Durante millones de años
los procesos geológicos
han hecho de la Cordillera Pirenaica
uno de los paisajes
más espectaculares
de la España peninsular.
Profundos valles, abruptos riscos,
afiladas cumbres
y escabrosas laderas,
son acariciados
por una caprichosa niebla.
A sus pies el otoño convierte
al bosque en una paleta multicolor.
Si estas cumbres milenarias
tuviesen voz
serían capaces de narrar
la infinidad de historias
que a lo largo del tiempo han tenido
lugar al abrigo de su pétreo relieve
Una de esas historias
es la del quebrantahuesos,
uno de los más sensibles moradores
de estos montes.
Durante el pasado siglo esta rapaz
surcaba los cielos
de casi toda Europa,
pero hoy son muy escasos
los enclaves
donde se aferra a un territorio
que siempre le ha sido propio.
Ajeno a su suerte,
el quebrantahuesos es transportado
suavemente
por las gélidas corrientes
de las cumbres pirenaicas
sobrevolando picos y simas,
maniobrando entre paredes de roca
y gargantas cortadas a cuchillo.
De mirada aguda escudriña
las laderas, oquedades y peñascos
en busca de carroña
con la que alimentarse.
Su aspecto extraño, arcaico,
emerge entre la bruma de la montaña
evocando en la imaginación
la sensación de contemplar un animal
fantástico
quizá salido de algún cuento
o leyenda centenaria.
Elegante,
su figura baila con el viento
entre las ciclópeas paredes
de piedra del Pirineo,
donde el aire parece más ligero
y la luz de la montaña proporciona
un brillo especial
al ígneo plumaje de su pecho.
Por desgracia este fascinante animal
no tiene un futuro muy halagüeño.
Desde 1990, el quebrantahuesos está
registrado en nuestro país
como especie
en peligro de extinción,
siendo una de las aves ibéricas
más amenazadas.
Décadas de persecución,
la destrucción de su hábitat
y la regresión de la ganadería
extensiva
de la que dependía su alimentación,
son algunas de las causas
de la decadencia del quebrantahuesos.
Ha estado a punto de desaparecer
pero gracias al esfuerzo
de las administraciones
y organizaciones no gubernamentales,
se ha conseguido, al menos de momento
frenar su exterminio.
Las esperanzas de conservación
de la especie en Europa
pasan por asegurar la escasa
población de aquí,
del Pirineo aragonés.
Tenemos por lo tanto
la gran responsabilidad
de salvaguardar uno de los últimos
reductos de esta singular especie.
En este capítulo mostraremos
cuáles son las estrategias
que se están llevando a cabo
para alcanzar estos objetivos.
El quebrantahuesos toma su nombre
de sus hábitos alimenticios.
Es la única ave osteófaga, es decir
devoradora de huesos del mundo.
Cuando no puede ingerir un trozo
demasiado voluminoso de osamenta,
se eleva por los aires
y lo lanza contra las rocas
para fragmentarlo
y poder devorarlo con facilidad.
No obstante no sólo aprecia
los huesos
y como otras carroñeras también
disfruta devorando carne.
Su típica figura sobrevuela
diariamente la montaña
esperando encontrar restos óseos
que le permitan saciarse.
Sin perder detalle, su aguda vista
recorre un amplio territorio
atento ante cualquier indicio
de alimento.
No es una tarea fácil,
ya que en la actualidad
la disponibilidad de carroña
es mucho menor que en otro tiempo.
Su zona de distribución
abarca las regiones montañosas
de Eurasia y África.
Las poblaciones con mayor peso
demográfico
se localizan en Etiopia, Lesoto
y Sudáfrica,
así como en Asia central
y la Cordillera del Himalaya.
Originariamente la especie contaba
con una importante presencia
en las montañas meridionales
europeas,
pero en los dos últimos siglos
ha sufrido una terrible merma
demográfica
quedando arrinconada en una serie
de enclaves muy localizados.
