50 años de tve • blogs del aniversario 25.06.2006
Las grandes series, prestigio para TVE
25 de junio de 2006
CarLOS RUSCALLeDA
HOY ECHAMOS UN TROZO DE "EL CONDE DE MONTECRISTO"

      
-Perdone que me meta, pero lo que tienen que hacer es poner las novelas esas que hacían antes.

Es el técnico de las máquinas del café. Marga y yo estamos tomándonos un respiro mientras hablamos de nuestras cosas, o sea, de trabajo.

-Esas sí que eran buenas -nos dice- Crimen y Castigo, El Conde de Montecristo... ¿quién hacía el Conde de Montecristo?

-Pepe Martín, -le digo- ayer mismo le hice una entrevista.

-Esa era la mejor.


El Conde de Montecristo la rodó Pedro Amalio Lópezen Barcelona con Pepe Martín en 1969. Fue una novela atípica, tenía exteriores y se emitió en 20 capítulos. Los lunes hacían un resumen de la semana anterior.

-Yo, mi trabajo, lo juzgo por la risa, -me dice Pepe Martín en su casa de Madrid. -Si recuerdo haberme reído es que estaba bien y con el Conde nos reímos un montón.

Pepe Martín tuvo tantísimo éxito con el personaje de Alejandro Dumas que se agobió y se fue a trabajar a Sudamérica porque aquí no podía casi ni salir a la calle.

Adaptar los grandes clásicos de la literatura universal fue un recurso casi obligado cuando la escasez de medios y las necesidades de programación te exigían despachar una novela cada semana. Esos productos casi artesanales evolucionaron hasta convertirse en grandes producciones con presupuestos multimillonarios.

En mi memoria, "El pícaro" (1974) de Fernando Fernán Gómez era una serie humilde, con diálogos chispeantes y situaciones cómicas, pero al revisarla en vídeo me he encontrado con una obra muy ambiciosa que abrió el camino a aventuras posteriores como "La saga de los Rius" (1976) o las primeras adaptaciones de novelas de Blasco Ibáñez, "Cañas y barro" (1978) y "La barraca" (1979).

El éxito de estas producciones, rodadas en cine y en escenarios naturales, estimuló la realización de nuevas miniseries basadas en obras literarias de prestigio y tirón popular. Los años 80 representan un verdadero boom.

"Fortunata y Jacinta" (1980), con sus enormes decorados que reproducen el Madrid del siglo XIX; "La plaza del diamante" (1981); "Los gozos y las sombras" (1982); "Mariana Pineda" (1984); "Los Pazos de Ulloa" (1985). El número de series se dispara y los presupuestos crecen en paralelo. Un capítulo de "Fortunata..." cuesta 25 millones de pesetas (150 mil euros); uno de "La Forja de un rebelde" (1990), diez años después, llega a superar los 380 millones de pesetas (2 millones de euros).

Además de la literatura, la otra gran fuente de inspiración para estas series de pocos capítulos y mucho presupuesto fueron las biografías de personajes históricos. "Cervantes" (1981), “Ramón y Cajal" (1982) "Teresa de Jesús" (1984), "Goya" (1985), "Lorca, muerte de un poeta" (1987) "Miguel Servet" (1988) o "El Lute" (1988). Todas en una década que puede considerarse como una auténtica edad de oro.

Muchas las recordamos por las historias que cuentan o por que nos impresionaron sus decorados o la puesta en escena. Pero yo creo que si hay muchas que permanecen en nuestra memoria es debido a los actores que trabajaron en ellas. Imposible olvidar a Fernán Gómez transmutado en el pícaro Lucas Trapaza; no sentir un latigazo de sensualidad cada vez que aparece Charo López en "Los gozos y las sombras", o creer que Santa Teresa no puede ser otra que Concha Velasco y que el Lute no es el Lute, sino Imanol Arias.

Uno de mis favoritos es Carmelo Gómez en "La Regenta" (1995), pero si tuviera que elegir, me quedo con la complicidad de Fernando Rey y Alfredo Landa en "El Quijote de Miguel de Cervantes" (1992).

-Fernando Rey era un actor muy serio, -me dice el director Manuel Gutiérrez Aragón- nadie creía que pudiera interpretar a Don Quijote.

El rodaje se prolongó durante nueve meses en unas condiciones muy duras sobre todo para un actor que rondaba los 70. Pero Fernando Rey supo sacarle ese punto de locura y humor que tiene el personaje cervantino.

-Es el papel más rico que yo he hecho en mi vida y uno de los personajes más grandes que un actor puede interpretar -decía el actor en una entrevista de la época.

Las grandes series le han dado credibilidad y prestigio a la televisión pública. La audiencia las ve como algo propio, un producto de calidad en el que de alguna forma todos participamos aunque sólo sea como espectadores.

-Tiene usted que ver -le digo al señor de la máquina del café,- el reportaje que hemos hecho para este domingo.

-Es que no tengo tiempo -me contesta- yo la tele la veo muy poco y los fines de semana, imposible, trabajo en otra empresa.

- ¡Pero hombre, que vamos a echar El Conde de Montecristo!


carlos.ruscalleda@rtve.es

Carlos Ruscalleda.
REDACTOR

 

 

Pepe Martín encargó a Edmundo Dantés en la obra inmortal de "El Conde de Montecristo" del novelista francés Alejandro Dumas.

"El pícaro" fue interpretada magistralmente por Fernando Fernán Gómez.

"El Quijote", de Manuel Gutiérrez Aragón es casi la obra definitiva llevada al cine. Tardó en rodarse 9 meses en escenarios naturales de La Mancha.

El director de cine nos cuenta anécdotas de aquel rodaje al que se enfrentó con la oposición de su familia que le presionó para que no la rodase debido a los riesgos que conllevaba su complejidad.

Las grandes series de TVE llevaron a la pequeña pantalla las mejores obras de la literatura española. En la imagen "La barraca", de Vicente Blasco Ibáñez.

La monumental novela del escritor asturiano, Leopoldo Alas, "La regenta", se convirtió en una de las grandes series de TVE. En la imagen Carmelo Gómez y Aitana Sánchez Gijón.

Otro de los grandes autores de la narrativa española fue Gonzálo Torrente Ballester, cuya obra "Los gozos y las sombras" también fue llevada al cine por TVE.

2006 © 50 AÑOS DE TVE EN EL TELEDIARIO. Televisión Española, S.A.