En este espacio hemos visto como las micorrizas son asociaciones simbióticas entre hongos y plantas que facilitan la absorción de los nutrientes del suelo por las raíces mientras que los hongos reciben un aporte energético de carbohidratos por parte del vegetal. La formación de micorrizas es un proceso generalizado en las especies arbóreas y los hongos no presentan especificidad por ninguno de ellos según José Alberto Pardos, ingeniero de montes y miembro de la Real Academia de Ingeniería.
Sin embargo, las trufas son un caso especial. Crecen en suelos calizos en asociación de los hongos Tuber melanosporum y Tuber aestivum con diversas especies como avellanos, encinas y alcornoques. Y a diferencia de la mayoría de las setas, sus cuerpos fructíferos permanecen por debajo del suelo y no se ven, lo que dificulta su recolección.
En España, el cultivo de trufa ha alcanzado un desarrollo de cierta importancia económica en algunas provincias como Guadalajara y Teruel con plantaciones de árboles que han sido previamente micorrizados en suelos de monte ralo o de cultivos agrícolas abandonados. La micorrización artificial se lleva a cabo mediante la inoculación de las plantas recien germinadas con las esporas de los hongos.