Balcanes, Cárpatos, Chipre
y la isla de Sicilia,
lugares que en otro tiempo
disfrutaban del elegante vuelo
del quebrantahuesos,
hoy añoran su presencia.
En Europa, los últimos bastiones
de la especie
han quedado reducidos a Pirineos,
Córcega y Creta.
A lo largo del siglo XX, siguiendo
la tendencia general europea,
el quebrantahuesos fue
desapareciendo
de los principales macizos
montañosos de la Península Ibérica
hasta finalmente quedar recluido
en su territorio actual,
donde habitan unas 150 parejas.
Córcega cuenta con 14 parejas
y Creta tan solo cuatro.
Únicamente los planes
de reintroducción en los Alpes
comenzados en 1986, han conseguido
por el momento,
crear una población reintroducida
estable.
La difícil situación
del quebrantahuesos
ha hecho que se ponga en marcha
una serie de estrategias
coordinadas a nivel regional,
nacional e internacional,
para conseguir aumentar o al menos
mantener estables sus poblaciones.
De hecho desde los años 70,
pocas especies han llamado tanto
la atención
de naturalistas y gestores.
Los factores que han influido en que
la población de quebrantahuesos
esté como está en este momento
los podemos enumerar y serían
por orden de importancia
el tema de los venenos,
la crisis de la cabaña ganadera
de montaña
los tendidos eléctricos e
infraestructuras de transporte aéreo,
las molestias
y la persecución directa.
La ejecución de las medidas
de conservación
que se han llevado a cabo
en las últimas décadas,
ha tenido resultados que se pueden
calificar de exitosos.
En 1994, se incluye
al quebrantahuesos
en los proyectos Life
de la Unión Europea,
creándose ese mismo año los planes
de recuperación de Cataluña y Aragón
En el año 2000 se aprueba un plan
a nivel nacional
para la conservación de la especie,
en el que participaron
diversos organismos gubernamentales
y no gubernamentales.
Como consecuencia
de la acción coordinada
de las diferentes instituciones
se ha detectado el crecimiento
de las poblaciones
a un ritmo del 5,6% de media anual.
Un aumento de la supervivencia
juvenil,
así como la colonización de nuevos
territorios.
El quebrantahuesos está volviendo
a poblar
aunque de manera todavía muy escasa,
antiguas zonas de dispersión,
como confirma el establecimiento
de nuevos territorios
en el sistema vasco-navarro.
No obstante su supervivencia
no está asegurada
ya que bastaría un solo fenómeno
catastrófico
como una epidemia que afectase
a la población pirenaica
para extinguir a esta ave
del territorio europeo.
Periódicamente con mayor intensidad
en los meses de invierno
los agentes de protección
de la naturaleza
transportan los restos de ganado
bovino y ovino
a los recónditos lugares
donde se localizan los comederos.
La mejora de los recursos
alimenticios
es uno de los puntos fundamentales
de las estrategias de conservación.
Desde los años 80 se comenzó
a establecer una red
de puntos de alimentación
suplementaria
que en la actualidad rondan
la treintena.
Una labor dura y silenciosa
realizada por personas abnegadas
que procesan verdadera pasión
por esta especie.
Este valle será testigo
de un auténtico festín de carroña.
La visión de la carne atrae
a una hambrienta legión alada
que desciende desde los cielos.
Los primeros en llegar,
casi siempre son los córvidos,
astutos y atrevidos.
Son los teloneros del banquete.
Más tarde llegan
los buitres leonados,
una horda emplumada que de manera
frenética
engulle cuanto está a su alcance.
Salvo los huesos
que quedarán reservados
para el comensal protagonista.
Pese a su nombre,
el quebrantahuesos es capaz
de tragar restos óseos
de considerable tamaño,
sin necesidad de trocearlos.
