Lunes a viernes a las 18.15 horas
(Sintonía de "Acacias 38")
Lo mejor será que subamos. Necesito tomar el aire.
No, Miguel,... antes tienes que contestarme.
¿Sigues pensando en denunciarnos?
Ustedes son mi familia. -Nosotros y...
tus padres.
Me han hecho crecer sin padres,...
como un huérfano. -Bueno,...
tu abuela y yo hemos tratado de suplirlos.
No voy a denunciarles.
Ustedes solo acataban la voluntad de mis padres.
No fue su decisión ocultarme que estaban vivos.
Ellos decidieron que yo fuera huérfano.
Me hago cargo de cómo te sientes.
Pero deberías escuchar sus razones.
No deberías juzgarlos...
sin darles la oportunidad de explicarse.
Supongo que no.
Antes de subir,...
¿puedo pedirte algo?
(ASIENTE)
No le cuentes nada a tu abuela de lo que hemos hablado.
Está muy nerviosa con Daniela y no sé si esto la superaría.
(ASIENTE)
Ya hablaré con ella cuando esté más tranquila.
Ya. Sí.
¿Está usted segura de que sigue sin contestar el señor Méndez?
¿No estará marcando un número equivocao, señorita?
Bueno, siga insistiendo, hasta que lo logre.
Muchas gracias. Y espero su llamada.
Bien.
(Llaman)
Hombre, Jacinto. -Don Jose, esperaba ver a Alodia.
No sé dónde está.
Traía unas revistas que han llegao pa doña Bellita.
Yo se las doy.
Gracias. -Pues nada.
Oye, tú sabes quién es el señor Méndez, ¿no?
Pa no saberlo, el que antes fue comisario.
Pues no ha estao metío en pleitos.
Ya. El caso es que llevo días sin verlo y me extraña.
Me lo crucé la semana pasada en la fuente de la iglesia.
Ah. Pero desde entonces nada, ¿no? -Ahora que lo dice, no.
Me extraña que Servando no haya contao con él pal churro va,
porque con lo fornido que es.
Seguro que está a tiempo. -No, ya no,
ya tenemos a doña Rosina y don Liberto, el cupo al completo.
Buenas. ¿De cháchara?
¿Me ha traído las revistas, Jacinto? -Sí,
se las he dao a don Jose. -Aquí están.
Dice Jacinto que Liberto y Rosina están en el equipo del churro va.
Entre Liberto con lo de la tuna y Rosina con esos deportes,
estoy preocupada, se les está yendo la cabeza a los dos.
En fin, me voy para dentro. Muchas gracias, Jacinto.
De nada.
Jacinto, si ve a Méndez, avíseme, por favor.
Descuide, don Jose. Con Dios.
Menos mal que te veo, si no fuera por eso, me liaría a tiros.
Ganas no me faltan,
por lo de mi hermana Natalia.
No. No se sabe nada.
Y don Felipe Álvarez-Hermoso ni lo ha solicitado.
Deberíamos cambiar de abogado.
Contigo no lo fue.
No consiguió culparte de nada.
Ni siquiera ha pedido la libertad. Yo no sé por qué.
¿La ama?
Como tú.
¿Y cómo podías ayudarle tú?
Él no es el responsable de la detención de Natalia,
es Marcos.
Lo mataría con mis propias manos.
Lo sé.
Lenta. No puede ir más rápido. Hay que ir poco a poco.
Ahora, su padre reclama el dinero de los negocios con Alemania.
¿No te importa?
(Suenan las campanas en Acacias)
Buenos días, don Ramón.
Buenos días, Liberto.
Voy a por los periódicos,
pero si quiere, nos tomamos un café en el Nuevo Siglo XX.
Pues mire, sí, que hace días que no charlamos.
Cierto.
Hace tiempo que no nos juntamos con Felipe
en nuestras tertulias de siempre.
Nuestro amigo Felipe está con mucho lío,
ya sabe cómo se pone cuando tiene trabajo.
¿Algún caso nuevo?
Sí, pero no es oficial. El de Natalia Quesada.
¿Natalia Quesada?
¿Es que ha tenido algún problema legal?
¿No lo sabe?
Ha sido acusada de espionaje por la embajada de Francia nada menos.
