Resulta prácticamente imposible desenvolverse en el día a día sin hablar de información, cada vez es menor el porcentaje de población activa que se dedica a la producción de bienes tangibles y mayor el de los dedicados de una u otra forma a procesar información, y cualquiera que sea el ámbito es una idea que está siempre presente. Vivimos en la era de la información pero, ¿qué entendemos por información? Se trata de un concepto amplio, vago y difícil de definir. Según Javier Aracil, ingeniero industrial y miembro de la Real Academia de Ingeniería, es 'algo' cuya posesión por un agente hace que modifique su conducta. Es decir, lo que haría alguien 'antes' de recibir una información es diferente de lo que hará 'después' de hacerlo.
La trasmisión de información es tan antigua como el ser humano pero comenzó a desempañar un papel especialmente importante en la concepción científica del mundo a partir de 1844 con la invención del telégrafo de Morse. Hasta el siglo XIX, las máquinas suplían a los humanos en los trabajos físicos y tediosos, manejadas por operarios desde el exterior. Pero gracias a la electricidad, pudieron incorporar su propio proceso de gobierno.
Con el desarrollo de la electrónica, las máquinas pasaron de suplir el esfuerzo humano a ser asistentes que procesan información.
Más allá de las máquinas, la información se ha convertido en un concepto fundamental de la ciencia. Si a principios del siglo XX la física pretendía alcanzar una descripción del mundo con materia y energía, el código genético ha puesto de manifiesto como la esencia misma de la vida está asociada a procesos en los que la información desempeña un papel esencial.
