Lunes a viernes a las 18.15 horas
O colabora conmigo o la denunciaré...
ante las autoridades por ejercer el espionaje en tiempos de guerra.
¿Cree que Pierre Caron sigue las órdenes de Marcos?
Daniela Stabile no es quien dice ser.
Es una policía infiltrada que ha venido a vigilarnos.
¡Cada vez está usted más paranoica! -¡No pararé hasta demostrarlo!
¿Tienes respuesta para Fausto?
Haré lo que me pida.
Marcos y Aurelio te han engañado. Son dos buitres de la peor calaña.
El muchacho me confirmó que Natalia no fue a su establecimiento.
Y al mismo tiempo,
anula toda la investigación que he realizado.
Con la clave de tu caja fuerte, ¿quién se ríe de quién?
¿Cómo justificaremos la desaparición de Natalia?
(EN SUEÑOS) No... No...
No, no me toque.
No, no, no... -Natalia.
Natalia, despierta. -No me toque.
Soy yo, Aurelio, tu hermano. Es solo un sueño.
Despierta. -(GRITA)
Tranquila. -Otra vez ese hombre.
¿Quién, Pierre Caron?
No te preocupes.
Genoveva y yo te protegeremos.
No, me llevarán a Francia.
Imposible, me llevarán a Francia y me juzgarán allí.
Nadie te va a llevar a Francia ni te va a juzgar.
España es neutral y no va a permitir que se lleven a nadie a otro país.
Sí, lo harán a la fuerza.
Escúchame.
No se lo vamos a permitir.
Está todo pensado.
¿Pensado? ¿Cómo?
Es mejor que no sepas nada. Tú solamente confía en nosotros.
(Llaman)
¿Quién es? -Natalia, por Dios,
nadie va a venir a buscarte a casa.
Tranquilízate, por favor. Voy a abrir.
(RESPIRA NERVIOSA)
(Sintonía de "Acacias 38")
(Se cierra la puerta)
Natalia, tienes visita.
¡Felipe! No le esperaba.
Acaba de tener una pesadilla y se ha despertado,
le vendrá bien charlar con alguien para que vea que todo está bien.
No ha sido nada grave.
Les dejo.
Mi hermano es un exagerado,
tan solo un mal sueño.
La culpa es mía por quedarme dormida en el salón.
Lo mismo me ha dicho mi hermano.
Los dos tienen razón,
se llevarán estupendamente.
Ah.
Felipe, sabe que me encanta su compañía,
pero creo que hoy no es el mejor día.
Los que usted ya conoce.
No estoy tan segura.
Lo hago.
Pero si me invita a pasear mañana, se lo agradezco,
hoy no tengo cuerpo.
Lo sé... y lo agradezco.
¿Qué haces?
Descansar.
Uy, cada día estás más flojo, marido mío.
Estoy pal arrastre, me tienes extenuado.
Chiquillo, arriba ese ánimo,
que hace años que no estábamos tan bien.
Mira, el disco marcha bien,
la biografía no sé, pero supongo que también,
Ignacio está más centrado en los estudios...
Y tú y yo... -Tú y yo, ¿qué?
Que tú y yo hemos recuperado la pasión del viaje de bodas.
¿Te acuerdas?
Me acuerdo.
Y en el viaje de bodas me dejabas descansar algún rato.
Es verdad, ahora es mejor todavía. -No.
Maribelli de mis entretelas,
tú sabes que te adoro, pero no puedo seguir este ritmo.
No me mientas, que tú nunca me dices que no.
No te digo que no porque es verte y encenderme.
Que a mí me pasa contigo como a los toros bravos con la muleta,
que embisto como si tuviera ruedas.
Y la alegría que me das,
que siento que le sigo gustando a mi marido.
Más que las zanahorias a los conejos.
Pero... yo creo que deberíamos echar el freno.
Hijo, ¿por qué?
Porque me van a tener que recoger en camilla.
Venga, por favor, deja la infusión esa.
La infusión es lo que me da fuerzas para grabar todos los días.
