Sábado a las 14.00 horas
(MURMURAN)
A mí, lo que más feliz me hace
es ver el círculo de amistades que he conseguido tener
a estas alturas.
Ahora mismo, en mi vida, es lo que más me destaca
y lo que más feliz me hace sentir. No sé si os pasa.
-Me hace más feliz
ver a mi familia unida que a mi grupo de amigos.
La familia me llena más que los amigos.
-Ahora mismo, lo que más feliz me hace son los amigos
y también, un poco, yo misma.
El haber encontrado el equilibrio entre lo que doy
y lo que me quedo para mí y disfrutar de mi propia compañía
es una de las cosas que más valoro.
-Lo que has dicho de pasar tiempo contigo mismo,
entenderte, saber qué está pasando a tu alrededor...
Parece que el mundo va tan rápido que no te das cuenta de esas cosas.
Y el dibujo, por ejemplo, o escuchar música,
pero a mí, sobre todo, dibujar me ha ayudado mucho a eso.
A decir: "Este tiempo, independientemente de donde esté,
es solamente mío". Porque a lo mejor tienes muchos amigos,
pero no escuchan lo que dices, no quieren saber de ti mucho,
o tu familia no entiende bien qué te pasa.
Sin embargo, tú empiezas a entenderte
cuando estás teniendo ese diálogo interno
y con el papel estás diciendo...
Cuando terminas un dibujo, dices: "Esto me pasaba".
-Son como momentos en los que te abstraes de la vida.
De esa vida acelerada, cotidiana,
de los problemas que se han generado por presiones
y de repente te encuentras dibujando o haciendo música
o lo que te apasione, da igual.
Y de repente igual te pasas toda una tarde haciendo eso
y lo demás se te ha olvidado.
¿Y quién lo entiende? ¿Quién fluye?
-Fluir es encontrar el equilibrio
entre las cosas que tienes y manejarlas
para que te hagan sentir bien sin descuidar ninguna.
Yo tengo un problema con su definición.
Yo sé que hay muchas, pero claro, yo le he relacionado siempre mucho
y la relacionamos con el estado de bienestar.
Va de la mano con la alegría, con sensaciones de placer.
Y claro, y yo digo: "Es que también el dolor está ahí".
Yo sí creía que la felicidad era ausencia de sufrimiento.
Antes sí, pero me ha hecho muchísimo daño.
Yo lo relaciono con eso, con vivir, con querer a la gente,
con que te pasen cosas malas y transitarlas,
con que te pasen cosas buenas
y disfrutarlas al máximo o no tan al máximo. Vivir.
El primero que se me ha cruzado,
en mi instituto, cuando estaba en el grupo de teatro.
Uno de mis momentos más felices que recuerdo
es cuando termina la función y el aplauso. El aplauso del final.
Y el vídeo que acabamos de ver,
"algunos pagaríamos por trabajar de lo que nos gusta",
yo hasta el momento solo he pagado por hacer esto.
Todavía no he conseguido ganar nada.
-Totalmente de acuerdo. -Es real, es así.
Para mí, uno de los momentos más felices, ese aplauso.
Me emociona. Es mi momento favorito.
-Pienso que la felicidad es una decisión.
Si tú crees que puedes llegar a ser feliz,
ya tienes una puerta.
Me planteo esta meta, ¿qué necesito para ser feliz?
¿Qué puedo hacer y qué puedo cambiar?
Uno de los pasos más importantes es plantearse ser feliz.
El no poder decidir por ti mismo.
Cuando tienes algo encima que no te permite decidir libremente,
a mí eso es lo que más me frustra y lo que más infelicidad me genera.
A mí el conflicto, en general.
En general, llevo muy mal
confrontar con las personas. Es algo que suelo evitar.
Sobre todo, en la época de plena adolescencia, de la ESO,
tipo, 15 o 16 años,
lo pasé bastante mal con temas de autoestima,
porque también sufrí acoso escolar.
No es tener que buscarte a ti misma,
que es algo que todo el mundo hace porque es lo que toca,
es la edad más cambiante y más complicada para ello,
sino que es el trabajo doble de haber basado tu personalidad
en algo que no te gusta
porque es nocivo y lo han construido para ti.
