Lunes a viernes a las 18.15 horas
Por mucho tiempo.
Yo siento lo mismo.
Tenemos que probar que los Olmedo estaban haciendo un butrón
para desvalijar la sucursal vecina.
Haré lo que haga falta para atrapar a los Olmedo.
¿Amigos? -Amigos.
¡Panoli!
Siempre envidiaba a Fausto cuando le veía contigo, ¿sabes?
No me hagas llorar, ¿quieres?
Siempre es un placer verle, don Marcos.
Lo mismo digo, monsieur Carron.
Pero permítame que insista.
A los placeres que da dejarse seducir
por la señorita Quesada, debo añadir su justo pago.
Es una bicoca.
París bien vale una misa.
(Suenan las campanas en Acacias)
Dígame ya, ¿qué ha pasado en la bodega?
¿En la bodega, dices? Nada en absoluto.
Entonces, ¿para qué me hace venir de buena mañana?
-Bueno, quería comentarte algo y no quería que nadie nos escuchara.
Debe de tratarse de algo de enjundia,
al necesitar tal confidencialidad. -Bueno, podría serlo, sí.
Verás...
Ayer por la noche me topé con Marcos.
Conociéndole, miedo me da escucharlo.
Y más miedo te dará saber que tuvimos unas palabras
sobre vuestra nueva relación laboral.
Pues ha hecho mal. ¿Discutieron?
No, y no fue porque no le dijera cuatro palabras, ¿eh?
Pero, Marcos prefirió no entrar en debates.
Menos mal. ¿Seguro que no se molestó?
En absoluto, al contrario.
Es más, nuestro encuentro terminó con un fraternal abrazo.
¿Eso es lo que sacó del encuentro, un abrazo?
Bueno,...
eso y...
esta bella cartera.
Es la cartera de don Marcos.
Aproveché el abrazo para cogérsela prestada.
¿Le ha robado la cartera a mi jefe?
Mira, me cuesta oírte que le llames así.
No me gusta que trabajes para él. -Ese no es el tema que nos ocupa.
¿Ha perdido el oremus? No me lo puedo creer.
Venga, va, no te preocupes, a lo hecho, pecho.
Además, no ha sido en vano.
Te encantará saber lo que he encontrado dentro de la cartera.
(Sintonía de "Acacias 38")
"Te fuiste por el mal camino".
Yo creía que luchábamos para que cada uno siguiera su camino.
Eso será cuando acabemos con los parásitos que nos chupan la sangre.
Mientras tanto, a los que nos queda conciencia, debemos luchar.
La lucha exige un mínimo de disciplina, ¿entiendes?
Puedes seguir predicando, no te lo voy a impedir.
Pero a mí me dejas en paz, yo estoy fuera de esto, ¿me oyes?
Soledad.
Soledad, soy yo.
¿Está usted bien? -Sí, sí.
Discúlpeme, estaba distraída.
Sí, eso ya lo he podido comprobar.
No era mi intención asustarla,
pero la he llamado varias veces sin que me contestara.
Estaba pensando en una receta para mi señor
y se me ha ido el santo al cielo.
¿Qué quiere de mí?
Poca cosa, aparte de saludarla, preguntarle por don Marcos.
Me acerqué a verlo, pero no estaba en casa.
Lo lamento, no puedo ayudarle.
No sé donde estará, vengo del mercado.
Quizás haya salido a pasear, no creo que tarde.
En tal caso, me acercaré luego.
Le dejo, que tengo trabajo.
¿Citarme? ¿Por algún motivo en particular?
¿Cómo dice?
Bueno,...
tu jefe apenas llevaba documentos ni parné en la cartera.
¿Y qué ha podido encontrar que sea de mi interés?
Un... sencillo papel.
En él hay...
escrita una clave, son números. Míralo tú mismo.
¿Qué pueden significar?
Creo que es la combinación de una caja fuerte.
Sabes que tengo experiencia con ellas.
Al parecer, la misma experiencia que tiene para afanar carteras.
Creo que es...
De la caja fuerte de su empresa o de su casa.
¿Tú qué opinas?
Yo lo que opino es que debería de avergonzarse.
Habíamos quedado que nunca más haría de las suyas.
No lo he olvidado, Miguel,
pero esta vez era por una buena causa.
Marcos no es trigo limpio.
Y debes saber que la cartera no es lo único que llevaba encima.
Cuando se la robé,...
pude palpar y noté que llevaba un revolver encima.