¿Sí? Pues toma un poquito menos.
Solo una taza por las mañanas.
Bueno, la verdad es que para lo que le queda al disco...
Te voy a hacer caso y voy a tirar las hierbas que me quedan.
Pero que conste que lo hago por ti, que yo estoy encantada.
Eh... Tirar igual es muy radical.
Guárdalas mejor.
¿Y pa qué?
Porque a mí en dos días se me pasa la fatiga
y volvemos al viaje de novios.
Oye,... ¿y ahora?
No me digas que me vas a dejar con las ganas.
Pero...
Anda.
Ven, ven, ven p'acá.
-Suerte, maestro.
-(RÍE)
Ea, pues a torear. -Ay.
Nada.
¿Otra? -No, no.
Mejor, ya lleva usted seis tazas esta tarde.
Ya. Y no he notado nada, ningún efecto.
Señora, ¿qué efecto le tiene que hacer?
Cosas mías, no seas entrometida.
Sírveme otra taza.
Va a terminar por sentarle mal.
¡Calla y obedece!
Allá usted.
¿Otra infusión?
Sí.
Y de lo único que me entran ganas es de orinar.
¿Y qué esperabas?
Pues otro efecto.
¿Qué efecto?
El que nos ha contado Bellita a Carmen y a mí.
Desde que ella lo toma, su esposo y ella no paran.
¿No paran, de qué?
Pues de eso.
Como no hables claro, Rosina... ¿Qué eso?
Pues eso, de hacer uso del matrimonio,
todo el día dale que te pego al uso del matrimonio.
Por Dios, tú y yo no necesitamos infusiones para eso.
Liberto, ya no estamos como cuando nos casamos.
¿Ah, no?
Vamos a la alcoba, vas a ver si somos los mismos o no.
Pero...
Señora, la infu...
(Suenan las campanas en Acacias)
Desde luego, esta vida de burgués de desayunar en una terraza
es mejor que la de la lucha obrera.
Ya lo creo.
Y más, servido por una camarera tan guapa.
Pues sí.
Pero, bueno, ¿cómo va el tema de la huelga?
Mal, una huelga siempre va mal.
A todos nos gustaría no tener que hacerla.
Pero será un éxito.
Ya se han apuntado ebanistas, carpinteros,
obreros de la construcción, impresores...
¿Qué puede salir mal entonces?
La noticia ha trascendido,
y mañana, todo aquel que no quiera que funcione, estará alerta.
Sabe que no entiendo mucho, pero...
¿qué se puede hacer para que funcione pese a todo?
Habrá manifestaciones y protestas en toda la ciudad,
para evitar que los que quieran evitarlo
se junten en el mismo lugar y ataquen de manera frontal.
¿Habrá movilizaciones también aquí en Acacias?
Los lugares son secretos y no se comunicarán hasta mañana,
para evitar filtraciones.
Pero vamos, por todas partes.
La verdad es que es emocionante formar parte de todo esto.
Sí, lo es, pero no es solo la emoción, Miguel,
es también la responsabilidad. -(ASIENTE)
Habrá que sudar tinta para atender jurídicamente
a los compañeros detenidos.
Allí estaremos para cumplir con nuestro deber.
Se puede imaginar que hay muchos intereses que tratarán de impedirlo:
policías, jueces, políticos...
Trataremos de sobreponernos a todos los obstáculos que surjan,
en eso, los abogados somos expertos.
Eso era lo que esperaba escuchar.
Bienvenido a la lucha obrera.
Venceremos.
¿Va a querer más café?
No, así está bien.
¿Mi padre ha salido? -Sí, esta mañana temprano.
Ha ido al banco y a hacer algunas gestiones.
Sí, ahora que recuerdo, algo comentó ayer por la noche.
(Puerta)
Don Marcos no está en casa.
No es a él a quien vengo a ver.
¡Aurelio! -Buenos días.
¿Le dices a tu criada que nos deje solos?
Por favor, Soledad. Yo atiendo al señor Quesada.