Es destrozar todo esto, tirarlo abajo
y, además, de nuevo volver a construirlo.
-A mí lo que más me quita mis ganas de vivir,
porque es literal,
son hacer planes y que en esos planes
haya imprevistos que te fastidien el plan.
(RÍEN) -Eso, a mí...
A mí me mata. -Cuadriculado.
Yo ahora mismo estoy en un momento de mi vida
que no sé qué hacer.
Dicen que nuestro mejor yo es cuando peor estamos.
-Yo no considero que sea mi mejor...
Buscas soluciones. Cuando mejor estás...
Es lo que dice ella. -Hasta que sale...
Te hundes, gritas, lloras, lo pasas mal.
-Claro. -Y yo no me gusto.
Hay que transitarlo para salir, pero ese proceso...
Somos lo bueno, somos también lo malo.
Y lo somos. Y está dentro de nosotros.
Y no sé, tenemos que tenerle igual cariño, igual amor
que tenemos a lo bueno y a lo mejor a lo que no es tan bueno.
Ni somos perfectos ni creo que tengamos que pretender serlo.
Es verdad que una cosa es decirlo, como ahora mismo,
y otra cosa muy distinta es que mañana diga: "Qué bien estoy".
Pero ahí discrepo un poco,
porque el tema de que tengas autoestima te ayuda mucho
cuando tienes un problema tú contigo mismo.
Cuando el problema es un conflicto, como ha dicho Ángela,
con otra persona o con otro grupo de personas,
por mucho "mindfulness" o por mucho que te lo quieras cocinar,
cuesta arreglar las cosas.
A mí me hacen más infelices
los conflictos que tengo con el alrededor,
con el entorno, que los que realmente tengo yo.
Porque una vez pasado de nivel,
ya has pasado el salir del armario
y ya has pasado la primera relación, por ejemplo...
-Lo sé. (RÍEN)
O lo que yo pasé cuando se me cayó el pelo.
Eso fue... la gente me veía y yo decía:
"Me estáis viendo cambiar.
Me estáis viendo evolucionar y luchar solo
y hacer las cosas bien, pero lo estoy haciendo solo".
La ayuda que he tenido desde fuera no ha sido tan...
como la podría esperar.
Eso es lo que me ha hecho crecer,
esa infelicidad es la que me ha hecho crecer.
Pero luego la infelicidad que vosotros tenéis
parece que la tiene que resolver otra persona.
No diría todos, pero en base a muchos problemas
que tenemos nuestra generación...
No sé, el tema de la estética, por ejemplo.
Si tenemos problemas, parece que vienen problemas como imbuidos
por lo que creemos que queremos aparentar,
por quién queremos ser, cómo queremos ser.
Cuando de repente te sientes que ya no eres tú,
realmente no te queda más remedio que aceptarlo.
No tienes más vidas, no tienes una partida guardada
y no puedes cambiarlo, pero hay veces que cuesta muchísimo.
Hay veces que cuesta decir: "Me doy cuenta de que he cambiado".
Me considero pesimista porque, aunque vea el futuro
con posibilidades de cambio,
dentro de las 500 posibilidades que pienso,
siempre hay más negativas que positivas.
-Todos hemos pasado y vamos a pasar malos y buenos momentos, obviamente,
y aceptar que va a haber malos momentos
hay que aceptarlo,
pero no creo que haya que dedicarle más tiempo del necesario
a los malos momentos.
Porque van a llegar y estar pensando en que van a llegar
o reconcomiéndote de los malos momentos del pasado...
Es que solo hay una vida y dedicarle tiempo a las cosas malas,
pudiendo dedicárselo a lo que te hace feliz...
-Si estás directamente sumido en: "No va a salir bien",
como pesimista, al final...
Y no estás desarrollando ningún tipo de solución,
sino que lo estás dejando correr
sin tener en cuenta cómo podría cambiar eso.
De una canción brasileña que me gusta mucho,
el pesimismo es un lujo de quien se lo permite.
Si te ves en una situación complicada que tienes que resolver,
no te puedes dejar arrastrar.
Hay veces que me ves y dices: "Es tan optimista que da asco".
"Sé que todo puede ir bien, pero me apetece estar amargado".
