.
A los sanitarios
les damos una vez más las gracias
por su enorme esfuerzo,
su extraordinaria profesionalidad
y su gran humanidad
con los enfermos.
Hicieron frente a los primeros
embates del virus
en situaciones extremas
y también de desbordamiento
en algunos de nuestros hospitales.
Hoy siguen afrontando esta lucha
con una gran carga emocional
y física sobre sus espaldas.
Les pedimos que mantengan
todo el ánimo y toda la fortaleza,
y que sigan cuidando
de nuestra salud.
El otro gran problema y reto
es la crisis económica
y evitar, sobre todo,
que derive en una crisis social.
Cada persona importa y mucho.
Por tanto, las personas
y las familias deben ser
nuestra preocupación fundamental.
Especialmente nuestros jóvenes,
su nivel de desempleo es altísimo
y no pueden ser los perdedores
de esta situación.
Nuestra juventud merece tener
la formación más adecuada,
crecer personal y profesionalmente
y poder llevar a cabo sus proyectos.
España no puede permitirse
una generación perdida.
Proteger a los más vulnerables
y luchar contra las desigualdades
que la pandemia ha creado
o ha agravado,
es una cuestión de dignidad
entre quienes formamos
una misma comunidad política.
Pero también será fundamental
recuperar nuestra economía.
Y para ello es decisivo fortalecer
el tejido empresarial y productivo,
industrial y de servicios.
El reconocimiento y el apoyo
a nuestras empresas,
la protección a nuestros autónomos
y comerciantes,
tan golpeados estos meses,
será imprescindible
para crear empleo.
Ese empleo que tanto necesita
nuestro país.
Necesitamos, por tanto ,
consolidar las bases
que nos den un horizonte claro,
de impulso, estabilidad
y confianza económica,
que anime a la inversión
y la creación de puestos de trabajo.
Los retos sanitarios, económicos
y sociales a los que nos enfrentamos
son, por tanto, grandes, enormes,
pero no insalvables.
Superarlos constituye
un gran objetivo nacional
que a todos nos debe de unir,
que como ciudadanos nos compromete,
nos obliga a todos
con nosotros mismos,
con los demás y con nuestro país.
Ello requiere
un gran esfuerzo colectivo.
Un gran esfuerzo en el que cada uno
siga dando lo mejor de sí mismo
en función de sus responsabilidades
y en la medida de sus capacidades.
Y para ese gran esfuerzo nacional,
contamos en primer lugar,
con lo más importante
con las personas,
con el ejemplo
de miles de ciudadanos
que han puesto su trabajo
al servicio de los demás,
que han vivido estos últimos meses
con abnegación, compromiso
y una gran generosidad.
Personas que estimulan
nuestro ánimo de superación
y de las que debemos sentirnos
justamente orgullosos.
Todo eso lo hemos comprobado
personalmente la reina y yo
durante este tiempo,
en el campo y en la mar,
en los pueblos,
en las ciudades, en los mercados,
en las fábricas,
hemos visto el coraje y el nervio
de este país.
Hemos sentido el pulso
de nuestra sociedad,
que, pese a todo,
ha mantenido a España en pie.
Los dos tenemos en nuestra memoria
la imagen viva
de esos miles de ciudadanos
que representan una sociedad
que se ha sentido más unida
que nunca en su lucha y resistencia
frente a una situación tan adversa.
Una sociedad que cuente con
organizaciones solidarias y eficaces
para que nadie se sienta solo
o desamparado.
Una sociedad que ha sobrellevado
estos meses tan duros con entereza,
responsabilidad y serenidad.
Contamos por tanto,
con una sociedad fuerte
y también con un estado sólido.
Durante todo este tiempo, tanto
los servicios públicos y básicos
como las empresas en sectores
esenciales han funcionado bien,
procurando poner todos los medios
a su alcance.
La pandemia nos ha revelado aspectos
que necesitan ser mejorados
y reforzados,
pero también nos muestra
nuestras fortalezas
como Estado avanzado.
Lo hemos comprobado, por ejemplo,
con la eficacia y entrega
de nuestras fuerzas armadas,
en nuestros cuerpos de seguridad,
protección civil
y servicios de emergencias
y otros muchos servidores públicos
que han demostrado
su vocación de servicio,
su plena sintonía
con nuestra sociedad.