Tras 16 años de funcionamiento
se puede afirmar
que los comederos han permitido
sostener
el aumento demográfico
de las poblaciones,
mejorando sustancialmente
la supervivencia preadulta
y facilitando el apareamiento.
A pesar de este éxito
se ha producido alguna controversia
acerca de la conveniencia de seguir
esta estrategia de conservación,
pues no se conocen los efectos
colaterales
que puede tener para la especie una
continuada alimentación artificial.
Lo que sí parece cierto es que
la alimentación suplementaria
ha conseguido frenar la marcha del
quebrantahuesos hacia la extinción.
Yo me dedico al tema
de la alimentación suplementaria
desde hace unos 14 años, que llevo
este comedero
dedicado a las actividades
fotográficas y de filmación
y principalmente esto está dentro
de una red de comederos
que hay en Aragón que están dedicados
a abastecer
a las aves necrófagas, principalmente
al quebrantahuesos
durante las épocas que hay menos
comida en el monte que es en invierno
entonces los quebrantahuesos pueden
comer durante esas épocas.
La investigación y el conocimiento
científico sobre la especie
son esenciales para la elaboración
de los planes de conservación.
El marcaje y seguimiento,
así como el análisis del estado
de salud de las poblaciones,
son herramientas básicas
de la investigación.
Los censos convencionales
de quebrantahuesos
se hacen desde el año 89
y se hicieron hasta el año 2006,
a partir de ese año dejaron
de hacerse.
Eso es dentro de la coordinación
nacional
incluso con el país vecino,
Francia y con Andorra.
A parte de ese trabajo que sería
el seguimiento convencional
pues desde el año 2000 y este
comedero se creó en el año 1991,
se vienen haciendo una serie de
seguimientos
pues encaminados sobre todo a ver
el uso que el quebrantahuesos
hace de estos puntos de alimentación
suplementario
pensando un poco en la evolución
porque un comedero de estas
características
es un poco como el reflejo del alma,
es el que marca el pulso
de la población.
A lo largo de 11 años se ve
perfectamente
como ha evolucionado la población
por el uso que han hecho
estos animales de los comederos.
Si nos tuviéramos que basar
por el uso de los comederos
se diría que se ha recuperado
la población
pero entre comillas, por lo que se ve
en los últimos años,
es decir, los mismos ejemplares están
haciendo mayor utilización
y la comida es prácticamente
la misma,
lo que quiere decir que hay
un estancamiento de crecimiento
en la dinámica
de la población actual.
Los quebrantahuesos marcados
son observados desde
las proximidades del comedero
por personal especializado
capaz de distinguir en vuelo
a cualquiera de los individuos.
El quebrantahuesos tiene un nombre,
claro,
esos nombres los pone la Fundación,
alguna vez nos piden
cuando hay una captura
si tenemos algún nombre especial
para ponerles,
yo por ejemplo le puse nombre a uno,
entonces los nombres, por ejemplo
uno de los últimos ejemplares
que se ha marcado este año
se llama Iniesta.
Gracias a estas observaciones
seguidas de un minucioso estadillo
de trabajo
se obtienen datos de la dinámica
de la población.
Lo bonito que tiene esta profesión
es como el que tiene entre comillas,
una mascota en casa,
que hay ejemplares que los has visto
desde pollos
y que ahora tienen por ejemplo
12 años
que se han criado en un comedero.
Claro, ya son como la familia.
Tiene la carga sentimental de que
cuando alguno de ellos desaparece
es como si se te muriera la mascota,
es así.
Para conocer el estado físico
de las poblaciones
así como para llevar a cabo
el marcaje
que posibilite el seguimiento
es necesario realizar la captura
de los individuos.
Una red cuidadosamente camuflada
será la encargada de atrapar
a la rapaz,
que será tentada
con piezas de cordero.
Un miembro del equipo esperará
oculto en un aguardo
y accionará el mecanismo de control
remoto que activa la trampa.
¡Cogido!