-Es difícil posicionarme en ser optimista o pesimista.
Me puedo despertar con todas la ilusión del mundo
creyendo que todo saldrá bien
y por otro lado, otro día me puedo levantar
al contrario, creyendo que va a salir todo mal.
-Si eres pesimista, siempre vas a estar amargado, apagado
y no vas a seguir adelante con tus propósitos.
-Yo soy optimista porque, es verdad que soy realista,
veo las cosas como son, pero intento pensar
lo mejor de las personas.
-Hay que ser realista y creo que hay que afrontar las cosas
y el mundo tal y como son. Tampoco idealizar nada.
El pesimismo, volviendo a lo de antes,
lo veo en el sentido de tener una actitud crítica,
de cuestionar las cosas.
Y sí que es verdad que ese pesimismo...
Las cosas malas pueden convertirse, pueden tener un buen resultado,
pero es necesario cuestionar a nivel político,
a nivel de vidas, en general.
-Entonces, ¿la persona que piensa positivo
es la que es como sumisa con el sistema?
O sea, la que lo da todo... Conformista, esa es la palabra.
¿Positivo es sinónimo de conformista?
-Yo eso no lo veo. -No lo veo así, la verdad.
-Yo no veo... Yo creo que hay que dudar,
pero no afirmo que el optimista sea el que no ve eso,
el que no duda, no.
-Yo lo decía en el sentido que...
siempre te venden mucho el optimismo de:
"Si trabajas y estás ocho horas trabajando todos los días
con un trabajo de mierda que no te gusta para sobrevivir,
vas a conseguir una pensión de mierda".
(RÍEN)
Perdón. Que tu vida siempre la venden como: "Sigue, lucha, traga, traga".
Y al final es como...
Lo decía más en ese sentido, de ser pesimista
de no creerte esa mentira o esa cosa que te venden.
-El optimismo mal pillado, vamos. -Eso es.
(A LA VEZ) Sí.
Yo creo que la base para sentirse bien con uno mismo
es saber perdonar.
Mi padre falleció cuando yo tenía 11 años
y yo estaba enfadado con él. Yo, por ejemplo, no pude despedirme.
Yo me enfadé, pero, con el tiempo, ¿de qué sirve?
¿Qué te hizo clic? Después de la situación en la que te viste,
dudo que lo primero que te saliese fuera eso.
¿Y te lo crees de primeras?
Me ha costado perdonar cosas más leves, creo.
Y aun así, habiendo perdonado esas cosas graves
pero bastante más leves que lo de Irene...
Yo creo que necesitaría tiempo.
A lo mejor no, a lo mejor no sabría,
a lo mejor aprendería a vivir con ello.
Yo creo que se nos ha metido también un poco de miedo con la soledad.
Y tampoco entiendo por qué. Hay que aprender a convivir con todo.
Habrá momentos más acompañados,
en los que estés acompañado y te sientas solo
y momentos en los que estés solo.
Y tienes que intentar encontrarte medianamente cómodo
en cualquiera de ellos.
-Lo que más me llama la atención del tema de la soledad
es el cambio en la edad.
Tú ves una persona adulta de 40 o 50 años,
que no está siempre acompañada, pero se siente mucho menos sola
porque ha aprendido a disfrutar de esa soledad
y a valorar que los momentos con amigos,
que igual no son tantos por trabajo, por compatibilidades,
y que al final, ya te adaptas a ello.
Los jóvenes estamos todo el día con un montón de estímulos.
Es un dinamismo constante, que nos vamos todos juntos siempre
y, al final, lo que hace es que no sepamos apreciar
esos escasos momentos, porque no los buscamos.
Se nos bombardea con: "Tienes que hacer esto,
estos son los mejores años y tienes que aprovecharlos.
Cuando llegues a esa edad en la que no vas a tener tiempo
ni ganas ni fuerzas ni dinero, a saber,
igual ya no vas a poder tenerlo". Es esa presión que se genera, creo.
-Yo creo que es un poco a la inversa.
Tenemos tanto tiempo, nos independizamos tan tarde,
estamos en casa de nuestros padres hasta los 26, lo que sea.
Pensamos mogollón porque tenemos una vida más cómoda.
Ese sentimiento de soledad es de darle al coco.