Señorita Anabel, su padre... -Soledad, haga lo que le pido.
Estás loco.
Si mi padre hubiera estado en casa, no sé lo que habría hecho.
Sabía que no estaba. Y no podía aguantar sin verte.
Y yo tampoco. -Hace tiempo que no estamos juntos.
Ya sabes de las amenazas de mi padre.
No le tengo miedo.
Pero es mi padre.
Le debo respeto y tú, si me amas, debes guardárselo también.
Tenemos que casarnos cuanto antes.
Es absurdo esperar a que nuestras familias hagan las paces.
Nunca seremos felices hasta que no rompas tus vínculos con él.
Dame tiempo.
Te esperaría toda la vida...
si sé que vienes a mi lado.
Iré, no lo dudes.
¿Te espero esta tarde en las cuadras?
No lo sé, debo tener cuidado.
Estaré allí, no me faltes.
Lo voy a intentar, te lo juro.
Te necesito tanto como tú a mí.
¿Abogado de los huelguistas?
Quizás haya algo de alboroto
y, estoy seguro de que muchos obreros serán detenidos.
Si la protesta es pacífica, no tiene porqué ocurrir nada.
Dicen que la patronal quiere reventarla.
Habrá provocadores, detenciones...
Bueno, es su obligación.
Los obreros hacen huelga y las autoridades tratan de impedirlo.
No me diga que no está a favor.
Yo estoy a favor de que el mundo viva mejor,
lo que no sé es si eso se consigue con las huelgas.
Entonces, ¿qué propone usted? -Yo no propongo nada.
Yo solo soy un individualista
que se preocupa de lo suyo y de lo de su familia.
Pero los obreros tienen que unirse.
Que se unan, que se unan, que la unión es buena.
Pero a mí solo me unen los de mi propia familia.
Pero así no mejorarán las condiciones de los trabajadores.
Tienes razón, no lo harán.
¿Usted nunca ha combatido las injusticias?
Gracias.
Sí, llevo toda la vida haciéndolo.
Pero a mi manera.
¿Y qué manera es esa?
Me preguntas, te contestaré y te enfadarás.
Verás.
Robando.
Mi manera de combatir las injusticias es robar.
Menuda manera de hacerlo.
Vergüenza me da escucharle.
Pero nunca hemos robado a ningún obrero,
ni tu abuela ni yo.
Hemos robado en bancos,
en mansiones de millonarios,
en cajas fuertes de grandes empresas...
Y ahora me dirá que lo repartían entre los menesterosos.
A veces.
Pero mucho menos de lo que hubiéramos querido.
Había un inglés que lo hacía así, un tal Robin Hood.
Así, así tenían que haber hecho ustedes,
y yo hubiera respetado su oficio, como Robin Hood.
¿Ah, sí?
Se lo comentaré a tu abuela.
Así matamos el gusanillo.
Genoveva, con tus besos alcanzo el cielo.
Sí, sí que le encanta.
Y yo creo que a ti también.
Es una pena.
¿Y nada más?
-"¿Pudo terminar sus gestiones?".
Casi todas, ya sabes que uno de los males de este país
es el exceso de burocracia. Pero las importantes están hechas.
¿Alguna novedad en casa?
No, ninguna.
Soledad, no quiero que me ocultes nada.
¿Anabel está en casa?
Sí, en su habitación, leyendo.
¿Ha salido?
No se ha movido de casa.
¿Entonces? ¿Qué ocurre?
Estoy seguro de que lo que no me quieres contar
tiene que ver con mi hija.
Está bien. Ha recibido una visita.
¿De quién? -Ya lo sabe.
Don Aurelio Quesada ha venido a verla.
¿Le dejaste entrar?
Difícilmente habría podido impedirlo.
Estuvieron hablando y me mandaron salir.
¿Y obedeciste?
Escuché parte de la conversación que mantuvieron.
Me temo que mi hija y ese hombre mantienen una relación.
¡Pese a mi prohibición!
Así es.
Y don Aurelio no es sincero en sus sentimientos por ella.