Puede ser por seguridad, por prevenir.
No seas tan ingenuo, Miguel.
Un hombre no lleva encima un arma si no está dispuesto a utilizarla.
Cuánto más sé de Marcos, menos me gusta.
Tienes que alejarte de él, Miguel.
¡Lo que debería hacer es denunciarle a usted por carterista!
Menos mal que don Marcos no se enteró.
Eh, pero ¿por quién me tomas?
Podría haberle dejado sin nada en los bolsillos
sin que se diera cuenta,
yo siempre fui un carterista muy habilidoso.
¿Y lo dice tan orgulloso?
¿Qué haces?
Guardar este papel a buen resguardo.
Así evitaré que tenga tentaciones de buscar esa caja fuerte.
Pues sabiéndolo, no debería pedirme que viole la confidencialidad
de mi cliente.
Eso ya no es de mi incumbencia.
Temo que no le sigo, Felipe.
Ahora es usted el que parece acusar alegremente.
No lo dude,
pero de ahí a pensar que don Marcos pueda haber amañado las pruebas,
hay mucha trecho.
Pensaba que usted señalaba a Genoveva
como inductora de tal barbarie.
Reconozco que yo también lo he sospechado.
Pero ¿cómo, aún estás sin vestir?
Eh, no, no.
Pero creo que es poco prudente.
No, ninguna, pero te recuerdo que no estamos solos.
¿Qué diría Natalia si se despierta
y ve a su mentora en salto de cama?
Sí, pero puede despertarse en cualquier momento,
y vendrá aquí a desayunar.
Sinceramente, lo dudo mucho.
Y tampoco creo que nos convenga que lo sepa.
Lo que creo es que mi hermana es mucho más frágil de lo que piensas.
Veo que te has percatado.
Natalia se hace la dura, pero en el fondo,...
es más sensible de lo que pretende aparentar.
La conozco bien,
y sé que Natalia no es más que una chiquilla romántica.
No.
No, de eso no debes de preocuparte.
Puede que proteste, pero hará lo que le digamos.
Porque desde pequeños, nuestro padre
nos inculcó la fidelidad a la familia a sangre y fuego.
Pase lo que pase,
Natalia nunca nos traicionará.
Aunque quizás sufra más de lo necesario y...
le cueste guardar algunos secretos.
y puede cometer algún error.
Anabel es su amiga, y, por mandato tuyo,
está frecuentando a Felipe. Quizá sea demasiado para ella.
De ninguna manera,
pero pienso que quizá sea asumir demasiado riesgo.
Le veo muy interesado en el diario, Liberto.
-No es para menos,
las noticias que trae no son tranquilizadoras.
Cada vez son más fuertes los rumores de una inminente huelga obrera.
Puede mirarlo.
Y por no hablar de los desórdenes, que están a la orden del día.
¿Acaso le sorprende? La huelga resultaba inevitable.
En eso no puedo estar de acuerdo.
Se podría haber evitado si ambos hubiesen puesto de su parte,
hablando se entiende la gente.
Eso debería decírselo a nuestros gobernantes,
se han negado a ceder a las reclamaciones de los sindicatos.
No culpe solo a uno. Esto es como un matrimonio,
todos tienen que poner de su parte para que funcione.
Si es así, me temo que esta pareja va directa a la separación.
Espero que se equivoque.
En fin, ya seguiremos con la conversación.
Acabo de recordar que he quedado para dar un paseo con mi esposa.
Y le aseguro que puede ser más dura que un sindicato.
No, puede quedárselo. Que tenga buen día.
Igualmente. Gracias.
Miguel, veo que está al corriente de las nuevas.
La situación ya es imparable.
Sí, operadora, con Florencio Navarrete, haga usted el favor.
Florencio, ¿cómo estás? Soy Ignacio.
No voy a poder ir a verte, me es imposible acudir a la cita.
Chiquillo, no te preocupes, que no pasa na.
Mi familia me está vigilando y tengo que andar con pies de plomo.
Necesito un par de horas para...
librarme de...
de quien yo ya me sé y montarme una buena excusa.
Bueno, esta tarde nos vemos.
Todo sigue igual. Nos vamos a hacer de oro.
¿Me estás escuchando? De oro nos vamos a hacer, Florencio.
Tengo que colgar, adiós.
Buenas. -¿Cómo estás, Alodia?
Estaba tan concentrao, que no sabía que estabas en casa.