Antes, quizás no te lo planteabas tanto
porque seguías más el día a día. Las cosas iban viniendo más rápido.
Y ahora tienes mucho más tiempo
para recrearte un poco en esa soledad que quizás más tarde.
Y hay veces que, desde la soledad decidida de:
"Yo quiero estar sola ahora mismo", que a mí pasa mogollón,
hay meses que digo: "Necesito estar sola,
no quiero ver a nadie
y voy a pensar y voy a aclararme
y voy a digerir un poco todo esto".
-Igual en otras épocas estaba más normalizado,
pero estamos tan conectados y a la vez tan desconectados,
creo que igual se aumenta ese sentimiento de soledad.
Todas las personas pueden tener felicidad.
La cosa son los recursos que utilizan para obtener esa felicidad.
No es lo mismo lo que hago para ser feliz
que lo que pueda hacer mi abuela o lo que hacen mis padres.
Claro.
-Lo que has dicho, lo mejor está por llegar, pero debo ir a buscarlo.
Las cosas no llegan así, una de cada mil veces.
Estoy de acuerdo contigo, pero también pienso
que hay que ir a buscar las cosas.
Tiene sentido que sea como en forma de U,
porque los niños suelen ser felices
y no tienen tantas preocupaciones y los mayores igual.
Sí que veo que tiene lógica que las personas de edad media,
que tienen más preocupaciones, el trabajo, los hijos o no sé...
Es verdad que siendo niños y siendo ya mayores
como que disfrutas más y no tienes esas preocupaciones.
Yo creo que también con el tiempo
puede haber una tendencia a acomodarse
y que esa búsqueda de esa felicidad
tampoco esté tan presente en tu día a día.
Puede que te conformes, no con menos,
sino con lo que tienes, porque lo que ya tienes
tu esfuerzo te habrá costado.
Entonces ya no es tan frenética esa idea de:
"Vamos a buscar, busca algo que te emocione
busca algo que te apasione, algo que te remueva".
Yo tampoco veo eso en mis padres o en la gente de 50 años.
Tampoco veo que estén todos los días motivados
por encontrar algo que les encante.
Y tampoco veo que sean más felices.
Pertenezco a una generación que ha vivido
a través de la proyección de sus padres.
Te decían que sin un título no hacías nada, no ibas a ninguna parte.
La "titulitis".
Terminas el instituto.
¿Ahora qué hay que hacer?
Y eso es algo que ha tenido nuestra generación,
muchos nos hemos metido a la universidad como una prórroga,
como un tiempo extra,
sin ningún tipo de vocación, sin ningún tipo de inquietud real
por lo que has elegido.
Lo más difícil es saber qué quieres hacer con tu vida.
A mí me pasaba que yo con 20 años sabía lo que hacer con mi vida.
Yo tenía un amigo que me decía: "Cómo te envidio". "¿Por qué?".
"Sabes qué hacer con tu vida".
Yo no había hecho nada hasta ese momento,
no había hecho nada.
Pero no entendía por qué me decía eso. "Si no tengo nada".
"Sí, pero tienes claro hacia dónde quieres enfocar tu energía".
Yo creo que lo importante es eso, descubrir
qué es lo que quieres hacer con tu vida. La vida son elecciones.
Y madurar es eso también, tomar elecciones
y, sobre todo, se trata de aliviar presiones
de que cada decisión que tomas será para siempre.
Nosotros teníamos la presión de que si a los 30
no tenías la vida más o menos encarrilada,
tu vida iba a ser un fracaso.
Y eso no es cierto. Eso no es cierto.
Me he encontrado con colegas
que han levantado su vida con 50 palos.
Y eso es importante.
Con 20 años tienes tiempo de equivocarte.
A veces recibimos demasiados consejos
y es verdad que uno tiene que descubrir las cosas por sí solo.
Y equivocarse.
Yo totalmente.
Además, creo que es el momento de mi vida
en el que está pasando eso, pero tal cual.
Es la mayor frustración que tengo.
Porque parece que sales del instituto y tienes que saber
a qué te quieres dedicar toda la vida, qué quieres hacer.
Y en realidad es que no tenemos por qué saberlo.