Claro que no, no creo que tenga sentimientos.
Me da mucho miedo por Anabel.
Y ella debería saberlo.
Nunca debí asociarme con el padre de esos dos monstruos.
Menos mal, Soledad,
que siempre tienes los ojos abiertos
y me adviertes de lo que ocurre a mis espaldas.
No le diga a Anabel que lo ha sabido por mí,
perdería su confianza.
Tranquila, ya lo sabía, no me dices nada nuevo.
¿Está muy avanzada la relación?
No lo sé.
Aurelio le propuso verse en unas cuadras,
y... ella le dijo que no sabía si podía asistir.
¿Le dijo qué cuadras?
No, pero los dos sabían a qué cuadras se referían.
Creo... que sé cuáles son esas cuadras.
¿Algo más que me quieras decir?
Sí. Quería pedirle permiso para ausentarme esta tarde.
No. -Sé que...
no es momento y que quiere que esté aquí con Anabel,
pero es un asunto personal.
Está bien, está bien.
Tómate la tarde libre.
Puede que me venga bien que estés fuera.
¿Venirle bien? No lo entiendo.
Ya lo entenderás.
Ahora, déjame solo.
¿Va a colaborar para hacer desaparecer a mi hermana?
¿Ella estará a salvo?
Espero que así sea.
Sí, he estado esta mañana en su casa.
Muy arriesgado.
Lo único que nos faltaba es que Marcos se líe a tiros por el barrio.
(RÍE) Descuida.
A ella le enciende que me ponga en peligro,
que tome riesgos por ella.
Pero yo sabía que Marcos no estaba y que tardaría en volver.
Son los únicos que nos podemos permitir.
No me lo ha confirmado pero hará todo lo que pueda,
está deseándolo.
Es una jovencita muy apasionada...
¿Y cómo se consigue eso?
¿Papel rosado?
¿"Gatita"? No se va a creer que lo haya escrito yo.
Gatita.
(Graznidos)
¿Va a tomar café?
Me da miedo que se me altere el pulso, señorita.
¿Le altera el pulso el café?
No, en absoluto,...
me lo altera su cercanía.
Va a hacer que me ruborice.
¿Puedo tomar asiento?
Al final va a hacer que yo me ruborice.
Prefiero esa, así puedo ver si llegan clientes.
Está por aquí el nieto de mis jefes
y no quiero que me riñan por desatender mi trabajo.
Vaya.
El nieto de sus jefes debe ser un ogro sin corazón.
No lo sabe usted bien, un tirano.
¿Puedo preguntarte una cosa?
Lo que quieras.
¿El nieto de mis jefes es un ogro sin corazón?
¿Eso es lo que piensas?
No.
Es difícil que no me dé miedo.
No sé si me tratas así por despecho a tu antigua novia.
Ella es de buena familia y yo una simple camarera.
Pues no, claro que no.
Sea la respuesta que sea, quiero sinceridad, por favor.
"Mi adorada gatita, el recuerdo de tu piel ronda por mi mente".
-"Gatita".
Padre, no sabía que estaba en casa.
Me dijo Soledad que estabas leyendo
y no te quise molestar cuando llegué.
¿Algo interesante?
No, una novela mala.
Deberías abandonar esas lecturas que no te aportan nada
y tratar de aprender: historia, geografía...
Qué sopor, padre.
La vida es muy larga y hay que saber de todo.
¿Es que no te apetece hacer nada?
Tener un esposo y darle a usted nietos.
¿Y viajar?
Conozco México y conozco España,
con eso tengo suficiente.
Ya.
En fin, cada uno tiene sus gustos.
Vamos a tener que prepararnos la comida solos.
¿Nosotros? Yo no sé cocinar ni un huevo.
¿Ves? Algo que también deberías aprender,
para cuando tengas familia. -Tendré familia y tendré servicio.
Ojalá te lo puedas permitir.
Pero no te preocupes,
hoy no tenemos que cocinar, la comida está preparada.
Soledad lo ha dejado en la cocina, solo nos lo tenemos que servir.
