Documentos RNE   César de Lanzarote y su cruzada por el arte y la naturaleza 24/01/2020 56:11

En 2019 se cumplieron cien años del nacimiento de César Manrique, un artista estrechamente vinculado a Lanzarote, el lugar donde nació y dejó sus mejores obras. Manrique fue un visionario que entendió la importancia de preservar el medio ambiente y fomentar un turismo sostenible que no destrozase el singular paisaje volcánico de la isla canaria.

Nacido en Arrecife de Lanzarote Manrique quedó impactado desde pequeño por la naturaleza salvaje de la Caleta de Famara, donde pasaba las vacaciones familiares. No era buen estudiante, pero dibujaba muy bien y enseguida quiso dedicarse a la pintura. Sin embargo, tuvo que superar las reticencias de su padre. Después de pasar dos años en la Universidad de La Laguna cursando Arquitectura Técnica, pudo trasladarse a Madrid para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

En Madrid conocerá a Pepi Gómez, con quien tuvo la relación más estable de su vida y que le introducirá en los círculos burgueses y artísticos madrileños. Manrique empezó haciendo una pintura figurativa, pero evolucionó hacia la abstracción bajo la influencia del informalismo reinante. Su pintura terminó reflejando las texturas y colores de su tierra volcánica.

Cuando muere Pepi Gómez, en 1963, el artista sufre una profunda crisis y se traslada a la meca de la modernidad, Nueva York. Pero el momento crucial de su vida se produce cuando, a finales de los sesenta, vuelve a Lanzarote para iniciar una serie de proyectos para construir espacios adaptados al paisaje: una simbiosis de arte y naturaleza, que buscaba atraer un turismo de calidad y evitar la masificación que ya amenazaba Canarias. Recupera el valor de la arquitectura tradicional isleña y fija una serie de normas para respetar y realzar el medio ambiente. Así surgieron Los Jameos del Agua, construido sobre un tubo volcánico; la casa de Taro de Tahíche, hoy Fundación César Manrique, aprovechando burbujas volcánicas; el Mirador del Río, en los acantilados del norte de la isla; el restaurante de Timanfaya, con vistas a las coladas de lava…

Pero a mediados de los ochenta, cuando la presión del turismo se intensificó, tuvo que enfrentarse a los poderes que querían un desarrollo rápido. Manrique se convirtió en un activista por la lucha medioambiental: encabezó manifestaciones, escribió manifiestos y lanzó duras críticas contra las autoridades. El deber del artista, repetía, es defender la naturaleza.

Manrique era un vitalista y vivía asombrado, según sus palabras, por el milagro de la vida. La muerte le sorprendió en septiembre de 1992, a los 73 años, en un accidente de coche al salir de su Fundación. Lanzarote no sería la misma sin él, y él no habría sido el mismo sin su isla.

Con guión de Modesta Cruz, Documentos RNE hace un recorrido por la vida del singular artista lanzaroteño definido a través de su propio testimonio. Además, contamos con la aportación del director de la Fundación César Manrique, Fernando Gómez Aguilera; de su biógrafa, la profesora de Historia del Arte, Violeta Izquierdo; y del crítico y profesor de Bellas Artes, José María Parreño, estudioso de la relación del arte con el medio ambiente.

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