Durante una semana, hasta el próximo jueves, se celebra la Asamblea Nacional Popular de China, en la que casi 3.000 diputados reunidos en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín han de aprobar los objetivos marcados por el régimen. Uno de ellos es el crecimiento económico, que para el presente año -segundo bajo la pandemia de coronavirus- queda fijado en un mínimo del 6%, aunque las previsiones apuntan a un 8%, porcentaje envidiable habida cuenta la situación mundial.
Pero la reunión parlamentaria no solo fijará el rumbo económico durante este y los próximos cinco años, sino que, entre otros asuntos, votará una reforma legislativa en Hong Kong que limitará aún más el margen de maniobra de la oposición democrática. Las actuaciones de Pekín hacia la excolonia británica, sus políticas con respecto a Tíbet, Xinjiang o Taiwán, son motivo de críticas internacionales, sobre todo desde Estados Unidos. Al respecto, China ha advertido de que hay líneas rojas que nunca deberían cruzarse...