¿Y ella?
No sé qué tenía que hacer esta tarde y me ha pedido la tarde libre.
Me ha insistido tanto en que era algo importante,
que no he sabido decirle que no.
Entonces, ¿estaremos solos usted y yo en casa?
No.
Tendrás que quedarte tú sola.
¿Y usted?
Debo acudir a una reunión de negocios en el Ateneo.
Pero puedo cambiarla
si no te apetece estar sola. -¡No!
No, padre, no la cambie.
Usted dice que en los negocios hay que ser formal.
Sí, claro.
Prefiero no hacer cambios.
Puede que sea bueno para el negocio.
¿Y tú? ¿Qué vas a hacer tú?
No sé, quedarme a leer tranquila.
¿La novela mala?
Cogeré otra, a ver si tengo más suerte.
Muy bien.
Si los dos tenemos tan claro
a qué vamos a dedicar la tarde, podíamos comer ya,
no quiero retrasarme.
¿Qué te parece si voy a la cocina a por lo que nos ha dejado Soledad
mientras tú pones la mesa?
Muy bien, trabajaremos en equipo.
(SONRÍE)
-"Jamás he jugado con los sentimientos".
Tú no ibas a ser la primera.
¿Puedo confiar entonces?
Por completo. Y te voy a decir algo más,
me encanta tu forma de ser, tu alegría.
¿Más que la de Anabel?
Sí. Es cierto que a Anabel la he amado mucho,...
pero tú eres una mujer muy especial
y estoy muy feliz de haberte conocido.
Entonces, ¿no es una revancha contra ella?
Daniela,
Anabel ya no ocupa mis pensamientos, te lo aseguro.
Mañana tengo el día libre.
Podríamos pasarlo juntos.
¿Un paseo por el parque?
Mañana no, cualquier día menos mañana.
Vaya.
Mal empezamos si no consigo una cita ni siendo tan especial.
Lo siento, pero lo de mañana es inaplazable.
¿Has oído hablar de la huelga?
¿La que preparan los sindicalistas?
Esa. Voy a atender a los obreros que sean detenidos.
Ten cuidado.
Creo que es mi obligación.
Se trata de conseguir una vida mejor para los trabajadores.
Bueno, si ese es el motivo para no ir a dar un paseo mañana,
entonces, no volveré a protestar.
Me alegro de que lo entiendas.
Bueno, voy a atender a los clientes.
Ya sabe, el nieto de mis jefes
es un negrero y está al acecho.
Claro, claro. Tomen asiento.
Sí. Muchas gracias.
Lo que no acabo de adivinar es qué les trae a mi casa.
Ustedes y yo no hemos coincidido mucho.
Yo tampoco lo tengo muy claro,
pero si Servando me dice que le acompañe, le acompaño.
Ah. Entonces es usted quien me podrá ilustrar, Servando.
Dígame.
No. No sé de qué me está hablando.
Es un juego.
Sí, creo que sí.
Pero, dígame, ¿qué es eso del Churro va?
Quizá en México lo llamamos de otra manera.
Ah, esto es el burro.
Sí, hombre, el Brinca burro lo llamamos en México.
¿Allí también juegan a esto?
Yo no lo llamaría sport internacional,
sino un juego de niños. Yo jugaba de crío y me encantaba.
¿Y qué quieren de mí? ¿Financiación?
¿Necesitan dinero para pagar los billetes de autobús?
No sé si hay línea directa...
Espere, que no nos vendría mal.
¿Quieren ustedes que yo...
vaya al pueblo este a jugar al juego de niños?
Yo creo que ustedes me están gastando un broma...
a la que no encuentro la gracia.
¿Vienen a mi casa a contarme mamarrachadas
y pretenden que les tome en serio?
Ya, sí. Bueno, ya he perdido el tiempo con ustedes, hala.
¡A la calle!
Yo pienso como usted.
¡Venga, fuera!
No se preocupe, que no lo voy a decir.
Hala, a su casa.
Y cierre al salir.
