Automatismo y autonomía

A lo largo de la historia, el ser humano ha recurrido a diferentes técnicas para realizar determinadas tareas con ahorro de esfuerzo, tiempo y dinero. Una de ellas ha sido el automatismo. Sus orígenes --recuerda Pere Brunet, ingeniero industrial y miembro de la Real academia de Ingeniería-- se remontan a la prehistoria, con el desarrollo de máquinas que minimizaban o sustituían la fuerza que debía hacer una persona o animal. Pero fue a principios del siglo XX cuando se comenzó a implementar la automatización para procesos complejos empleando elementos mecánicos y electromecánicos como motores, relés, temporizadores o contadores. En la actualidad, se cuenta con tecnologías avanzadas de control y comunicación con redes de producción autómatas, implementadas en la industria pero también en otros ámbitos como viviendas, hospitales o servicios de vigilancia.
El desarrollo de la inteligencia artificial, especialmente en la forma de aprendizaje automático, y la disponibilidad cada vez mayor de conjuntos de datos masivos, están permitiendo el desarrollo de sistemas que van un paso más allá, ya que pueden actuar de forma completamente autónoma y aprender de la información que reciben de su entorno. Estas tecnologías digitales ejecutan tareas inteligentes y se aplican a nuevos productos y servicios en los sectores público y privado, y en contextos tanto militares como civiles. Estos avances --advierte Pere Brunet-- están dando lugar a una serie de dilemas legales y éticos cada vez más urgentes y complejos que requieren respuesta.