Lunes a las 20.00 horas
Mira, la primera depresión la cogí con 33 años.
-Yo sentía que no estaba ilusionada.
-Y en 2016, con 36, volví otra vez.
Fue la peor que he tenido. La peor.
-No acababa de encontrar esa satisfacción.
-Ya ni me esforzaba, no quería salir...
-Empiezas a no relacionarte bien con el mundo que te rodea,
con la gente.
-Es un tormento tener eso en la cabeza.
-Y tampoco es cuestión de decidir una semana,
sino que llega ese momento y lo decides.
-Y, al final, lo haces.
Te levantas y dices: "Voy a hacerlo. Se acabó".
-Piensas que la única manera de sentirte mejor
es llegar al suicidio.
Hay que hablar de este tema.
Nos lo piden las familias de los supervivientes, los pacientes.
Tenemos que hacer que este problema sea reconocido por la gente
como un problema de salud para que se busque ayuda,
porque si se oculta, es una barrera real
a acceder a un tratamiento que puede ser eficaz,
que puede salvar vidas.
Las personas que fallecen por suicidio
en más del 90 % de los casos están enfermas.
Tienen una enfermedad mental.
La más frecuente es la depresión.
Pero no es solo la enfermedad mental lo que lleva a una persona
a suicidarse, hay otros factores asociados.
Cualquier situación puede ser un factor precipitante...
Por ejemplo, la pérdida de un trabajo.
Shneidman, uno de los ideólogos de la suicidiología,
dijo que el suicidio es una solución permanente
para un problema temporal.
Estos problemas tienen solución, se pueden abordar.
Lo que pasa es que la persona,
como está en una situación
de distorsión cognitiva,
con un bajón emocional tremendo,
no es capaz de identificar la ayuda
ni de buscarla ni de sentir la ayuda.
Sí, dígame.
Sí. Hola, buenas tardes.
Sí. Espero que sí. (RÍEN)
Hay llamadas de todo tipo.
Hay llamadas de personas que solo nos quieren contar algo
porque se sienten solas.
La soledad es algo que lo tenemos clarísimo,
en el Teléfono de la Esperanza, en estos días,
la soledad que hay en las familias, en las casa es increíble.
Cuando alguien se nos acerca a nosotros
para decirnos: "Mi amiga creo que está pensando en suicidarse"
o "Veo a mi madre con problemas",
lo que tenemos que tener claro es observar esas señales
que nos van manifestando que son presuicidio.
Muchas veces detrás de un suicidio existe soledad, incomprensión...
Entonces, no dejar a esa persona sola.
Dependiendo de la situación, habrá que comunicarlo a la familia.
Y, por supuesto, si necesita profesionales,
acudir a los profesionales.
Yo, cuando viví el suicidio de mi hijo,
la verdad es que nunca pensé que lo podía vivir.
Y después de haberlo vivido,
es que yo no encontré absolutamente a nadie.
Y entonces es cuando realmente se fundó,
después del suicidio, Asociación de Supervivientes.
Es la primera entidad que nació
en la que todos somos supervivientes,
hemos sufrido una muerte por suicidio de un familiar.
Y nos dedicamos a dar, principalmente,
soporte en este proceso de duelo que es tan difícil y doloroso
y donde falta encontrar ese espacio para hablar.
-"¿Qué podía haber hecho? ¿Qué he hecho mal? ¿Qué le faltaba?".
Y, claro, eso es durísimo,
porque muchos días de tu vida estás examinando con lupa
qué es lo que has hecho mal.
-Mi hermano nunca lo verbalizó, nunca lo dijo.
Mi hermano tenía un hijo precioso, una mujer,
una familia que lo quería.
Mi hermano no era un prototipo de lo que nos pensábamos antes
de las personas que morían por suicidio.
Mi hermano no entraba en este prototipo de vida.
Él tenía un trabajo, familia, todos lo queríamos...
Entonces dices: "Ostras, pero si... Pero ¿por qué?".
La psicosis está fuera de la realidad.
Cuando yo vivo en un mundo que no es compartido por los demás,
cuando yo estoy absolutamente convencido
o bien con el pensamiento de que suceden cosas que no suceden
o tengo experiencias sensoriales, de ver o escuchar cosas
que los demás no, ahí tengo un cuadro psicótico.
Lo más frecuente es que la psicosis aparezca
en etapas tempranas de la vida,
sobre todo cuando luego se manifiesta de forma crónica.
Esa psicosis no desaparece.
Pero en adolescentes, gente joven, los primeros años de la edad adulta.
La psicosis afecta a un 3 % de la población.
Es un número importante.
Pero ante determinadas circunstancias,
si se dan las condiciones necesarias de gravedad y de tiempo,
cualquier persona podría psicotizarse
y cualquier persona podría escuchar una voz que no existe
o tener un delirio
o un pensamiento paranoico de que le persiguen o le vigilan.
Una persona que consume una sustancia tóxica,
una persona que se encierra tres o cuatro días
en una habitación a oscuras...
Un trauma importante puede hacer que cualquier persona,
unos con más facilidad que otros, se psicotice.