En esta ocasión se ha llevado a cabo
la captura de dos ejemplares.
Un juvenil
y un adulto.
A pesar del susto, el animal
no sufre ningún daño
y para calmarlos se recurre
a la privación sensorial.
Al joven, de plumaje más oscuro
se le ha capturado por primera vez.
Es necesario colocarle
los marcadores alares,
así como una anilla con un código
alfanumérico propio.
El ejemplar adulto solo requiere
la renovación de sus marcas
que se han desprendido
con el paso del tiempo.
Los ejemplares son pesados
y medidos.
Se comprueba el estado de su plumaje
y se les extrae muestras de sangre
con objeto de tener un registro
completo de sus datos biométricos.
El marcaje de ejemplares
de quebrantahuesos en Aragón
se realiza básicamente en nidos
es decir los pollos
aproximadamente con 90 días
de existencia
y también se hace en los puntos
de alimentación suplementaria
es decir, en este caso en comederos
como este.
También en ocasiones cuando se recoge
algún animal herido
se aprovecha para marcarlo.
El marcaje se realiza
con bandas alares en este caso,
con anillas de PVC y metálicas
y algunos ejemplares se les coloca
un emisor de frecuencias,
que en este caso es un emisor
de frecuencias
que en este caso
es un emisor convencional.
Hay otros ejemplares que llevan
emisores GPS,
incluso algunos los dos.
Para saber las causas de mortandad,
los movimientos,
edad de primera reproducción,
es decir, parámetros básicos para
conocer la evolución de la población.
Tras esta desagradable
pero necesaria experiencia
se procede a la suelta
de los ejemplares
que sin haber sufrido ningún daño,
recuperan la libertad
y de forma involuntaria colaboran
con la recuperación de su especie.
A finales de octubre las plantas
caducifolias
compiten por el color de un otoño
que anuncia la cercanía
de las paradas nupciales.
Las parejas de quebrantahuesos
comienzan una vez más
a construir sus nidos.
En su territorio de cría construyen
de dos a seis nidos
que utilizan de forma rotativa,
evitando de este modo
la presencia de parásitos.
Los nidos son construidos en paredes
verticales de muy difícil acceso
y aprovechan cuevas y recovecos
para emplazarlos,
conformando auténticas atalayas
desde las que pueden vigilar
su territorio.
Usando todo tipo de materiales,
los adultos se encargarán
de confeccionar
un confortable lecho
para su polluelo.
La zona donde se realiza la puesta
se protege con toda suerte
de materiales aislantes,
como pelo, crin, lana o las propias
plumas de los padres.
De este modo
se crea una efectiva capa
que protege al huevo
del gélido exterior.
Durante enero y febrero se realiza
el cortejo.
Los lazos afectivos se muestran
con impresionantes vuelos nupciales
que tienen como escenario
las cumbres,
gargantas y valles
de la alta montaña.
Tras el galanteo se produce
la cópula.
Después de un periodo de gestación
de 30 días
se produce la primera puesta.
Cuatro días más tarde, la segunda.
Entre los 50 y 60 días tendrá lugar
el nacimiento del primer pollo.
Y a los pocos días el segundo
que normalmente no suele sobrevivir
ya que o bien
no hay suficiente comida
o es víctima del cainismo
de su hermano.
Lo que puede parecer un acto
de crueldad
es en realidad un mecanismo
de supervivencia
ya que el segundo huevo es puesto
solo como recambio
en caso de muerte del primer pollo.
Si este nace en buenas condiciones,
es simplemente excedentario.
El proceso de reproducción
del quebrantahuesos es muy delicado
y se malogra con facilidad.
Algunas veces y sin causa aparente,
los huevos no eclosionan
al no estar fecundados
o los animales mueren a los pocos
minutos de nacer.
La cría en cautividad pretende
suplir estos problemas
reforzando las poblaciones
existentes
y a la vez creando una reserva
genética
que pueda paliar los problemas
de consaguinidad.
