Un programa especial dedicado a nuestros oyentes y a sus primeras veces. Historias de ayer y de hoy contadas a través de sus propias voces, palabras y emociones. Para sentirnos todos aún más cerca.
Al escribir se ha escapado una errata; consciente debió quedar, mil disculpas
02 nov 2020
Raúl Ferreiro
Reunir voces, palabras, emociones en un programa como si fuera un primer plano donde se nombra, tiernamente y con precisión, lo singular significativo, lo que se alza como un antes y un después de algo siempre especial, como la primera vez que se experimenta un algo que marcará existencia... Quedarse y relanzar ese momento en que no somos muy consiente de su trascendencia, pero que sentimos como un cielo de otros mundos. Por supuesto que el primer amor como el primer dolor dan con la gravedad de lo inasible y constante en el derrotero vivencial. El Gabo describía la otra punta del amor, de la vida... el olor nauseabundo de la muerte, inconfundible y la primera pérdida cuando el niño no comprende, y su padre lo lleva a un rincón para consolarlo en un intento de lo inexplicable. O cuando en tiempos oscuros y con documentación en regla se es detenido en tierra extranjera y se conoce los primeros barrotes y sus inocentes, los sótanos de la ignominia dictatorial de época y continente, provincia a provincia, o cuando se ve al primer estudiante herido y su sangre como una flor generosa a través su blanca camisa goyesca, y junto al hecho la constatación de la mentira propagandeada por plumas serviles de la muy pequeña pequeña gran prensa, pero el amor es más fuerte, obviamente, y el abrazo y el beso y la canción no tienen fin, aunque haya un prisma de ausencia, despedida y soledad...
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Al escribir se ha escapado una errata; consciente debió quedar, mil disculpas
Reunir voces, palabras, emociones en un programa como si fuera un primer plano donde se nombra, tiernamente y con precisión, lo singular significativo, lo que se alza como un antes y un después de algo siempre especial, como la primera vez que se experimenta un algo que marcará existencia... Quedarse y relanzar ese momento en que no somos muy consiente de su trascendencia, pero que sentimos como un cielo de otros mundos. Por supuesto que el primer amor como el primer dolor dan con la gravedad de lo inasible y constante en el derrotero vivencial. El Gabo describía la otra punta del amor, de la vida... el olor nauseabundo de la muerte, inconfundible y la primera pérdida cuando el niño no comprende, y su padre lo lleva a un rincón para consolarlo en un intento de lo inexplicable. O cuando en tiempos oscuros y con documentación en regla se es detenido en tierra extranjera y se conoce los primeros barrotes y sus inocentes, los sótanos de la ignominia dictatorial de época y continente, provincia a provincia, o cuando se ve al primer estudiante herido y su sangre como una flor generosa a través su blanca camisa goyesca, y junto al hecho la constatación de la mentira propagandeada por plumas serviles de la muy pequeña pequeña gran prensa, pero el amor es más fuerte, obviamente, y el abrazo y el beso y la canción no tienen fin, aunque haya un prisma de ausencia, despedida y soledad...