¡Santo Dios!
Buenos días.
Buenos días, don Jose.
¿Usted sabía que Natalia Quesada ha sido acusada de espionaje?
¿Natalia Quesada, de espionaje?
No tenía ni idea.
La verdad es que me imaginaba a los espías como señores feos con gabán.
Parece que ahora pasan más desapercibidas las jóvenes guapas.
Lo que no les pase a los Quesada...
La verdad es que es una familia de vida muy ajetreada,
esperemos que Felipe sepa manejarse con ellos.
Íbamos a comprar el periódico, ¿se toma un café con nosotros?
Me van a perdonar por no acompañarles.
¿Han visto ustedes al señor Méndez?
¿El detective?
Ahora que lo dice, hace unos días que no le veo.
¿Es que necesita un detective, don Jose?
No, no, no.
Era curiosidad, hace días que no me encuentro con él.
Bueno, les dejo.
Que disfruten de la mañana. -Lo mismo le digo.
Con Dios. -Con Dios.
Señores, les traigo el periódico. -A por eso iba.
Me he adelantao porque pensé que querría leerlo.
¿Qué ha dicho?
-Mi hijo se ha vuelto loco.
"La anarquía es el peor enemigo de España".
"La única respuesta ante la huelga es la mano dura".
"Los representantes sindicales siempre me tendrán enfrente".
No tema, don Ramón,
Antoñito nunca ha ocultado sus ideas políticas.
Con estas declaraciones,
lo único que va a conseguir mi hijo es granjearse enemigos.
Sabía que esta entrevista le traería problemas, lo sabía.
El día menos pensado tenemos una manifestación en casa.
Temía que entrara él porque le iban a poner en un aprieto.
Y en el quiosco, más de lo mismo.
En estos días hay tantas noticias, que todo se olvida pronto.
No se preocupe, don Ramón,
que con las declaraciones de su hijo ocurrirá lo mismo.
Vamos a tomar café.
Con Dios. -Con Dios.
Venga, te invito a un café.
No he podido dormir.
Por favor, Felipe, usted no sabe cómo es esto por las noches.
No hay nadie en quien confíe más que usted,
y más en esta situación.
Yo nunca hice nada deshonesto con él...
No soy ninguna espía y no creo que Pierre tenga pruebas de ello.
Lo que sí sé es quién está detrás de todo esto.
El mismo.
Primero me acusó de haber matado a Felicia,
y ahora ha embaucado a Pierre
para que me acuse de espía.
Lo soy, aparecerá el verdadero asesino de Felicia.
¿Sabe algo de Méndez?
Alodia,
te cuento que a la señorita Natalia la han detenido por espionaje,
y tú, como quien oye llover.
¿Y qué quieres que te diga?
Pues no sé. Es una espía, no todos los días se conoce a una espía.
Imagínate que los franceses pierden la guerra por una vecina de Acacias.
Que la pierdan, a mí qué más me da.
Ay, hija, hoy estás imposible.
Mi problema es mucho más grave que el de los franceses.
¿Más grave?
Pues sí, Casilda.
Si estoy preñá, me muero.
No, si estás preñada no te mueres, tienes un hijo.
No digas eso, que me dan escalofríos.
Yo creo que tú te preocupas demasiado.
Ya tendría que tener puntería el señorito
como pa dejarte preñá a la primera.
Pues lo que ha pasado muchas veces en mi familia,
que después de la boda nacen los niños.
Oye, Alodia,
tienes que hablar con el señorito Ignacio.
Si no me atrevo ni a mirarle a la cara.
Pues tú verás lo que haces,
porque como sigas así de azorada, doña Bellita se va a dar cuenta
de que aquí hay gato encerrao y te va a echar a la calle,
porque escucha una cosa, antes te echa a ti que a su sobrino.
Y a ver cómo vuelves al pueblo.
No vuelvo, si estoy embarazá, no vuelvo.
Buenos días.
¿Cómo estás, Casilda? ¿Hay café hecho?
Sí, ahora mismo se lo sirvo.
Verá, señorito Ignacio, que Alodia quiere hablar con usted,
así que, yo me marcho.
¿Quieres hablar conmigo?
Pues ya era hora, que últimamente no me haces ni caso.