Gracias al seguimiento por circuito
cerrado de televisión
instalado hace unos meses,
los técnicos saben
cuándo pueden realizar
la intervención.
El equipo se descuelga por el risco
hasta llegar al emplazamiento
del nido.
Para la cría en cautividad
se emplean, bien la segunda puesta,
o huevos de parejas que han situado
sus nidos en lugares inadecuados
que impedirían el correcto
desarrollo del pollo.
Cuando los técnicos abandonan
el nido
los padres regresan al hogar.
Con esta actuación se garantiza
que el pollo inviable
tenga posibilidades
de salir adelante.
Tras su alimentación
es trasladado hasta el centro
de cría en cautividad,
donde será atendido día y noche.
A los 21 días de vida
el pollo es trasladado a una cabaña
localizada en su entorno natural
con el objetivo de acostumbrarle
al espacio
que se transformará en su futuro
hogar.
Se esparce comida para atraer
a sus congéneres
y que el pollo se vaya acostumbrando
a su presencia.
El ejemplar permanecerá
unos dos meses en estas jaulas
antes de ser soltado en plena
libertad.
Mediante esta técnica conocida
como hacking
se está intentando crear poblaciones
estables
en parajes donde el quebrantahuesos
se encontraba desaparecido.
La técnica de hacking como cualquier
técnica de conservación
siempre debe ser un complemento
de lo que se hace in situ.
Lo importante es conservar la especie
allí donde está
y el hacking es una ayuda.
Es cierto que en algunas especies
tiene ciertas contraindicaciones,
nuestra experiencia en el caso
del quebrantahuesos
hemos liberado nueve ejemplares
por técnica de hacking
y de esos nueve, siete están volando
sin ningún tipo de problema.
La sierra de Cazorla ha sido
protagonista
de la reintroducción de nueve
ejemplares criados en cautividad.
Siguiendo los métodos
de la exitosa reintroducción
de la especie en Los Alpes.
En el proyecto de Picos de Europa
de reintroducción
lo que trata es fortalecer un frente
de dispersión natural
porque hay animales que de Pirineos
llegan habitualmente
a Picos de Europa y no se quedan,
sino que vuelven a Pirineos.
La idea del proyecto es tratar
de tener allí algún atractivo
para que los animales lleguen
de manera que hay puestas encima
de la mesa muchas iniciativas
pero no todas tienen
la varita mágica.
Probablemente el animal
pues a medida que la normalización
de la situación de los comederos
para carroñeras en general
vaya dando sus frutos,
a medida que se vayan poniendo
en marchas
técnicas como esta de reintroducción
probablemente pueda dar el salto
desde Pirineos.
La silueta del quebrantahuesos
puede ser vista volando de nuevo
entre las cumbres
de Picos de Europa.
De momento no se ha conseguido
consolidar ninguna población
en los montes cántabros,
pero es sin duda una buena nueva
que nos permite tener esperanzas
sobre el futuro de la especie.
A pesar de los éxitos
de los últimos años,
la supervivencia del quebrantahuesos
en España
no está ni mucho menos garantizada.
Y depende en gran medida
de la viabilidad
y consolidación
de las nuevas poblaciones.
Sólo con un esfuerzo continuo
y combinado
entre instituciones nacionales
e internacionales
así como la toma de conciencia
de la sociedad
por mantener nuestro patrimonio
natural
permitirá que podamos seguir
contemplando
la enigmática figura de este
extraordinario animal.
¿Volverá el quebrantahuesos
a poblar sus antiguos dominios?
Solo el tiempo
nos dará la respuesta.
Quizás en el futuro,
el resurgir de esta rapaz
sea una de esas historias
que pueda ser susurrada por la vieja
piedra de la montaña
a aquellos que quieran escucharla.
Subtitulación realizada por:
Ana M Gil Fdez-Marcote.