Hasta los siete u ocho años,
no existe el concepto de que no hay vuelta atrás.
Una persona que se muere no vuelve,
con lo cual, por debajo de esa edad, no podemos hablar de suicidio.
Desde los siete hasta los 12-13 años, en la infancia hay casos de suicidio,
pero son muy raros y suceden excepcionalmente.
Sin embargo, a partir de la adolescencia,
a partir de los 12-13 años,
hay un aumento muy importante, muy importante,
de números de suicidio.
Hay tres grandes grupos,
fundamentalmente en adolescentes y en personas jóvenes,
tres grandes grupos de factores de riesgo.
Uno, que probablemente sea el más importante,
tiene que ver con aspectos de salud mental.
Es importante recordar que no toda persona que se suicida
tiene un trastorno mental,
pero que aproximadamente un 90 % de las personas que lo hacen
cumplen criterios para un trastorno mental.
Otro segundo grupo es aquello que tiene que ver con el trauma,
con los factores estresantes.
El que en un momento determinado uno pierda a alguien cercano,
el que en un momento determinado le den una noticia muy mala,
el que alguien sufra un abuso, un maltrato...
Y el tercero son factores que tienen que ver con la personalidad.
El neuroticismo, la impulsividad,
esas personas que tienen ese tipo de personalidad
de enfrentarse a los problemas de una manera determinada,
más que la resolución del problema,
de hacer las cosas sin pensar o a través de defensas neuróticas
tienen más riesgo de cometer suicidio.
Encantada.
Lo más sorprendente para el público
es pensar que pueda ser motivado un comportamiento tan complejo
y tan difícil de entender como el suicidio
por factores biológicos.
Pero sí existen factores biológicos, hormonales,
de niveles neuroquímicos en el cerebro
y también de funcionamiento del cerebro.
Sin duda.
Pues aún no hemos llegado a poder definir cuáles son los genes.
Seguramente es una constelación de genes que contribuyen al riesgo,
no va a ser un gen el que cause este tipo de comportamiento.
Esa idea de que una deficiencia serotoninérgica lleva al suicidio
o a los intentos de suicidio lleva estudiándose mucho tiempo.
Lo que pasa es que ahora tenemos metodologías mucho más precisas
que nos ayudan a encontrar incluso áreas en el cerebro en particular
que son relevantes.
Por ejemplo, muchas personas conocen a alguien
que ha intentado suicidarse o que se ha suicidado
de una forma muy súbita.
Sin embargo, sabemos que también hay otros individuos
que tienen más indicios en cuanto a ideación suicida crónica.
Y estas personas tienen un patrón completamente diferente
en cuanto a los marcadores biológicos en comparación con aquellos
que hacen intentos de suicidio impulsivos.
Puede imaginarse que la persona que está contemplando hacer algo así
a veces no está segura de que quiere morir.
Y podemos predecir qué tipo de intención tenía la persona
y, de igual manera, también podemos predecir
la intensidad y la ideación suicida que tenía en ese momento.
Es la intensidad y la duración de este malestar
el que nos hace entender que es una enfermedad.
Pero es que, además, toda la investigación
sobre las bases neurobiológicas de la depresión
ha demostrado que hay unos cambios
en el funcionamiento de las neuroaminas,
de unos neurotransmisores que todo el mundo reconocerá,
como la serotonina.
Hay unos cambios en estos neurotransmisores
que están por debajo de este estado mental.
Y sabemos que con el tratamiento farmacológico
y con el tratamiento psicoterapéutico,
si es eficaz, revierten.
Y esto lo podemos ver cuando hacemos tratamientos con neuroimagen,
pruebas de neuroimagen, por ejemplo.
Esto no es una metáfora, es así.
El cerebro de una persona que tiene una depresión,
una depresión profunda, está inflamado.
Tiene elementos de inflamación, marcadores de inflamación,
que también vemos en otras enfermedades,
que están disparados.
Y hay una inhibición de la neurogénesis,
de la regeneración de las neuronas,
que si no se trata ysi no se revierte,
puede provocar no solo alteraciones funcionales,
sino alteraciones estructurales cuando pasan años y años
y esto no se trata, no se revierte.
Los tratamientos usuales, los antidepresivos,
tienen una latencia, un tiempo, para empezar a hacer efecto
de unas dos o tres semanas.
Y esto no hay nada que lo pueda remediar.
Sí que es cierto que ahora estamos ensayando un fármaco
que tiene un efecto muy rápido.
Las primeras cuatro horas, primer día,
primeras 24 o 48 horas, puede producir
un efecto antidepresivo y antisuicida.
Es cierto que es derivado de un anestésico.
Por tanto, es conocido desde los años 70.
Lógicamente, hace que realmente tenga que hacerse su uso
bajo un control.
De hecho, se está haciendo control hospitalario.
Pero también tiene ventajas, se ha usado también en niños.
Por tanto, podría ser eficaz para tratar el riesgo de suicidio
y la depresión en niños.
Para atender las crisis suicidas,
tenemos una preparación especial.