-"Si me necesitan, estoy dentro".
A más ver.
Gracias.
Qué gran mujer,
siempre pendiente de su comercio, de su hijo, de los vecinos...
Lo mejor que pude hacer en mi vida fue casarme con ella.
Le doy un consejo, le recomiendo que busque una buena mujer
y se case con ella, sin importar sus apellidos,
pero que sea buena. -Le haré caso, no lo dude.
Me ha pedido que viniera.
Sí. Y le agradezco que lo haya hecho.
Quiero hablarle de algo que me preocupa bastante.
Usted dirá.
Tengo entendido que hay una huelga sindicalista programada,
creo que para mañana.
Así es.
Ya ha trascendido toda la información necesaria.
Toda, en el partido ya estamos al tanto de todo.
Incluso...
que usted es uno de los abogados
que prestará auxilio jurídico a los detenidos.
Así es, me he comprometido a ello.
Ya.
Miguel, yo estoy en contra de esta huelga,
pero, a pesar de lo que muchos creen,
no soy un radical de la peor especie,
acepto que la gente tenga sus propios intereses
y haga lo que le venga en gana. -Por supuesto.
Pero...
por el cariño que le tengo y como le considero amigo,
le recomiendo que se aleje de ese mundillo,
está poniendo en peligro su carrera como abogado.
Le agradezco su consejo,
pero es un riesgo en el que he pensado y he aceptado.
Muy bien, como quiera, pero no diga que no le avisé.
Y...
tenga cuidado y no se meta en líos.
Descuide, mi trabajo estará siempre del lado de la ley.
Tanto hablar de política y no ha probado el café de Lolita.
Lo trae de la mantequería, está buenísimo,
igual que el que venden sus abuelos en el restaurante.
Y hablando de otros asuntos,
¿estará usted en algún sector de la ciudad?
Porque imagino que...
habrá actos de protesta programados en distintos sitios
y a distintas horas.
Lo lamento, pero es algo de lo que no puedo hablar.
Debemos evitar que haya alborotadores ajenos
a los trabajadores que causen desórdenes
y obliguen a la policía a actuar.
No será necesario, los huelguistas se bastan y se sobran ellos solos
para alterar el orden.
Bueno, son distintos puntos de vista.
Sí que lo son, sí.
Imagino que si le pregunto...
qué gremios han decidido acudir a la convocatoria,
me dirá que no tiene conocimiento.
Eso mismo le diré, Antoñito.
Bueno, pues le deseo la mejor de las suertes para mañana.
Muchas gracias, lo mismo le digo. Y tenía razón,...
el café es magnífico.
Sí que está bueno, sí.
Ignacio.
¿Y este carro?
No es de tus tíos, ¿no?
Mis titos dice. Mi tita no se sube a uno de estos
desde la última vez que fue al Rocío.
(RÍE) ¿Y de dónde lo has sacao?
Lo he comprao. -¿Cómo?
Con parte del dinero que estamos ganando.
Se acabó cargar la mercancía a hombros.
No le llames mercancía, hombre.
Vendemos mercancía, ¿no? -Sí.
Y buen dinero que estamos ganando.
En eso llevas razón.
Ignacio, vamos a hacernos ricos.
No sé si ricos.
Anda, sube. ¿Vamos a La venta del moro?
Sí, que me han dicho que allí hay muy buena mercancía, como tú dices.
Échate p'allá. -Dale.
Cerebrín se llama. -¿Cerebrín?
¡Vamos!
¿Qué se traen entre manos estos dos?
Por fin te dignas a venir.
No he podido hacerlo antes.
La vida de fuera es más complicada que la tuya aquí dentro.
Déjenos solos. Y esté preparado para cuando le llame.
¿Hace todo lo que le mandas? -Para eso cobra.
Y no es poco lo que me cuesta. -¿No prefieres fugarte?
Teniendo tanto poder aquí dentro...
¿Crees que soy un irresponsable?
Tengo que pagar mi deuda con la sociedad.