No se crea, si acabo de llegar.
Ya sabía yo que estaría en casa, estudiando.
Este tema de anatomía se me está resistiendo.
Pero no me lo voy a permitir, apruebo seguro.
No me cabe ninguna duda.
Pero debería descansar un poco,
a ver si de tanto estudiar enfermedades se le pegue alguna.
Alodia, todo sea por la ciencia.
Ahora mismo le traigo un café y unas magdalenas para coger fuerzas.
Muchas gracias. Te portas muy bien conmigo.
Por usted, lo que haga falta.
Si te digo la verdad,
estoy bastante preocupao con to esto.
¿Y qué puedo hacer por uste entonces?
Tú na.
Tan solo me podría ayudar ahora Juan Reverte.
-¿Juan Reverte?
Sí, un compañero de la facultad,
se le da de miedo la anatomía.
con sus explicaciones, apruebo seguro.
¿Y a qué espera pa llamarle?
Ya lo ha hecho, y no tiene ningún problema en ayudarme.
Pues problema resuelto.
Tan solo me ponía una condición,
que fuera yo a su casa, él no quería venir hasta aquí.
Ya, pero... don Jose me dijo que no le quitara ojo de encima.
¿Eso te ha dicho mi tito?
Es una pena, sin sus explicaciones me quedo aquí toda la noche,
y ni así.
No diga eso, si la solución es muy fácil.
Si el tal Reverte no quiere venir a la casa, vaya usted a la suya.
¿No ha oído hablar de Mahoma y la montaña? Pues ya está.
¿Y... no le vas a decir na a mi tito?
No sea perezoso y llámele, vaya a su casa.
Muchas gracias.
Ay...
Operadora...
¿Ha leído las declaraciones
del diputado conservador que vienen en el diario?
No, pero conozco a ese político, es compañero de su vecino Antoñito.
Al parecer, comparten muchas de sus ideas.
Habla con tremendo desdén
sobre el movimiento sindical y la posible huelga.
Condena con ardor la huelga, supongo.
No, al contrario,
está deseoso de que comience.
Cree que cuando los obreros no tengan pan para llevar a sus hijos,
ellos sabrán cuál es su sitio.
Ya ve la catadura moral de nuestros oponentes.
Esperemos que el resto de nuestros políticos no sean así.
Está pecando usted de ingenuo.
No dude ni un solo instante de que los empresarios y los políticos
pactarán en contra de la masa obrera.
Si es así,
las represalias contra los huelguistas pueden ser terribles.
Veo que lo comprende.
Precisamente por eso, estoy aquí.
Debo saber cuanto antes
si me ayudará en la asistencia letrada
de los trabajadores que sean detenidos.
Miguel, ha llegado el momento de la verdad.
Los obreros están entusiasmados con las jornadas de huelga,
pero ambos sabemos que esta traerá pésimas consecuencias
para muchos de ellos.
Preciso de su ayuda.
Cuente con ella.
No veo mejor razón para haber estudiado leyes,
que impedir que hombres inocentes vayan a la cárcel por el delito
de defender sus derechos.
(Pasos)
¿Está bien, señorita? No ha probado bocado.
No tengo apetito.
Permiso.
Soledad, usted tampoco parece muy animada.
Lleva toda la mañana seria, como preocupada.
¿Le sucede algo? -Le agradezco que se interese,
pero no es nada, no se preocupe.
Buenas.
¿Café, señor?
Sí, gracias.
(DON MARCOS EXHALA)
¿Alguna de las dos ha visto mi cartera?
¿No la lleva consigo?
Si fuese así, no andaría preguntando.
Esta mañana no estaba en mi chaqueta.
¿Ha mirado en su habitación?
Quizás se le haya caído. -No.
He mirado por toda la casa y nada.
Pues la habrá perdido en la calle. -Lo que temo es que...
haya caído en malas manos.
Si no aparece por la casa, tendrá que denunciarlo en comisaría.
No creo que eso valga de mucho. -¿Llevaba algo de valor en ella?
Algo de dinero, sí,
y... mis cosas.
Algunas anotaciones y... -¿Cuándo la vio por última vez?
Ayer por la tarde estuve paseando por el barrio.
Por la noche tuve una conversación con don Roberto,
y después me encontré con un amigo.
Pudo haber sido en cualquier momento.
Volveré a mirar, no vaya a ser que no la haya visto.
-Se lo agradezco.
