En los años cincuenta, el género cinematográfico por excelencia, el western, llega a un punto de inflexión. Las historias necesitan algo más que disparos y cabalgadas sobre paisajes pintorescos.
En los sesenta se produce un cambio estético en el western clásico. El desarrollo del género sigue dos caminos, a veces paralelos a veces coincidentes: la fascinación por el sur, por lo mexicano, por la frontera real, con no pocas resonancias míticas y, por otro lado, el desarrollo crepuscular de unos personajes que simbolizan un final no sólo de época y forma de vida sino también un agotamiento del género en sí mismo.
El 12 de octubre de 1960 se estrenó LOS SIETE MAGNÍFICOS de John Sturges. Sturges, partiendo desde el más puro clasicismo, hace un “remake” de LOS SIETE SAMURÁIS de Akira Kurosawa, de 1954, pero, consciente o inconscientemente, filma la película con la que se inicia una nueva estética que acabará por conocerse como “posmoderna”. Una estética cuyo pilar fundamental es el uso de la alegoría…
Ennio Morricone: Érase una vez en el Oeste
Elmer Bernstein: Los siete magníficos
Kris Kristefferson: Wild American
Kris Kristofferson: Sunday Morning Coming Down
Bob Dylan: Cantina Theme (Pat Garret & Billy the Kid)
Kris Kristofferson: Why Me
Ennio Morricone: La muerte tenía un precio
Ennio Morricone: El bueno, el feo y el malo
Ennio Morricone: El hombre de la armónica (Érase una vez en el Oeste)
Kris Kristofferson: Help me Make it Through the Night
Ennio Morricone: Dos mulas y una mujer
Kris Kristefferson & Rita Coolidge: Please Don’t Tell Me How The Story Ends