Yo me metí en una carrera de doble grado de Filosofía y Música
y llevo dos años que no estoy segura de qué es lo que quiero hacer.
Ahora igual me cambio.
Al final... Y sobre todo, lo del miedo al cambio
y el miedo que te meten siempre de:
"A ver, haz las cosas teniendo en cuenta
que todo va a tener una repercusión en un futuro".
A veces no.
A veces hay que arriesgarse y...
Yo me siento identificada con Clara porque yo creo que es tal presión
el tener 16 o 17 años
y que tengas que elegir lo que quieres hacer, sin saberlo.
Es muchísima presión y, si no te gusta
y quieres cambiar, que digan: "Has perdido un año,
has perdido dos años".
"¿Por qué no elegiste bien al principio?". Cosas así.
Me parece que debería ser un proceso mucho más lento.
-Sí que creo que debería ser un proceso más lento,
pero en el caso en el que no lo sea, imagínate que no lo es nunca,
en ningún momento se nos haga sentir que estamos perdiendo el tiempo.
Está bien que se diga: "No pasa nada por equivocarse".
No hay que tener miedo, pero tampoco se nos felicita
cuando nos equivocamos.
¿Cómo no vamos a tener miedo a equivocarnos
si tampoco hay un refuerzo positivo
cuando te equivocas, cuando tropiezas?
Creo que tampoco nos es fácil lanzarnos a ese vacío
por mucho que se nos impulse a decir:
"No pasa nada si te equivocas, adelante, equivócate".
Pero si me voy a equivocar y me vas a decir:
"Claro, no tendrías que haber hecho eso".
Así, ¿qué ganas?
Se aprende de los errores, pero no es necesario recrearse.
Es lo que hace mucha gente. Lo hace la gente.
Pero no te hablo de ti, sino de quien está
por encima de ti: tus padres, un maestro, una maestra.
O sea, se ceban cuando se tiene un error
y lo que hay que hacer es lo que estás diciendo.
Reforzar positivamente esos fallos, aprender que sale una opción,
sale un aprendizaje y no castigar
el no tener claras las cosas a una edad.
Es un castigo que te obliguen a elegir
cuando no lo quieres. Si no lo quieres,
te vamos a reprender por tomar una mala decisión
que te ha obligado a tomar. -No puede ser que yo con 18 años
me queden dos asignaturas para septiembre
y me sienta un fracaso. Yo me sentí un fracaso.
Existe esa imagen social de:
"Es lo mejor, quien no lo consigue...".
En 4 de la ESO no sabes adónde quieres ir
y no sabes qué quieres hacer
y te miran como: "Está perdido en la vida".
Dejadnos en paz un poco.
Ahora que los adultos se han dado cuenta de que tengo mi opinión,
me pedís una opinión prematura
sobre algo que no tengo ni idea de decidir.
De repente, si me equivoco, encima el problema es mío.
Quizá el problema es que no me habéis dejado
dar mi opinión durante toda mi vida.
Aún a día de hoy, por los comentarios de amigos y de familia y todo,
muchas veces digo: "¿Hago lo que tendría que estar haciendo?".
A día de hoy me sigue viniendo esa duda.
Lo que me hace sentirme feliz es decir:
"Yo estoy aquí de puta madre,
porque hago lo que quiero, lo estoy haciendo bien.
Creo que estoy sacando mi mejor versión".
Tenemos más caminos que podemos recorrer.
Eso nos crea más incertidumbre, más indecisiones,
más infelicidad también.
Pero cuando nos caemos dos o tres veces, estamos en un camino,
nos damos cuenta de que eso funciona,
que nos hace felices, que vamos a andar por ahí seguros.
Y yo lo siento así, mis padres no son tan adaptativos,
pero mi generación sí.
Creo que estamos obsesionados con la felicidad y cada vez más.
Y una de las razones que explican esta obsesión
es que estamos constantemente siendo bombardeados
por el mensaje de que debemos ser felices,
de que buscar la felicidad es la meta más importante en la vida
y con el mensaje de que, además, es muy fácil serlo,
es muy fácil ser feliz.
La idea de felicidad que hay hoy en día
parece más propia de un anuncio de televisión
que fruto del pensamiento crítico, racional y reflexivo.
