Ars sonora   "Audiosfera" y la idea de la música absoluta (II) 31/10/2020 01:00:13

Desde el pasado 14 octubre, y hasta el 11 enero del 2021, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid) acoge, en la tercera planta de su Edificio Sabatini, una amplia exposición titulada "Audiosfera. Experimentación sonora 1980-2020".

En esta edición de Ars Sonora continuamos nuestro análisis de esta pretenciosa muestra, que reúne 728 obras de más de 800 autores. La decisión del comisario, Francisco López, de acumular tal cantidad de piezas no solamente disuelve la especificidad de cada propuesta y de su autor en una suerte de magma confuso para el visitante, sino que también implica la imposición de unas condiciones de escucha homogéneas para todas ellas. Ese modo de escucha, heredero de la decimonónica “idea de la música absoluta” —que estudió el musicólogo Carl Dahlhaus—, ciertamente puede resultar idóneo para la música de López, pero no favorece en nada —más bien al contrario— la recepción de la mayor parte de las obras reunidas en “Audiosfera”.

El discurso estético de López se presenta de manera no ya independiente, sino radicalmente ajena a cualquier estímulo cultural que apele, por ejemplo, a la literatura, a la historia (incluyendo, claro, la historia de la música), a los problemas de la sociedad, a la política… Esta actitud escapista, que intenta presentar la música como algo independiente y puro, ajeno a su contexto (social, histórico, político, estético…), desde luego no es la más frecuente en la práctica de la creación sonora experimental de las últimas décadas. Por ello es posible sostener que la muestra propone un retrato falseado de esa realidad, al escamotear al visitante todos esos elementos contextuales que —a diferencia de lo que sucede en las obras del propio López— dotan de sentido a buena parte de esas creaciones sonoras.

La imposición de esta forma de relación con las obras no solamente revela una incapacidad de escucha por parte del comisario (es decir, una ineptitud para penetrar íntimamente en el discurso propio de cada propuesta estética y para propiciar una inmersión plena en cada obra; para abrirse o desnudarse humildemente ante ella, en tanto que comisario, y facilitar al oyente una forma de disfrute lo más rico y pleno que resulte posible en cada caso). También puede interpretarse como una manifestación de los procesos socioeconómicos propios del tardocapitalismo que se celebran efusivamente en el texto confeccionado por López para el catálogo (por ejemplo, la aparente “democratización” de las tecnologías y los saberes, o la presunta disolución de las jerarquías económicas y simbólicas —negada por el propio dispositivo de un museo como el Reina Sofía—).

Estas asunciones por parte del discurso curatorial —que apelan a una ingenua relación espiritual con el sonido, intentando evitar cualquier posibilidad de un análisis crítico de su sustrato ideológico neoliberal— de nuevo remiten a la propia praxis artística de López, más que a las peculiaridades propias de las obras por él compiladas (pues éstas, en general, se oponen a la producción en serie de bienes de consumo prácticamente indiferenciados entre sí —véase la serie “untitled”—, que en su uniformidad constante a través del tiempo niegan la posibilidad de cualquier desarrollo —estético o político—).

Acompañamos estas y otras reflexiones con la escucha de una selección —algo más modesta y limitada, al menos cuantitativamente, que la de “Audiosfera”— de algunos fragmentos de obras presentes en la exposición: “Die Badende”, de María de Alvear; “Point à la ligne”, de Émilie Payeur; “Breaking News”, de Hildegard Westerkamp; “Looking For Patterns In The Flow of Data”, de Blanca Rego; “El Principio del Fin”, de Fátima Miranda; “Live at Sarean”, de Marta Sainz & Enrique Zacagnini; “with 4”, de Sachiko M.

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