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El poder de las caricias

  • Muchas veces infravaloramos este gesto tan básico
  • Es fundamental a la hora de conectar y de intimar con nuestra pareja
  • Más consejos de sexología y vida afectiva en nuestra web

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Las caricias

Aunque pueda parecer un poco obvio, el papel del tacto en nuestra vida íntima es importantísimo. El poder de las caricias en nuestra vida afectiva puede marcar la diferencia; un gesto muy básico que a menudo pasamos por alto, al que no damos la importancia que debería tener y que es fundamental para conectar con nuestra pareja. Incluso a niveles tan íntimos que puede llegar a tener efectos como que las respiraciones y las palpitaciones de los dos se sincronicen.

El efecto que tienen en nuestro cuerpo

A fin de cuentas, nuestra piel es el órgano más grande que tenemos. Unos dos metros cuadrados de piel cubren nuestro cuerpo, que sirven para dar y recibir placer a través del contacto. Por ejemplo, a nivel químico las caricias tienen un efecto muy interesante ya que nos ayudan a producir oxitocina, una hormona involucrada en diferentes procesos naturales como el parto o los orgasmos.

Tómate tu tiempo. Estamos acostumbrados a ir a lo loco y no pararnos para disfrutar plenamente del momento que estamos compartiendo con nuestra pareja. Cada pequeño roce y gesto puede encerrar un significado mucho más complejo de lo que parece a simple vista. Tocarnos a diferente intensidad, y por supuesto en diferentes zonas, puede cambiar totalmente lo que queremos expresar. Incluso conscientes de la importancia que tiene este gesto aparentemente tan sencillo, y como podemos ver en el vídeo, existen talleres que nos enseñan a exprimir al máximo las caricias a la hora de relacionarnos con nuestra pareja.

No solo tienen un sentido sexual

Pero no nos confundamos, las caricias no solo tienen por qué tener un sentido sexual. Es una forma cercana de expresar ternura, afecto, complicidad… Y consiguen que nos relajemos. Muchas veces nos olvidamos de las caricias pero pueden ser una forma fantástica de complementar la comunicación y darle una dimensión más profunda e íntima.

Incluso muchas veces resulta una forma más sencilla y completa para expresarnos que el propio lenguaje no verbal. Por ejemplo, ¿cómo nos comunicamos con un bebé que todavía no sepa hablar?