Con lo que pasó...
Lo que pasó...
lo repetiremos cuando tengamos otro ratito a solas, guapa.
Que no.
Mira, no digas ahora que no te gustó.
Si estabas como un niño en una noria.
¡No hable de niños! -¿Qué pasa?
¿Y si estoy preñá?
(RÍE) Qué preñá ni qué preñá, chiquilla, deja de decir tonterías.
No creo, vamos. -¿Y cómo lo sabe?
Porque sería muy mala suerte.
La próxima vez vamos a tener más cuidao y ya está.
Ven aquí.
No va a haber próxima vez. ¡Sinvergüenza!
(RESOPLA) Qué barbaridad, Carmen, qué barbaridad.
Y esto no lo dice un desconocido, lo dice mi santo esposo.
¿Qué dice?
En ningún caso, creo que el estado y la sociedad
deba pagar por los errores individuales del ciudadano.
Es que, dicho así es una atrocidad.
(RESOPLA) Lo ha dicho Antoñito.
Él antes no era así. Esto es desde que es político.
Él antes no pensaba estas cosas.
Y si las pensaba, no las decía.
Que no, que él era despreocupado y todo lo veía de manera positiva,
y ahora es un cafre, que sale en el periódico echando leña al fuego.
A las buenas.
Buenas, Fabiana.
Lolita, ¿leyendo la entrevista de tu marido?
Asustada, Fabiana, no le digo más.
No me extraña, hija.
No se habla de otra cosa en el barrio.
-Qué va,
si hasta está pasando desapercibido
con lo de la señorita Natalia Quesada.
¿Qué pasa con Natalia?
¡La han detenido por espionaje!
-(RIENDO) Pero...
¿Natalia Quesada una espía?
¿Y qué espiaba aquí en Acacias, en el barrio?
Si aquí todo el mundo se entera de todo.
Si me dicen que es Servando el espía me lo creía más.
-Sí, me lo acaba de contar Liberto. -¡Ay! Doña Rosina, buenas.
Perdón. Me lo acaba de decir.
Me pinchan y no sangro de la impresión, detenida por espionaje.
Pero ¿es espía, espía de verdad?
Sí. No me extrañaría, con lo raros que son los Quesada.
Un diplomático la ha acusado de robar información.
¿Con quién van los mexicanos en la guerra?
Porque si la han denunciado los franceses,
es que espía para los alemanes.
Ni idea.
No van con nadie, a ellos la guerra les pilla muy lejos.
Desde luego, desde que llegó a Acacias,
Natalia Quesada ha hecho una barrabasada tras otra.
A mí me van a decir, que casi acaba con mi matrimonio.
Pero no saben lo mejor.
¿Quién la va a defender? -¿Quién?
¡Don Felipe Álvarez-Hermoso!
Pues a mí eso no me extraña.
A don Felipe le pierden unos ojos bonitos.
-Sí.
Y más si van acompañados de una cara bonita y una cintura de avispa,
para qué queremos más.
A ver qué dice doña Genoveva.
Estará que echa chispas, aunque con ella nunca se sabe, cualquier cosa.
Señorita Anabel, qué bien que haya llegado uste.
¿Usted sabe en qué bando están los mexicanos en esta guerra?
Pues... yo creo que en ninguno.
La guerra pilla muy lejos de México.
Entonces, ¿qué hacía Natalia espiando para los alemanes?
¿Qué?
¿Quién dice que Natalia sea una espía?
La policía. ¿No lo sabía?
La han acusado desde la embajada de Francia.
La han detenido como espía. -Sí.
Dos días lleva en comisaría.
Y dicen que la quieren llevar a Francia para juzgarla allí.
Y la va a defender... Bueno, bueno, bueno.
Dios mío.
Miguel, vas a marear la infusión.
¿Qué te pasa?
Pensaba.
Ya, eso ya lo veo.
¿Algo de mucha enjundia?
En lo que está bien y en lo que está mal.
En cómo a veces se toman decisiones para proteger a alguien
aunque le causen daño.
En el egoísmo de algunas personas.
Aquí estoy. Bien, Miguel, ¿qué ocurre?
¿Queréis hablar de Daniela? -No.
No es sobre ella.
Pues deberíamos.