Permiso.
Padre, ¿puedo ir a dar un paseo después de desayunar?
No.
Tú y yo saldremos juntos más tarde.
Que te vean de mi brazo y todos recuerden que eres una Bacigalupe.
Eh.
Buenas. -Buenos días.
Venía comentando con Liberto
que sois la viva estampa de una familia dichosa.
Así nos sentimos, Rosina, no podía ser de otra manera,
con este mocetón de niño y este esposo tan dedicado.
Monchito cada día está más grande. Se ve que es de buen comer.
Antoñito, veo que ha dejado, aunque sea momentáneamente
sus artículos para dedicarse más a su familia.
Así es.
Y espero que nadie le caliente el tarro para que vuelva a las andás.
Como ve, me debo más a mi esposa que a la política.
Espero que cumpla con tan buenos propósitos,
dado como se está poniendo todo.
Es horrible, esos desalmados parecen estar dispuestos
a llevarnos a la ruina. Amenazan con ir a la huelga.
El gobierno debería evitarlo, cueste lo que cueste.
¿Cómo, cariño, ya estás opinando? ¿En qué habíamos quedao?
-Mujer, que no estoy escribiendo artículos,
estoy comentando la actualidad, ¿o es que no puedo hacerlo?
No cuando estés con tu familia.
Yo sí que me voy a poner en huelga. -Bueno, Antoñito,
Lolita tiene razón, ya tendrá tiempo de hablar de política
en sus tertulias. Disfrutemos de este bonito día.
Ya lo ve, estimado amigo, al final, nosotros somos los explotados.
-¿Qué explotao? Si está encantao. -Ya le veo, ya.
A ver, Monchito. -(ROSINA SE RÍE)
-Diputado Palacios.
Ya veremos si pronto no se te atraganta la risa.
Muy buenas, Jacinto.
¿No está Servando?
Nones, ha salido a hacer un recao, yo le he mandao.
¿Ha ido a hacer un recao que uste le ha mandao?
Claro, él siempre ha sido un hombre muy servicial.
Servicial y refunfuñón.
Seguro que se ha ido regañando por tener que faenar.
Pero ¿qué está diciendo uste?
Servando siempre ha faenado aquí de muy buena gana.
¿Qué quería?
¿O ha venido a ponerle faltas a mi socio?
No, póngame un café bien cargao.
Muy bien. Ahora mismo se lo pongo, siéntese.
Jacinto,
¿le importaría quedarse una miaja atendiendo la pensión?
Verá,...
es que quiero salir a comprar un hueso de jamón
y pollo. -Ah.
¿Va a preparar caldo?
Sí, a Servando le gusta mucho mi caldo.
Más de una vez me ha dicho que se relame solo de pensarlo,
y hace tiempo que no le preparo uno.
Marche tranquila, pero contésteme a una pregunta.
Uste dirá.
¿Sigue Servando amostazado por el tema de la portada del disco?
He estado pensando y creo que uste tenía razón,
fui muy desconsiderado a la hora de elegir la fotografía.
Descuide, que pa mí ya se le ha pasao.
Y ahora sí que me tengo que marchar, que se me echa el tiempo encima
y quiero tener el caldo preparao pa el bueno de Servando.
Tómese el café tranquilito. A más ver.
Caldo de pollo.
Y jamón.
Buen caldo. (RÍE)
A las buenas. -Hola.
¿Se puede saber qué haces aquí tan solito?
Vine a hablar con Servando, pero no está.
¿Y dónde está?
Según la Fabiana, ha ido a hacer un recado que le ha mandado ella.
¿Servando faenando? Esa sí que es nueva.
Pues espera, que ha ido sin intentar escaquearse de ello.
¿Y la seña Fabiana está por aquí? Venía a buscarla.
Te vas a quedar con las ganas, fue al mercao.
Le va a hacer un caldo al Servando.
(RÍE) -Jacinto,...
¿y ese tono de burla?
Verás, es que...
Últimamente veo que están muy bien aveníos el Servando y la Fabiana.
No sé si me entiendes. -Pues no, no te entiendo una miaja.
¿Se puede saber qué quieres decir?
Verás, que...
Na, prima. Imaginaciones mías.
Hija, alegra esa cara,
cualquiera que te vea diría que paseas con tu padre a disgusto.
Pensarán es que ya tengo una edad para ir con usted a todas partes.
Querida, la opción es sencilla, o sales conmigo o te quedas en casa.
