Por las fronteras de Europa   Zadie Smith, con total libertad 27/04/2021 12:01

La británica Zadie Smith era tan sólo una debutante de 24 años, nacida en Londres en 1975, e hija de una modelo jamaicana y un fotógrafo inglés, cuando conoció una fama realmente planetaria. Galardonada con el premio Whitbread y con el del periódico The Guardian por su novela Dientes blancos, sería portada del New York Times y en general de todos los principales periódicos de Europa y los Estados Unidos, conforme iba siendo traducida.

La apoteósica entrada inaugural de aquella estupenda novela del año 2000 era ya realmente espectacular y brillante. La descabellada dimensión trágica, y a la vez grotesca, del suceso narrado no hacía más que anunciar el talento y enorme desparpajo para las paradojas, para un humor negro, macabro, impertinente y deslenguado que se repetiría, con mayor o menor intensidad y brío, pero con parecido virtuosismo, en el resto de todas sus obras, ya fueran novelas o ensayos.

En aquel caso, en Dientes blancos, el personaje llamado Archi, Archibald Jones, había decido morir. Pera las cosas, ni siquiera ésa, nunca habían sido fáciles para él. Su hueco, “la huella que su desaparición haría en el mundo -como se decía en la novela- le parecía imperceptible, infinitesimal”. Y le estaba saliendo francamente mal. En ese preciso momento, el carnicero Hussein-Ishmael, con su “tupé sobre la frente”, como se le describía, salió de su establecimiento y dirigiéndose a Archie, le dijo que sacara inmediatamente su coche de su vado permanente. A lo que el presunto suicida le respondió lacónicamente: “Déjeme en paz, estoy suicidándome”. Pero el carnicero musulmán no cejó y le respondió con total aplomo a Archie: “Oiga, señor mío, nosotros no tenemos licencia para suicidios. Este lugar es halal. Kosher ¿comprende? Si quiere morir aquí, antes tendremos que desangrarlo bien”.

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