Hay cosas más importante.
Miguel quiere pedirnos algo, vamos a escucharle.
Tengo algo muy importante que contarles.
Quiero que organicen un robo.
¿Qué?
¿Es eso lo que nos quieres pedir? ¿Un atraco?
Si me dan cien oportunidades, no lo adivino.
Miguel, tú siempre has estado en contra de los robos
y de nuestra forma de ganarnos la vida.
Sí, es verdad. Pero déjeme que les explique.
Es cierto que siempre he estado en contra de los robos
y lo sigo estando.
Pero ya no soy el abogado inocente que llegó a Acacias,
he aprendido mucho en todo este tiempo, a palos.
Bueno, se ser un abogado inocente
a ser el cerebro de un robo hay un trecho.
Yo no sería el cerebro.
Me conformo con...
ser el inductor
y dejar los detalles para los profesionales.
Y... un momento,
antes de seguir hablando, dime,
¿qué es lo que habría que robar?
Una caja fuerte.
Ya, eso ya me lo imagino.
Pero ¿en qué banco?
No, no es en un banco.
No es un robo como el que estaban acostumbrados.
Explícate, Miguel.
No se trata de robar para uno mismo,
sino de hacer de este mundo un lugar más justo.
De robar a los que ganan dinero de manera ilícita
para devolvérselo a los que lo merecen.
Dinos dónde está la caja fuerte que quieres que robemos
y déjate circunloquios.
Quiero que roben la caja fuerte de don Marcos Bacigalupe.
Servando, ¿hace falta una clase teórica?
Qué va, si esto va de saltar y ya está.
Que conste que yo no voy a clase desde niño,
y era un poco zoquete.
Como yo, que solo me interesaba el recreo.
Mi marido me va a tener que explicar algunas cosas.
A las buenas.
Perdón, siento el retraso.
Es que mi señora quería que acabara la colada.
¿mandas tú en mi casa?
General dice.
¿Qué es más, capitán o general?
General es más. ¿No os habéis fijao en las calles?
Los generales tienen avenidas.
¿Y por qué no le llamamos jefe? Así nos quitamos de problemas.
A sus órdenes, jefe.
Yo soy una señora y no llamo jefe a uno que ha sido portero de mi casa.
¿Y cuál soy yo?
¡Bravo!
Hale, voy a pinchar al enemigo en las posaderas.
¿Y yo? -Eso, ¿y yo?
¡Servando, eso son burros!
A mí no me llama burra.
Eso son burros.
Nadie me llama burra. ¡Me voy!
Servando, me estoy quedando dormido.
¿Por qué no empezamos a entrenar y nos dejamos de abejas,
burros y torres, hurones o lo que sea?
Eso. A tomar por saco la pizarra.
Un momento.
Yo quiero seguir siendo abeja. -O avispa.
¡Es una metáfora! -(HABLAN A LA VEZ)
"¿Se os ha ido la cabeza?".
"¿Queréis hacer volar el barrio?".
No sé lo que Fausto tiene planeado,
lo que está claro es que confía en tus...
dotes como artificiera.
Estaba seguro que sabrías qué hacer con los paquetes.
Tengo que hablar con Fausto.
Preciso instrucciones claras.
Y las tendrás, Soledad.
Pero a su debido tiempo, no te apures.
(Llaman)
¿Sí?
-Soy yo, la Casilda. -Ahora voy.
Un segundito.
Casilda, perdona, me estaba cambiando.
No te preocupes. ¿Me puedes prestar hilo rojo?
Claro.
Oye, ¿te has enterao de lo de la señorita Natalia?
¿Y quién no? -Espía,
si me lo cuentan, no me lo creo.
Yo de esa moza y de su hermano me lo creo todo.
No los hay más turbios en el barrio.
Y con sus contactos, seguro que les han sacado información
a los diplomáticos franceses.
Entonces, ¿tú crees que es culpable?
Claro que sí.
Y estoy segura que su hermano está metido en el ajo.
Ya.
Desde luego, en el barrio hay poca gente que les tenga ley.
Y más, después de lo mal que se portó Natalia
con Lolita y Antoñito.
¿Qué tal es don Antoñito? Porque las cosas que dice...
-Ni caso.
