Reír, sonreír o llegar a la carcajada, reír por no llorar. Por lo visto hay unas 16 clases de sonrisas distintas y cada una de esas sonrisas sirve para expresar algo distinto, aunque solo 6 de esos tipos de sonrisa, están asociados a la felicidad.
Con la sonrisa contamos el miedo, la miseria, la venganza, la vergüenza, el desprecio, la mentira, la ironía o el mal. La sonrisa, es también el refugio del tímido, la forma más airosa de salir de una situación embarazosa. Con la sonrisa buscamos complicidad y aprobación.
Guillaume Duchenne, fue un médico francés del siglo XIX, considerado uno de los padres de la neurología, fascinado por dos inventos que cambiaron la historia, la fotografía y la electricidad, convirtiendo ambos inventos en herramientas con las que se dedicó a electrocutar, levemente, a sus pacientes mientras fotografiaba sus expresiones. Unas fotografías que utilizó el mismísimo Charles Darwin en su obra ‘La expresión de las emociones’.
Y precisamente la sonrisa más larga e intensa es la llamada sonrisa Ducehenne, la sonrisa verdadera y lo es de verdad porque no interviene la voluntad, surge de forma espontánea motivada por un mecanismo neuronal. Sonrisa caprichosa, que se resiste a parar y siempre gana el estímulo a la voluntad. Ría y no pare, porque los efectos secundarios de una buena carcajada se traducen en alegría, felicidad y una pequeña dosis de locura.
