Control inteligente

En pleno siglo XXI es difícil imaginar una industria en la que los procesos no estén relacionados con elementos capaces de detectar las distintas variables que intervienen en ellos. Esos elementos son como nuestros sentidos y están vinculados a sensores. La información es enviada a sistemas y dispositivos capaces de tomar decisiones de acuerdo con unos criterios estableciendo un control directo sobre los productos. Ese control requiere, en muchos casos, la intervención de personal humano para conseguir un alto nivel de seguridad, calidad y producción. Pero hay sistemas tan complejos y con un grado de incertidumbre tan elevado --explica Javier Aracil, ingeniero industrial y miembro de la Real Academia de Ingeniería-- que el control convencional no resulta operativo. En estos casos, es necesario lo que se conoce como control inteligente. El término fue introducido a principios de la década de 1950 por el informático chino-americano King Sun Fu. El diseño de esos controladores trata de emular las funcionalidades del razonamiento humano de la mano de potentes computadores y con la ayuda de Inteligencia Artificial.
En el desarrollo del control inteligente se han empleado técnicas de control adaptativo, algoritmos evolutivos, lógica difusa o control difuso y --sobre todo en los últimos años-- redes neuronales. Este control se aplica cada vez más en campos tan variados como la industria, la salud o el medio ambiente aunque según Aracil, nunca llegarán a sustituir al ser humano