Puedes elegir.
Buenas.
Buenas.
Buenos días, Miguel.
¿Estás bien, Anabel? Pareces disgustada.
Ya lo ves, así es mi hija,
incapaz de disimular su mala educación.
Si mi padre confiase en mí, no estaría tan enfurruñada.
Lo creas o no, ahora ni siquiera me dejar salir sola.
Perdona que me inmiscuya, Anabel,
pero que lo que preocupa a tu padre no es que pasees sola,
sino que lo hagas mal acompañada.
Efectivamente, Miguel, has dado en el clavo.
En tal caso, quizás yo tenga una solución que satisfaga a ambos.
¿Qué tal si soy yo quien acompaña hoy a Anabel?
Sí, sí, claro, no tengo ningún inconveniente.
Con Miguel puedes pasear lo que te plazca.
Entonces, ¿a qué esperamos?
¿Vamos? -Vamos.
Natalia.
Que... me alegro mucho...
verte ya recuperada del terrible atentado que sufriste.
La persona que quiso hacerte daño debe estar muy enfadada,
ha fracasado de pleno.
Dios quiera que no lo intente de nuevo.
(Motor de coche)
Me alegra que hayas aceptado pasear conmigo.
Soy yo la agradecida por haberme liberado de mi padre,
aunque sea un rato.
Está insoportable. -Discúlpalo, Anabel,
tan solo se preocupa por ti. -No, Miguel,
pretende controlarme.
Espero que no hayas aceptado pasear conmigo
solo por librarte de él.
Hace mucho tiempo que no estábamos así,...
y me gusto mucho estar contigo.
A mí también.
Te considero un buen amigo.
Ni más ni menos, espero que lo tengas claro.
¿Acaso he dicho yo lo contrario?
Me gusta dejar las cosas claras.
Lo que pude sentir por ti, ya es cosa del pasado.
Descuida, Anabel,
de eso no me cabe ninguna duda.
Perdona mi crudeza, pero temo que te estés dejando utilizar
por mi padre.
Trabajo para él, ni más ni menos.
Ya, ¿y no crees que el empeño en contratarte
tenga una razón oculta?
Temo que lo haya hecho para que nos acerquemos de nuevo
y tenerme así más controlada.
¿Y no puede ser simplemente porque sea un buen abogado?
No parece que consideres mucho mi valía profesional.
No, Miguel, yo no. Quien sí dudo que la considere es mi padre.
Si tanto ha insistido en que vuelvas con él,
es porque quiere usarte.
Olvidaba que, a veces, actúas como si fueras el centro del mundo.
Para mi padre es lo que soy.
Así que ándate con ojo.
No, Anabel.
Tu padre me ha contratado como abogado.
Y no temas, de no haber sido así, no habría logrado nada.
Yo por ti tampoco siento nada más que estima.
Me alegra escucharlo, porque es lo único que obtendrás.
Mi corazón pertenece a Aurelio.
Dáselo a quien te venga en gana, a mí en nada me atañe.
Pues sí, tendrías que haberlo visto, Casilda,
Servando se chupeteaba los dedos con mi caldo.
A saber cuántos tazones se habría tomado.
¿Y dónde está ahora?
Echándose la siesta.
Ah. Por las horas que son,
se le va a juntar la tarde con la noche.
Y bien que sería capaz.
Que mi socio, cuando coge el sueño, no hay quien le levante.
De verdad, seña Fabiana, que no puedo llegar a entender
por qué le hace gracia el asunto.
Uste aquí, dando el callo,
y, mientras, su socio, durmiendo a pierna suelta.
Mujer, si a mí no me importa.
Además, él faena también de lo suyo en la pensión.
-¿"Faenar", dice?
¿Seguro que estamos hablando de la misma persona?
Mire, por ahí viene Alodia.
Alodia, espere un momentito.
¿Se puede saber adónde vas tú a estas horas?
Voy a pasear un rato.
Mi señora me ha dado la tarde libre por sorpresa.
Ya se me hace raro, ¿y quién le va a poner la merienda?
Porque eso no lo perdona.
Vete tú a saber, supongo que se lo servirá ella misma.
Pero la cena no, esa debo subir a servírsela.
Qué suerte tiene.
A mí doña Rosina no me da ni un suspiro.
Bueno, no me envidies tanto.
Que pasaré mi descanso sola y aburrida.
