Venga la radio   Jardín interior 19/01/2020 55:43

Nos leen:

Samuel Alonso Omeñaca, un poema de Víctor González (El que no se secaba los jueves y otros cuentos imposibles, Kalandraka).

Claudia Campos poemas de sus libros Jardín Interior (Ediciones Liliputienses) y La carne es Devil (Editorial Yaugurú).

Claudio Burguez de Perro de aeropuerto (Ediciones Liliputienses).

Eduardo Gómez de Derivas, de Lara López (PUZ).

La Ciudad Literaria de José Miguel G. Acosta: Calcuta, por Henry Michaux (Un bárbaro en Asia, traducido por Jorge Luis Borges, Tusquets).

La Pieza de Filosofía de Alejandro Escudero: Eugenio Trías y el inquietante corazón de la belleza.

En la Atenas del siglo IV antes de nuestra era, con Platón, y hasta el siglo XVIII, la Belleza se desplegó como orden y proporción, equilibrio y armonía. Hubo, es cierto, momentos puntuales en los que esta definición se dejó de lado, por ejemplo, en el arte helenístico y el arte del barroco. Pero ha sido la pauta rectora en la tradición de Occidente. Sin embargo, en el siglo XIX y XX, a la vez lenta y bruscamente, se ha ido modificando la Idea clásica de Belleza y las artes se han adentrado en un territorio escarpado y desconocido.

Aquí, en este crucial enclave, arraiga el brillante libro de Eugenio Trías titulado Lo bello y lo siniestro.

Trías propuso una filosofía del límite articulada desde una razón fronteriza, en la que destacan libros como La aventura filosófica, Ciudad sobre ciudad o El hilo de la verdad.

Su hilo conductor es el concepto de lo siniestro (Unheimlichkeit) recogido de ese explorador de las sombras del inconsciente que fue Freud y de la indagación de Heidegger sobre la angustia que puntualmente asedia a la existencia humana asomándola a su propia nada y a la ausencia de sentido.

Desde aquí, apoyándose en el fenómeno de lo siniestro o lo inhóspito, Trías, con rigor y acierto, logra una redefinición de la belleza más acá del clasicismo y la modernidad estética.

En principio lo siniestro artístico es una síntesis de lo bello neoclásico y de lo sublime romántico, pero una síntesis que los altera desde dentro y los conduce más allá de sí mismos, hacia otro modo de ser del arte aún emergente.

¿Qué es, en el ámbito del arte, lo siniestro? Es lo extraño inquietante que late, agazapado, en el corazón de la belleza. Si la obra de arte es una exposición simbólica de los fenómenos del mundo con la que se explora un sentido inédito, la belleza articulada desde y hacia lo siniestro nos extrae de nuestra zona de confort, de modo tal que lo extraordinario se implanta en lo cotidiano y lo sacude. Es, en definitiva, lo siniestro, el fondo perturbador de la belleza.

Leemos en el libro de Eugenio Trías:

«La hipótesis que lanza este ensayo es la siguiente: lo siniestro constituye condición y límite de lo bello. En consecuencia, lo siniestro debe estar presente bajo forma de ausencia, debe estar velado, no puede ser desvelado. Es a la vez cifra y fuente de poder de la obra artística, cifra de su magia, misterio y fascinación, fuente de su capacidad de sugestión y arrebato. Pero la revelación de esa fuente implica la destrucción del efecto estético. El arte de hoy -cine, narración, pintura- se encamina por una vía peligrosa: intentar apurar ese límite y esa condición, revelándola de tal manera que se preserve el efecto estético. ¿Es tal cosa posible o rozamos aquí una imposibilidad? El carácter catártico del arte puede hallar, en esta singladura, su prueba más elocuente. “El caos debe resplandecer en la obra artística bajo el velo incondicional del orden”».

Ya Nietzsche, aproximándose a la constelación de lo siniestro, en el libro El nacimiento de la tragedia, apuntaba que bajo el orden puro y transparente de lo apolíneo late el fecundo desorden de lo dionisiaco, alimentando y nutriendo al arte genuino.

Por este ensayo de Eugenio Trías desfilan el teatro de Sófocles, la pintura de Sandro Botticelli y William Turner. La música de Bach. La literatura de E. T. A. Hoffmann y Joseph Conrad. La poesía de Rilke. El cine de Alfred Hitchcock.

Lo bello y lo siniestro, merecidamente recibió el Premio Nacional de Ensayo en 1983. Volver a recorrer sus páginas es una estimulante delicia que nos aporta una inédita mirada hacia el fascinante e inquieto mundo del arte.

Las músicas de:

Don't Bother Calling – Moses Sumney

Gnossienne No. 1 +

Clair de lune - Nitin Sawhney Version – Hélène Grimaud y Nitin Sawhney

Los Momentos – Camila Moreno

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