Y tú lo has dicho: "teniendo tanto poder aquí dentro...".
Siéntate.
Estoy teniendo mucha paciencia contigo, pero se me acaba.
Si tienes paciencia es porque sabes que soy la mejor.
Pero ha llegado el momento de que te decidas.
Me ha quedado muy claro,
entre tus esbirros y tú me habéis demostrado que no tengo otra opción,
pero quiero que sepas, que lo que me estás pidiendo me horroriza.
No mientas, no tienes escrúpulos para nada.
Antaño nos engañaste a nosotros,
que éramos tus compañeros,
hoy, traicionarás a los opresores que tan bien te alimentan.
Es lo que mejor haces, traicionar a los demás.
No voy a discutir contigo sobre mis lealtades.
Me basta con que hagas el trabajo. -Hay una condición.
Estoy harto de tus condiciones.
O la cumples o no haré el trabajo.
O puedes llamar al carcelero, que te dé un arma
y acabamos aquí la conversación.
Está bien, habla.
Son los contratos firmados por don Aurelio Quesada en la empresa,
están revisados.
¿Y bien?
Inmorales, como todo lo que hace ese hombre.
Miguel, tengo mucha prisa,
así que te ruego que no te enredes en consideraciones morales
y vayamos a lo práctico.
Hay varias irregularidades, pero solo una llamó mi atención.
Un contrato con un intermediario alemán para una venta de armas.
Una cantidad muy alta.
¿Algo denunciable?
En la actual situación, no.
Ya sabe que aunque sea ilegal vender armas a los contendientes,
es algo que muchas empresas sin escrúpulos hacen.
¿Y qué llamó tu atención entonces?
La inmoralidad, sobre todo,
y el monto económico.
Lo de la inmoralidad ya me lo has dicho.
¡Y varias veces, de hecho!
Esas armas van a servir para que mucha gente muera.
Ya lo sé.
Pero, ahora mismo, eso no me importa lo más mínimo.
Son los gobiernos los que mandan a esos hombres a la muerte.
No me siento responsable y, en este caso,
a Aurelio tampoco le considero culpable de nada.
Entonces, ¿comparte los escasos criterios morales con su socio?
Te he contratado para un trabajo jurídico,
si quisiera sermones, iría a la parroquia.
Dime si hay algo en esos contratos
que me ayuden a desposeer Aurelio de la presidencia.
Me temo que no.
¿No? -No.
Pues hemos terminado.
Y ahora, haz el favor de marcharte.
Tengo algunas cosas que hacer.
Cosas que tendrías que hacer tú de haber tenido más arrestos.
Lo único que siento es que usted no vaya a colaborar
en evitar el derramamiento de sangre.
Que colabore el káiser. ¡Adiós!
Con su permiso.
Discúlpeme, señora,
no sé cómo he sido tan torpe de tirarme la copa encima.
Menudo desastre. -No pasa nada, chiquilla.
Lo importante es que no te hayas hecho daño
y que salga la mancha de tu uniforme.
No parece que hoy sea mi día.
Deje, que lo hago yo.
No, deja, si esto me relaja.
¿Sabes quién cocinaba en mi casa cuando era una niña?
Usted, supongo.
Con diez años ya preparaba una caldereta de pescado,
que ríete tú de los mejores restaurantes.
Pero luego me dio por cantar.
Y bien que lo hace usted.
¿Cuándo vamos a poder escuchar su nuevo disco?
Mira, mañana terminamos de grabar.
Vamos a preparar una cena para celebrarlo.
¿Con invitados y to? -No, solo los de casa.
Por cierto, ¿no has visto a Ignacio?
No, no le he visto.
Y me resulta extraño, porque suele estar para la merienda.
Tendría clases por la tarde.
No sé, me habría avisao.
O a lo mejor ha conocido a alguna moza.
A lo mejor. Sí.
Ea. Pues mira, esto ya está.
Bate el huevo y lo pones al fuego,
que yo voy a salir a comprarle unos zapatos al señor, ¿eh?
Sí, señora.