Vosotras tenéis faena
e Ignacio se ha ido a casa de un compañero a estudiar.
Ya. Y, aunque no fuera así,
na tienes tú que ver con el señorito Ignacio.
Mira que te lo tenemos dicho.
Templad, que os estoy muy agradecida por los consejos.
Ya.
Otra cosa es que nos hagas caso.
El señorito es un caballero, no me ha tocado ni un pelo.
No olvidéis que es un joven modélico
y que más pronto que tarde será médico.
Por eso mismo,
no deberías hacerte ilusiones, muchacha,
Lo sé, Fabiana,
pero soñar tampoco hace daño a nadie, ¿no?
¿Ya te has refrescado?
Sí.
Y me he aligerado de ropa.
Te entiendo, las grabaciones están resultando agotadoras.
Yo también estoy exhausto.
Te equivocas, Jose, estoy acalorada pero no cansada.
De hecho, me encuentro como nueva.
Sí, hoy has estado inmensa.
Todos se han quedado admirados, incapaces de seguirte el ritmo.
Espero que tú, sin embargo, sí seas capaz de seguírmelo.
Yo siempre, yo...
Uh, pues sí que te has puesto ligerita.
Sí. -Hum...
Y aún lo puedo estar más.
¿Por qué no me acompañas al dormitorio y lo compruebas?
Ya entiendo por qué le has dado la tarde libre a Alodia.
¿Y vas a dejar de aprovecharlo? -¿Yo?
Estaría yo loco.
Soy todo tuyo, faraona.
Ah, pero recuerda que debemos ir al estudio de grabación esta tarde.
Eso ya se verá.
Ahora, no me hagas esperar, faraón.
No sé si será ese bebedizo el que me tiene así.
¡Bendito sea el bebedizo!
Me ha disgustado comprobar
que Anabel está enfrentada a su padre sin remedio,
Aurelio domina su voluntad sin encontrar resistencia.
¿Y no puede hacer nada por ayudarla?
Es difícil ayudar a alguien que no quiere tu auxilio.
Aunque tampoco me atañe.
Anabel me ha dejado claro
que entre nosotros solo hay una amistad.
Y, la verdad sea dicha, yo opino de la misma forma.
Quizá sea hora de pasar página.
De eso no me cabe la menor duda.
En realidad, me siento liberado,
es como si empezara una nueva etapa de mi vida.
Y, como inicio de esta nueva etapa,
he aceptado ayudar a Alberto del Pozo
en la huelga que se aproxima.
Le veo feliz con sus nuevos planes.
Lo estoy.
De hecho, me gustaría celebrarlos como se merecen.
Daniela, ¿le apetece salir conmigo esta noche a cenar?
No parece que la idea le entusiasme mucho.
No, no es eso.
¿No me estará invitando solo por despecho a Anabel?
No, Daniela.
La invito porque es la mujer más hermosa y encantadora
que he conocido en mi vida, por ningún otro motivo.
Le estoy muy agradecida, me halaga en exceso.
Pero... -Lástima que haya un pero.
Es que ya tenía planes.
Podemos dejarlo para otro día, y así puede pensárselo mejor.
No hay nada que pensar.
Se lo pido aquí y ahora
y se lo pediré cuantas veces usted quiera.
En ese caso, estaré encantada de aceptar su convite.
La tomo la palabra.
Bueno, ahora, si me disculpa,
tengo que coger las cosas, debo salir a hacer un recado.
Por supuesto.
"Como usted quiera".
Pero no creo que don Marcos le atienda.
Me ha pedido que nadie le moleste.
Y usted no ha avisado de su visita. -Descuide, no le entretendré mucho.
También me puede dar el recado, yo misma se lo daré.
Lo lamento, pero eso no es posible,
lo que tengo que decirle es confidencial e importante.
¿Tan importante que no puede esperar a mañana?
Méndez.
No le había oído entrar. ¿Qué hace aquí?
Tratar de hablar con usted.
Aunque su criada parece empeñada en impedírmelo.
No culpe a Soledad, le dejé ordenado que no me molestara nadie.
No lo habría hecho si no fuera necesario.
Hay algo de vital importancia que debo comentarle.
Pues hable, sin demora.
Preferiría que fuera a solas.
Ya lo ha oído, Soledad, déjenos a solas.
Gracias.
Menos mal que has podido venir.
Lo dejé todo cuando recibí tu nota.
Lamento haberte citado con tanta premura.
