La antigua Unión Soviética proclamó que la igualdad se había conseguido. Pese a que eso sigue muy lejos de ser una realidad en la Rusia actual, el 8 de marzo ya no es un día reivindicativo ni de protesta. Desde hace tiempo, las autoridades lo han convertido en una fiesta en la que regalar flores a las rusas. Para Popova, mientras siga habiendo feminicidios a diario, cada día es día de lucha. Todo para seguir uniendo a las mujeres de un país donde el feminismo es muy minoritario, percibido como algo negativo que tratan de imponer desde Occidente.
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