Existe hoy en día, como nunca antes,
una industria de la felicidad global
que nos está constantemente bombardeando
y ofreciendo fórmulas, recetas
e incluso frases de optimismo
impresas en camisetas, tazas de café, bolsos, etcétera.
Yo creo que esto no es cierto.
Detrás de todo este discurso de la felicidad
lo que hay en general es más "marketing" que ciencia.
Pero este no es el problema principal.
Yo creo que es todavía más perversa la trampa,
porque la industria de la felicidad no está tan interesada
en que seamos o no seamos felices
tanto como que estemos continuamente preocupados
por si lo somos, por si no lo somos, por si podemos serlo más
y cómo hacerlo.
Que sigamos convirtiendo la felicidad en un problema siempre a resolver.
Total. -Sí.
-Esta conversación ha sido una "happycracia".
-Sí, totalmente. -Totalmente.
Es que eso no es real.
Tú no puedes estar todo el día feliz. Vamos, y si es real, qué miedo.
No me da envidia, me da hasta rabia. Digo:
"Es que no es verdad". Ese no es el mundo real.
Eso es otra manera de engañarnos.
Y es otra vez, creo y pienso, no sé qué pensaréis vosotros,
que es otro miedo al fracaso.
-¿Para qué quieres enseñar lo feliz que eres?
La frase de "no se come ante el hambriento"
me parece una cosa que se lleva muy mal.
Toda la gente necesita compartir lo feliz que es,
todo lo que hace, ¿para qué? ¿Qué buscas?
¿Qué te reporta demostrar lo feliz que eres?
O sea, ¿qué necesidad tienes de restregar a la gente?
Dudo que se haga con un componente informativo
el subir una foto de que estoy en una fiesta.
Quieres restregar que estás feliz para pertenecer a esa "happycracia".
Así es como estás dentro de esto, de lo que habla Edgar Cabanas.
Claro que existe la "happycracia". Y si no estás dentro, mal.
-Esa imposición de la alegría y de no sufrir y de:
"Todo es maravilloso, aquí no pasa nada".
De hecho, me parece peligroso pensar eso,
porque es perseguir que nada te duela.
Es anular la mitad de tus emociones.
-La felicidad no es un valor que esté por encima de todo.
Se limita a tú estar bien
y si estás bien, estás bien con el resto,
pero necesitas que el resto esté bien para estarlo.
Yo no creo que la felicidad sea algo interno
que se proyecte en el exterior, sino que lo genera el exterior.
-La felicidad es algo interno
que se consigue con el conjunto de tu entorno, pero que...
No sé, me parece superficial y fría la "happycracia".
-Al final dejamos que nos vendan un ideal de felicidad
que solo se puede conseguir a través de compras de cosas irreales,
de dinero y de productos,
de experiencias que no todo el mundo se puede permitir.
Y quien puede permitírselo va a desvivirse por ello
sin que le llegue a llenar realmente.
Nadie se despierta pensando:
"Voy a sufrir todo el día y, si es posible, toda la vida".
Seamos plenamente conscientes o no,
todos intentamos evitar el sufrimiento
y buscamos la realización, la satisfacción, una vida plena.
Pero yo creo, después de muchos años
escuchando a hombres y mujeres sabias,
a mis 74 años, después de 50 años en los Himalayas
y habiéndome relacionado con científicos y demás,
de entre todas las cualidades humanas fundamentales
que en conjunto contribuyen a la felicidad,
estoy absolutamente convencido
de que la más importante es tener una mente bondadosa.
Es decir, desear el bien a los demás
en la medida de nuestras posibilidades.
Aliviar su sufrimiento y hacer felices a los demás.
Así que mi consejo principal para la gente joven
es que el altruismo es poderoso.
Tenemos que atrevernos a ser altruistas,
enseñar a serlo, fomentar el altruismo.
Tiene que ser la revolución pacífica del altruismo.
Igualmente. -Igualmente.
La mayoría de nuestras decisiones, de nuestros aciertos, y también de nuestros errores, esconden un deseo muy personal: ser feliz. Irene Villa se reúne con un grupo de adolescentes para hablar sobre la felicidad, para descubrir juntos las diferentes formas de entenderla.
Contenido disponible hasta el 11 de octubre de 2021.