He tenido que excusarme del restaurante para poder marchar.
No debo tardar si no quiero que Sabina se mosquee.
¿Ha ocurrido algo?
En nuestra última conversación te noté inquieto,
como si dudaras de mi capacidad para detener a los Olmedo.
Tan solo me parecía
que les estabas cogiendo cierto aprecio.
Es normal después de tanto tiempo conviviendo y trabajando con ellos.
Pero sé bien que debo odiarlos.
Daniela, sigo sin entender por qué tenías que verme con tanta urgencia.
Necesitaba recordarte a ti,
y a mí también,
cuál es el objetivo por el que entré en este caso.
No lo entiendo.
¿Por qué, de repente, se le presentan dudas
sobre la autoría del asesinato de mi esposa?
Usted hasta ahora ha estado muy seguro
de que había sido asesinada por Natalia Quesada.
Yo, desde luego, no tengo ninguna duda al respecto.
Yo, sin embargo, preferiría asegurarme del todo.
Por eso fui a ver al muchacho de la droguería.
¡Está perdiendo el tiempo!
No esté tan seguro.
El muchacho se mostró extremadamente nervioso
al verme aparecer de nuevo.
Claro, creería que el asunto estaba resuelto.
Existe otra posibilidad para su nerviosismo.
¿Cuál?
Sencillo, que estuviera mintiendo.
Por eso decidí apretarle un poco.
No debería haberlo hecho.
Es mi obligación como detective.
Entiendo que, cuando me llamó,
quería esclarecer el asesinato de su esposa,
que habría otra razón oculta.
¿No es así?
Por supuesto.
Entonces, le gustará saber que hay alguien muy interesado
en implicar a Natalia Quesada en el asesinato de su esposa.
¿Cómo dice?
Don Marcos,
estoy seguro de que Natalia no fue quien mató a Felicia.
Daniela, ¿pasa algo?
No, no pasa nada.
Que no te quepa duda de que tengo claro quién soy
y cuál es mi objetivo.
Me alegra enormemente escucharlo.
No he abandonado mi labor como juez en Suiza
para que ahora te echases atrás.
Descuida.
Te doy mi palabra de que podrás juzgar a los Olmedo
por aquel atraco que cometieron hace 15 años en Suiza.
Para eso necesitamos que un juez español
nos permita llevárnoslo.
Tenemos que probar que los Olmedo planeaban robar
la sucursal vecina al restaurante.
Cada vez me queda menos para conseguirlo.
No tardes demasiado, Daniela.
Confío en ti.
Sé que te empujan motivos personales,
pero esos son los más poderosos.
(SUSPIRA) En unos pocos días, todo habrá terminado.
¿Caiga quien caiga?
Caiga quien caiga.
No tengas mala conciencia por Miguel.
Si es tan honrado como dices,
seguro que entenderá que sus abuelos tienen que estar en prisión.
No, no creo.
Temo que su amor por ellos pese más.
No me lo perdonará.
Pero eso no me va a detener.
De hecho, usaré mi cercanía con él
para entrar en la bodega y culminar mi trabajo.
Celebro escucharte tan decidida.
Tómate tu tiempo.
Pero, recuerda, no podemos permitirnos un fallo.
¡Chis! ¡Ignacio!
¿Qué pasa? -Por poco me paso de largo.
Con esa gorra no te reconocería ni tu abuela.
Pues nada, mira, te he traído otra.
¿Qué hago yo con esto? -Vamos a ver, Ignacio,
¿no te das cuenta de que no podemos ir
con la cara descubierta, inconsciente?
Si nos descubren, se acabó.
Y con esto pasaremos más desapercibidos.
-Que sí, Florencio, que sí.
Póntela, póntela. -Coge esto.
Trae.
¿Te has traído lo que necesitamos? -Claro.
Un saco para cada uno.
¿Dos sacos has traído? -Sí.
Florencio, como estamos funcionando, con dos sacos no hacemos de nada.
Es que no he encontrado nada más.
Nada más...
Bueno, ya le buscaremos una solución.
Madre mía, Florencio. -Vamos a ver.
Que todos los problemas sean estos.
Además, eso quiere decir que el negocio va sobre ruedas, ¿no?
En eso tienes razón.
Vamos a rellenar estos dos sacos y ya después vemos qué hacemos.
Venga. -Venga.
¡Quita!
Buenas tardes. -(EN FRANCÉS) "Bonsoir".