Don Antonio Palacios es un pedazo de pan, como su padre,
como su mujer, como la seña Carmen.
Son de las mejores familias de Acacias.
Aquí está el hilo rojo. Estaba escondido.
Muchas gracias.
En fin, te dejo.
Antoñito,...
si eres un trozo de pan, ¿por qué dices esas cosas?
¿No ves que te estás creando enemigos?
Siéntate conmigo, Sabina, que tenemos que hablar.
Llevas con cara de preocupación
desde que Miguel nos contó sus planes.
No es solo eso.
Antes de que llegases,
le encontré muy raro.
Estaba muy pensativo y triste,
no sé.
Decía cosas...
como de tomar decisiones que acaban haciendo daño, no sé.
Verás, Sabina,...
Miguel sabe...
el riesgo que corremos con un nuevo atraco,
supongo que estará preocupado.
Preocupada estoy yo.
Es lo último que me esperaba de Miguel.
Es solo un robo, como hemos hecho docenas en nuestra vida.
No.
No es lo mismo, Roberto.
Es nuestro fracaso como abuelos.
Toda la vida intentando que lleve una vida honesta
y, ahora es él quien nos pide que demos un golpe.
¿Y no te da alegría pensar que los genes están por encima de todo?
Tenga la educación que tenga,
tu nieto es un Olmedo, digno miembro de nuestra familia.
Tenemos a la policía detrás, a Daniela vigilándonos
y, ahora es él pidiéndonos que nos pongamos en riesgo.
La policía no es problema,
no nos han detenido en más de cuarenta años de actividad
y no lo van a hacer ahora.
Y respecto a Daniela,
yo creo que no nos debemos preocupar.
Yo no lo tengo tan claro.
Hazme caso, de Daniela se ocupará Miguel.
Y respecto al robo,
ya sabemos las razones por las que quiere hacerlo.
Tanto Marcos Bacigalupe
como Aurelio Quesada son dos miserables.
No sé, no sé. -A ver...
Te voy a contar lo que llevo todo el día pensando.
Hacemos el robo,
nos ocupamos de que nada incrimine a Miguel
y retomamos nuestros planes,
nos vamos a Estambul a disfrutar de las ganancias
de toda una vida de trabajo.
¿Qué te parece?
La verdad es que suena muy bien.
Sería nuestra despedida.
Una retirada bonita.
Menos grande de lo que habíamos soñado,
pero una retirada al fin y al cabo.
Se acabaron los clientes pesados
y las camareras entrometidas.
Pues venga,
vamos a dar un paseo por el río y empezamos a pensar en el golpe.
¿No sientes ya el gusanillo bajar por la espalda?
Como en los viejos tiempos.
Todo sea por nuestro nieto.
Espero...
que este robo...
le quite cualquier cosa que le esté rondando la cabeza.
(Relinchos)
¿Qué haces? Detente.
Chist.
(CHISTA)
¡Natalia!
¡Anabel! Qué alegría que hayas venido.
Te he traído algo de ropa.
¿Cómo estás?
Mal.
Todo esto es injusto, yo no soy ninguna espía.
Ya lo sé, a mí no me tienes que convencer.
Yo coqueteé con Pierre Caron, pero nunca le espié,
ni siquiera sé cómo podría haberlo hecho.
Tranquila, ya te digo que te creo.
Y el juez te va a creer también, tranquila.
Esto ha sido un error.
Te soltarán y darán una lección a Pierre por acusarte con falsedades.
Anabel, el responsable de esta situación no es ese francés.
Es tu padre.
¿Es eso cierto?
Lo sabes tan bien como yo.
Tu padre nos odia,
es capaz de cualquier cosa.
Así es.
No sé cómo decirle que tu hermano y yo...
¿Qué?
Queremos casarnos.
Pero eso es maravilloso.
Sabes que hará todo lo posible por impedirlo, ¿no?
Pero no lo va a lograr.
Me voy a casar con Aurelio y voy a acabar con la guerra entre familias.
¿Me ayudarás?
Claro.
Solo somos unas víctimas del odio de los Bacigalupe y los Quesada.
Acabaremos con él.
Da igual lo que tengamos que hacer, acabaremos con esta guerra.