Y Europa es también muy importante
para afrontar esta crisis.
Contamos con la Unión Europea,
que ha asumido un compromiso firme
con la sostenibilidad y recuperación
económica frente a esta pandemia.
La unión nos ofrece una oportunidad
histórica para progresar y avanzar.
Abre una nueva época para que España
se una en un proyecto com/c>un
para modernizar nuestra economía,
adaptar nuestras estructuras
productivas
a la nueva revolución industrial,
tecnológica y medioambiental
que vivimos
y a sentar con ambición y cohesión
nuestro papel colectivo
como miembros de la Unión Europea,
ante el mundo.
Y contamos sobre todo con nuestro
sistema de convivencia democrática,
en un tiempo en el que la pandemia
y sus consecuencias económicas
y sociales
provocan tanta incertidumbre,
nuestra Constitución nos garantiza
nuestro modo de entender la vida,
nuestra visión de la sociedad
y del ser humano,
de su dignidad,
de sus derechos y libertades.
Una Constitución que todos tenemos,
el deber de respetar
y que en nuestros días,
es el fundamento de nuestra
convivencia social y política
y que representa en nuestra historia
un éxito,
de y para la democracia
y la libertad.
No olvidemos que los avances
y el progreso conseguidos
en democracia
son el resultado del reencuentro
y el pacto entre los españoles,
después de un largo periodo
de enfrentamientos y divisiones.
Son el resultado de querer mirar
juntos hacia el futuro,
unidos en los valores democráticos,
unidos en un espíritu
siempre integrador,
en el respeto a la pluralidad
y las diferencias
y en la capacidad de dialogar
y alcanzar acuerdos.
Son principios que no pierden nunc
vigencia por el paso de los años,
Y junto a nuestros principios
democráticos
y el deber de cumplir las leyes,
necesitamos también preservar
los valores éticos
que están en las raíces
de nuestra sociedad.
Ya en 2014, en mi proclamación
ante las Cortes generales,
me refería a los principios morales
y éticos
que los ciudadanos reclaman
de nuestras conductas.
Unos principios que nos obligan
a todos sin excepciones,
y que están por encima
de cualquier consideración,
de la naturaleza que sea, incluso
de las personales o familiares.
Así lo he entendido siempre,
en coherencia con mis convicciones,
con la forma de entender
mis responsabilidades
como jefe del Estado
y con el espíritu renovador
que inspira a mi reinado,
desde el primer día.
Siempre he pensado que España es
un país extraordinario,
de una enorme riqueza y diversidad
cultural,
construido a lo largo de los siglos,
gracias al esfuerzo
de muchas generaciones de españoles
y con una gran historia que ha sido,
durante una época,
la historia misma de nuestro mundo.
No somos un pueblo que se rinda
o que se resigne
en los malos tiempos.
No va a ser nada fácil superar
esta situación
y en cada casa lo sabéis bien.
Pero yo estoy seguro
de que vamos a salir adelante,
con esfuerzo, unión y solidaridad
España saldrá adelante
con todos y para todos.
Y como rey,
yo estaré con todos y para todos,
no solo porque es mi deber
y mi convicción,
sino también porque es mi compromiso
con todos vosotros.
Con España.
No será difícil
que el año 2021 mejore a este 2020.
Vamos a recuperar en lo posible
la normalidad
en los lugares de trabajo,
en las aulas,
en las plazas y en los barrios,
en los comercios, en los mercados,
en los bares, en los cines,
en los teatros,
en la vida cotidiana,
que da forma al carácter
de una sociedad como la nuestra.
Es lo que todos queremos.
Y en la seguridad de que así será,
la reina, la princesa de Asturias,
la infanta Sofía y yo
os agradecemos muy sinceramente
todas las muestras de afecto
y apoyo
que nos habéis transmitido
este año.
Y os deseamos una Feliz Navidad
y todo lo mejor para un 2021
especialmente lleno de esperanza.
Eguberri on, Bon Nadal
y Boas Festas.
(Himno de España)
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