Le agradezco que haya acudido con tanta prontitud, querido Pierre.
¿Cómo podría ser de otra forma, Natalia?
No se imagina qué gran alegría me causó
recibir su invitación a visitarla.
Y yo quería agradecerle su amabilidad
al enviar unas flores tan bellas.
En nada se pueden comparar con su belleza, querida.
Pase.
Me disgustó enormemente saber del ataque que había sufrido.
¿En qué mundo vivimos si una joven tan encantadora
no puede sentirse segura en las calles?
Pues ya ve, al final,
no hubo que lamentar nada irreparable.
Sí, me alegra verla completamente recuperada.
Lamentablemente, debo aprovechar la visita
para tratar con usted ciertos asuntos
mucho menos corteses.
¿De qué se trata?
Verá, la Inteligencia francesa
ha detectado que cierta información que yo poseía
ha llegado hasta los oídos de las potencias del Eje.
Pues lamento en lo que eso le haya podido molestar,
pero no entiendo por qué me lo comenta.
Sencillo, Natalia.
Porque compartí dicha información con usted
antes de que llegara a los alemanes.
¿Qué insinúa?
¿Que yo tuve algo que ver con la filtración?
Querida, estoy haciendo algo más que insinuarlo.
Pierre, no entiendo cómo se atreve a acusarme tan alegremente
de algo así.
Alguien más tuvo que tener esa información, ¿no?
Nuevamente se equivoca.
¿Y cómo puede estar tan seguro?
Sencillo, Natalia, porque la información era falsa.
Tan solo era un cebo para probar su lealtad.
Pero yo no conozco a ningún diplomático del Eje.
No he tenido contacto con la Inteligencia alemana.
Por favor, Natalia,
no me haga perder más el tiempo con sus mentiras.
Lo que le confié llegó en pocos días hasta Berlín,
y solo pudo ser a través de usted.
Todo esto es una falsa maquinación, una absoluta mentira.
La Inteligencia francesa no lo considera así.
Natalia, créame,
por su propio bien,
es mejor que asuma de una vez lo que ha hecho.
Pero...
Si no lo hace y no acata mis condiciones,
no tendré otro remedio que denunciarla.
Supongo que sabe cuál es la condena por espionaje
en tiempos de guerra.
¿Cuáles son sus condiciones?
Veo que empezamos a entendernos.
No me iré sin una respuesta.
La tendrá a primera hora.
El muchacho de la droguería mintió
cuando le interrogué por primera vez.
Alguien pagó para que dijera que fue Natalia Quesada
la que adquirió el veneno.
-Detrás de ese alguien está el asesino de mi esposa.
Claro, eso es fácil si su vida no pende de un hilo, como la mía.
Me han descubierto. No puedo seguir con este paripé.
-"Se la ve cansada por la jornada".
Aunque he de decirle que, hasta cansada,
está usted preciosa.
Usted también es muy guapo.
Cansado y sin cansar.
Mi intuición no se equivocaba,
la empresa está jugando a dos barajas.
-¿A qué te refieres?
Además de materias primas,
la mercantil de don Marcos está suministrando armas
tanto a los alemanes como a los franceses.
Marcos y Aurelio te han engañado.
Son dos buitres de la peor calaña.
-Un barrio como este acoge a personajes mucho más ilustres
que a una simple criada.
¿A quién estáis vigilando?
Daniela no es quien dice ser.
-Ah, ¿no?
¿Y quién es entonces?
Es una policía infiltrada que ha venido a vigilarnos.
(MÉNDEZ) Llegados a este punto,
es difícil saber qué papel juega cada uno en toda esta trama.
Cualquier relajo tiraría por la borda toda mi labor.
¿Qué es lo que propones?
Felipe, tras saber que Marcos piensa que Natalia mató a Felicia, habla con Méndez para que investigue el ataque que sufrió Natalia. Mientras tanto, Pierre Caron amenaza a Natalia con denunciarla por ser una espía que trabaja para los alemanes si no cumple con sus condiciones.
Por otra tanto, Miguel acepta participar como abogado defensor de obreros en la huelga y se lo hace saber a su amigo Alberto, que está encantado de contar con su amigo en la lucha.
A su vez, Alodia le dice a Casilda y a Fabiana que no tienen nada que temer con respecto a Ignacio. Él es un perfecto caballero que no le toca ni un pelo.
Mientras tanto, los anarquistas, cómplices de Fausto, vigilan a los Palacios.