Por Dios, una espía, yo pensaba que eso ni existía en España.
Pues ya lo ve.
Reconozco que a mí también me ha sorprendido,
e igual que a mí, a todas las vecinas.
No había nadie que entrara en la mantequería y no lo comentara.
Ya me figuro.
¿Usted no ha conocido a ningún espía en sus viajes?
Claro que sí:
espías, contrabandistas, militares que querían dar un golpe de estado,
dictadores exiliados...
¡Dios mío!
Lo que no se vea por esos países,
pero esto es distinto, esto es Acacias,
aquí nunca esperé verlo.
Pues le voy a decir una cosa,
lo que no se haya visto en este barrio... Hasta asesinatos.
Jesús, María y José.
Más de uno y más de dos.
Me va a perdonar, pero va a resultar que el espionaje
es un entretenimiento sin importancia.
(RÍEN)
¿Se imagina?
Aquí todos vendiendo secretos de los franceses a los alemanes,
de los alemanes a los ingleses, de los austrohúngaros a los rusos...
Al mejor postor.
A ver, ¿quién da más por un secreto oficial
o por un plan de invasión del país?
¿Y esas risas? Da gusto oírlas.
Nada, Rosina, bromeando sobre el tema del día,
el espionaje internacional.
Mejor tomárselo a chanza, sí, aunque esa joven está en la cárcel.
Ya, es verdad.
Y nosotras riéndonos cuando hay una vecina en la cárcel,
y además, cuando en mi casa andamos
con los líos de la entrevista de Antoñito.
Hay que reírse tanto de una cosa como de la otra,
que las desgracias no nos quiten las ganas de reírnos,
que es de lo poco que nos queda.
Claro. A mí lo de Antoñito me parece fenomenal.
Mano dura es lo que hace falta. Cada uno en su sitio.
Los señores en el nuestro y los criados en el suyo.
No sé si lo dice en serio,
después de apuntarse a un juego como el churro Va.
¿Y eso qué tiene que ver?
A ver, que yo creo que cada uno puede hacer lo que quiera,
si hasta mi nuera se ha apuntado,
pero el churro va no me parece un deporte muy de la alta sociedad.
Los de la alta sociedad podemos hacer lo que nos venga en gana.
Si hay que bailar el minué, se baila,
si hay que brincar en el churro va, se brinca,
y lo que se tercie.
Tiene usted razón.
¿Qué les parece si nos tomamos un café juntas
y así nos cuenta los intríngulis de esa competición?
Eso. Además, como el restaurante está cerrado
y en la alta sociedad se hace lo que se quiere,
hoy decidimos tomarnos el café en la pensión,
que puede que esté Fabiana y nos ponga al día de las noticias.
Entonces sí. -(RÍEN)
-Vamos.
¿Hablaste con el señorito Ignacio?
No le tenías que haber dicho que quería hablar con él.
Pues si no hablas, ya me contarás.
Lo que habéis hecho, lo habéis hecho entre los dos.
No me lo recuerdes.
Además, él no quiere hablar conmigo.
Él quiere pa lo que me quiere, usarme.
Pues eso ya lo ha conseguido.
Pues quiere más y más. Es para lo único que me busca.
Todos los señoritos son iguales.
Pero no digas que no lo sabías, que bien que te avisamos nosotras.
Ya lo sé, Casilda.
Mira que soy tonta. Y le entregué mi virtud.
Ahora, te digo una cosa, no va a volver a pasar.
Por eso no te preocupes, si virtud no hay más que una,
y si se pierde, se pierde pa siempre.
No, digo que no voy a volver a hacerlo con él.
Alodia, ándate con ojo, que la carne es débil.
Mira que soy tonta, Casilda.
(Puerta)
Yo que creía que él quería algo serio conmigo.
Muy buenas.
Hola otra vez, Casilda.
Buenas.
Si molesto, me voy.
Pues sí. Si no te importa...
Aluego te veo, Alodia.
Muy buena amiga te has hecho de Casilda.
Es más buena que el pan.
Te traigo una cosa.
Quería pedirte perdón por lo brusco que fui antes.
¿Flores? -(ASIENTE)
Nunca antes me habían regalado flores.
Siempre hay una primera vez.
No me hable de primeras veces, que me entran todos los males.