Ya te encargas tú, ¿vale?
Sí. Yo me encargo, no se preocupe.
Muy bien. Con Dios.
Con Dios.
Aurelio.
Qué bien que has llegado, ya pensé que no vendrías.
Tenía que darle esquinazo a mi padre
y esperar a que saliera a una reunión.
Me duele que sea todo tan difícil.
Sabes que delante de mi padre tengo que simular que le soy sumisa,
pero me muero por verte.
Tú y yo nos amamos, no es justo que suframos esta ansiedad.
Debemos de pensar en la manera de estar siempre juntos.
Yo lo dejaría todo por ti.
Espera.
Mira.
No es el ramo más bonito del mundo,
pero sí el más sincero.
Las he cogido con mis manos.
Y eso es lo que lo convierte en el más bello.
No, no es el ramo,
tú eres la flor más bella.
La carta de esta mañana, este ramo,
tus requiebros...
Has cambiado, antes no eras tan romántico.
Bueno,
solo hay una cosa que hace cambiar a un hombre, el amor.
¿Qué te ha pasao? -Que me he caído.
No quiero que mi tita se preocupe, haz el favor.
¿Dónde se ha caído, en una zanja?
Algo así.
Lo mejor será que se quite la ropa,
no vaya a ser que doña Bellita entre y se pregunte qué ha pasao.
Tienes razón.
Tiene que darse un baño.
Se lo preparo y...
le aviso pa que vaya.
Espera, espera.
El baño también, pero eso después.
¿Qué hace?
¿Voy a estar yo desnudo y tú vestida, eso cómo es?
Ignacio, Ignacio.
¿Qué? -Que nunca lo he hecho.
Que yo sé lo que hago, guapa.
Que yo sé lo que hago, ¿eh?
Que yo sé lo que hago.
¿Sabes dónde encontré las flores? -¿Dónde?
¿Te acuerdas del paso del otro día en el que estuvimos?
(ANABEL RÍE)
¿Qué te ocurre? -No lo sé, señora.
No me encuentro muy católica. Tengo hasta sudores.
Aprecio mucho su compañía.
No dejo de pensar en lo que podrían hacerme.
Don Marcos es vengativo y cruel, y Caron tiene la fuerza de un estado.
Venga, vamos. -Vámonos.
Niño guapo. -Muy bien, músico.
A ver qué llevan estos dos en el carro.
¿Qué diablos es esto?
¡Justicia social, revuelta general! -¡Vamos!
¡Justicia social...! -¿Hay muchos detenidos?
Docenas. Precisan de nuestra asistencia.
¿Qué ocurre? -Hay muchos detenidos. Me voy.
Prométeme que tendrás cuidado.
-¡Mi partido tendrá en cuenta
sus consideraciones, siempre y cuando no uséis la violencia!
-¡No le hagáis caso!
¡Es un reaccionario, está vendido al patrón!
(Silbato)
¡Vamos, camaradas, corred!
(Silbato)
Mi hija pensaba que no la vigilaba...
y acudió al encuentro de Aurelio.
¿Por qué tienes ese arma ahí?
¿Has disparado a alguien?
Aurelio despierta a Natalia de una pesadilla y la tranquiliza. Felipe la visita y le invita a salir, en vano. El Quesada visita a Anabel por sorpresa y Soledad toma nota de todo y Marcos se entera de la visita. Le tiende una trampa para pillarlos.
Las hierbas siguen siendo parte de la dieta de Bellita, pero Jose, que no puede más con la actividad de su mujer, le ruega que pare de tomarlas. Por su parte, Rosina se decepciona porque la infusión a ella no le da el resultado esperado.
Alberto informa a Miguel de los últimos detalles de la huelga, y éste se lo comunica a su abuelo, quien tiene otros métodos de hacer huelga. Antoñito quiere sonsacar información a Miguel sobre la huelga. El abogado niega saber nada del asunto.
La competición de Salto de burro sigue en pie y Servando intenta reclutar a Aurelio para su equipo. Alodia se entrega a Ignacio…