Os propongo que participéis de una mediación familiar. Es una pareja con dos hijos que ha decidido hablar con Carmen Rodríguez, una de las mediadoras y trabajadoras sociales más veteranas y pionera en esta otra forma de negociar, para que sea ella quien medie en su separación. Yo me uno a una sesión de seguimiento para conocer qué es importante y cómo funciona esta intervención familiar.
Porque es la alternativa más humana que hay al abogado que aplica leyes en frío e impone lo que al padre y a la madre le 'toque' hacer. Bien sea en el régimen de visitas como en lo económico mientras que la mediación familiar tiene como prioridad que los niños tengan todo lo que necesitan también afectivamente. Se parte de consensos, de acuerdos, se trabajan los sentimientos (casi siempre encontrados al principio) y se liman asperezas porque se separan los padres pero no los hijos. Ellos tienen que poder disfrutar de su padre y de su madre (siempre que se den las condiciones beneficiosas para los menores), vivan juntos o separados. Los niños nunca pueden ser el dardo envenenado para hacer daño al cónyuge. Los adultos somos los que tenemos que tener la sangre fría para que las cosas de mayores se resuelvan únicamente entre mayores y buscando el entendimiento porque siempre habrá un proyecto común que son los hijos, lo más preciado para ambos. Por ellos hay que llegar a acuerdos responsables y los/las mediadores/as nos ayudan encontrar el equilibrio y que los sentimientos no se interpongan frente al bien de los niños.