Tenía que haberlo sospechado antes.
Una mujer tan buena y tan decente no podía ser, no podía ser.
¿Y si estoy preñá?
¿Otra vez? Chiquilla, eso es imposible.
¿Y cómo lo sabe?
Porque soy casi médico.
Una primera vez es imposible.
¿De verdad?
Completamente.
Pues entonces, no habrá segunda vez, que en esa sí que puede pasar.
Bueno, yo me voy a ir.
Y estate tranquila, hija.
Con Dios.
(Ruido de llaves)
Lo sabía.
Sabía que aquí abajo había pruebas.
¿Qué estás haciendo aquí?
Sí, hace un rato vi a don Roberto y doña Sabina en el parque.
Debían estar celebrando algo, porque parecían muy felices.
Podemos tomarlo en la pensión.
¿Me está pidiendo que no le pregunte por Natalia?
No era una espía, ¿eh?
Qué decepción, habría sido la primera que conocía en mi vida.
Ya. ¿Y sabe algo de Méndez?
Buenas tardes, caballeros.
Buenas tardes.
Don Felipe, ¿alguna novedad sobre Natalia Quesada?
Espero que tenga suerte.
Los calabozos no son un buen lugar para pasar la noche.
Don Felipe,
¿alguna noticia de mi hermana?
En mi nombre y en el de mi esposa le deseamos
que todo se solucione. -Muchas gracias. Todos lo esperamos.
O no, casi todos.
Supongo que algún vecino cínico no lo hará.
(RÍE)
¿Lo dice por mí?
Mida sus palabras o le tendré que lavar la boca.
No llame caballero a este miserable
que está detrás de la detención de mi hermana.
No ha sido necesario.
SU hermana siempre fue ligera de cascos,
seguro que sedujo al francés y después se cansó de él.
No es la primera vez que lo hace, ¿verdad?
Se va a tragar esas palabras.
¡Vamos, venga a por mí!
No le tengo miedo.
Vamos.
¿Quieres que te diga qué hago aquí?
Espero tu respuesta.
He encontrado esto.
-Pero algunos temen que la fama que está adquiriendo mi hijo
le depare nombramientos y prebendas a los que ellos también aspiraban.
¿Quiere que vaya a remolque de lo mediocres?
No. Que tengas más cuidado con ellos,
porque los mediocres son los más peligrosos.
Estoy deseando dar buena cuenta de ese hijo de perra de Marcos.
Vengo del convento del Santísimo Sacramento.
Anabel, ve preparando tu ropa, te irás a vivir allí una temporada.
Dicen que van a sacar el libro y el disco dentro de unos días.
Esa es muy buena noticia.
Lo sería si hubiera leído lo que han escrito.
¿No te han enviado una copia? -Nones.
Ha dejado el trabajo y se ha despedido de nosotros.
Muy cariñosa, eso sí.
¿Cómo? ¿Me están tomando el pelo?
Ha dejado esta carta para ti.
¿Y encontró algo?
Dice que sabe que la policía sigue investigando su caso
y que va a registrar el local.
Tienen que marcharse de aquí inmediatamente.
Márchese. No quiero verle, no tengo nada que decirle.
Me temo que no estás en condiciones de elegir.
Genoveva y Felipe firman un armisticio y ella pide a Aurelio que confíe en Felipe. Felipe y Natalia preparan la comparecencia ante el juez. Cuando Anabel se entera de la detención de Natalia, a través de las señoras, corre a visitar a su amiga. Marcos y Aurelio se enfrentan delante de los vecinos. Por su parte Soledad teme que Fausto quiera atentar contra Antoñito y su familia.
Finalmente, Roberto confiesa a Miguel que sus padres están en prisión por un atraco fallido. Y ambos acuerdan no desvelar su conversación a Sabina. El abogado propone a sus abuelos en la empresa Bacigalupe - Quesada. A escondidas, Daniela entra en la bodega buscando pruebas, pero es descubierta.
En el periódico aparece la entrevista de Antoñito. Ignacio se disculpa con Alodia y ella se queda más tranquila. La competición del Churro Va sigue viento en popa. Rosina y Lolita se molestan con Servando por lo que dice de ellas y Bellita las apoya.