Hemos recibido charlas y tenemos también
un "software" con el que podemos trabajar
que nos ayuda a la hora de evaluar un poco
el grado de riesgo de la persona con la que estamos hablando.
Con lo que vamos escuchando,
vamos metiendo unos "items" en el programa
y eso, al final, nos dará un resultado.
Entonces, en función de cómo esté ese nivel,
actuaremos de una manera o de otra.
(RÍE)
Bueno, a fuerza de escuchar llamadas y llamadas de personas,
también nuestra intuición es fundamental.
(RÍE) Muy bien, pues muchas gracias a ustedes.
Rompemos ese problema de discontinuidad asistencial,
de segmentación del sistema,
haciendo una intervención de gestión.
Cuando una persona comete una tentativa
y recibe un tratamiento en un hospital y le dan el alta,
solo un 20 % acude después a la visita con el psiquiatra.
Con este sistema, lo que hacemos es que les llamamos por teléfono,
les damos una visita priorizada en menos de una semana,
a los niños en menos de 24-48 horas,
y aseguramos que más del 90 % reciban una atención adecuada...
-Tenemos que introducir en el sistema educativo
módulos relacionados con la salud y la enfermedad mental
y el riesgo de suicidio.
-El programa europeo, la European Alliance Against Depression,
es un programa de ciudad, de ciudades de 200.000 habitantes,
que aplican estas medidas de forma intensiva.
De todas maneras, son necesarias medidas de estrategia nacional,
medidas legislativas.
-Tenemos que ser capaces de trabajar
el sistema educativo, el sistema sanitario,
el sistema social,
en un plan nacional de prevención del suicidio
que está demostrado, se ha demostrado en otros países,
que reduce el número de suicidios.
Si lo estamos haciendo para la violencia de género,
si lo estamos haciendo para los accidentes de tráfico,
¿por qué no para el suicido?
Bueno, es cierto que no hay una estrategia nacional.
Es cierto que el suicidio ha sido un tema muy tabú.
Y es cierto que muchas comunidades autónomas,
Cataluña, Valencia, por ejemplo,
ya vienen hace tiempo desarrollando una estrategia específica
para el suicidio.
Nosotros, desde el ministerio, desde esta dirección general,
estamos desarrollando, actualizando, una estrategia de salud mental,
donde uno de los puntos fundamentales va a ser la respuesta
o el abordaje integral al suicidio.
La implementación fundamentalmente reside en las comunidades autónomas.
Evidentemente, es un abordaje muy multidisciplinar
que va, por supuesto, con una parte importantísima
en relación a los servicios de salud mental,
pero también desde la atención primaria,
desde los servicios sociales, desde el abordaje de profesionales,
el acompañamiento y el apoyo
a las asociaciones de pacientes o familiares...
Por ejemplo, profesionales como puedan ser
la policía, los bomberos...
Tenemos que ir adecuándonos a las situaciones que tenemos,
pero no cabe duda de que tenemos grandísimos investigadores
en todos estos campos de los que estamos hablando
que nos ayudan mucho a poder discernir
por dónde tenemos que ir
y también a evaluar esas políticas que implementamos
para saber si están funcionando.
Bueno, yo creo que una de las claves es precisamente ese tabú,
ese miedo que existe a hablar del suicidio.
Yo creo que la sociedad en conjunto, y en ese sentido
quizá los profesionales de forma más individualizada,
han ido dando respuesta,
pero hacía falta una estrategia a nivel nacional.
Yo creo que es una suerte contar con experiencias
en diferentes comunidades autónomas que nos permiten ver
qué es lo que funciona mejor en nuestro medio
y, de esa manera, poder avanzar y dar respuesta.
por visibilizar el problema del suicidio.
Que no sea un tema tabú, un tema escondido.
Yo tuve la ocasión de vivir el suicidio
de una compañera de trabajo y a mí, sinceramente,
de los temas que más me llamaron la atención
es como que esa compañera no había existido.
En algún momento, otra compañera incluso quitó una foto
que había en la pared donde estaba ella como diciendo:
"Esto es un problema", y no es la forma de abordarlo.
¿Que la depresión está ahí? Sí.
Sigue ahí y sigue latente,
pero las ideas de suicidio no las tengo.
-Cabe decir que sí, que hay esperanza
y que se puede hacer y que...
la base está en buscar ayuda en profesionales,
la medicación, que creo que es fundamental,
y en tu trabajo personal.
-"Pues hoy voy a salir a comprar". ¿Sabes?
Es un pasito que vas dando.
Va costando, pero está ahí.
O sea, tienes que hacerlo.
Pero ya no por los demás, porque al principio yo decía:
"No puedo ver a mi familia así, sufren por mí".
Y pensaba: "Bueno, lo haré".
Pero no es por tu familia, es por ti.
Todos conocemos o hemos oído hablar de algún caso cercano de suicidio. Es la primera causa de muerte externa en España, con una media de casi cuatro mil personas anuales. Explicaremos, desde un punto de vista científico, qué se esconde detrás de una de las mayores lacras de la sociedad occidental.