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La venganza de Elmyr de Hory, el gran falsificador de cuadros del siglo XX

  • Esta semana Olmos y Robles siguen la pista de un falsificador de cuadros
  • Analizamos la figura del falsificador Elmyr de Hory

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Elmyr de Hory. Fotografía de Josep Buil Mayral. Arxiu del Consell Insular d'Eivissa
Elmyr de Hory. Fotografía de Josep Buil Mayral. Arxiu del Consell Insular d'Eivissa

Esta semana Olmos y Robles se han topado con la venganza de Emiliano Pozuelo, un falsificador de obras de arte que iba dejando en sus cuadros pistas sobre un tesoro escondido en algún otro cuadro del mundo. Si bien este "Emiliano Pozuelo" es un personaje ficticio, su figura se inspira en la de tantos otros falsificadores que han existido a lo largo de la historia del arte: desde Han van Meegeren a Eric Hebborn, pasando por Tom Keating o el más reciente Wolfgang Beltracchi.

Pero de todos ellos, con el que "Emiliano Pozuelo" guarda un mayor parecido es con Elmyr de Hory, el mayor falsificador de cuadros del siglo XX. Un pintor magistral convertido en mito gracias a sus obras "pintadas como" que pusieron en jaque a marchantes y directores de museos de todo el mundo y cuya historia retrató el biógrafo Clifford Irving en el libro ¡Fraude! y Orson Welles en la magnífica F de Falso (F. for Fake, 1973), su último largometraje.

Elmyr de Hory, el gran falsificador del siglo XX

"La firma no significa nada. Lo importante es la obra". Esta frase la pronunció el célebre pintor húngaro Elmyr de Hory en 1976 en el programa A fondo de TVE poco antes de su muerte. Más allá del debate sobre la verdadera esencia del arte que pueda ocasionar tal afirmación, De Hory consiguió hacerse millonario gracias a los más de 1.000 cuadros que pintó con las técnicas de otros pintores y que consiguió colgar en los mejores museos del mundo como si se trataran de auténticos Picasso, Modigliani, Matisse,Signac, Derain o Monet.

Nacido en Budapest en 1906 en el seno de una familia de aristócratas (o al menos eso hizo creer), a día de hoy no se sabe a ciencia cierta quién fue este personaje. En su juventud se instaló en París e intentó hacerse un nombre dentro del círculo artístico de la ciudad. Poseedor de una técnica pictórica sublime, no logró encontrar un estilo propio que sedujera a la crítica de su época. Resentido con los críticos que le infravaloraron, años después se burlaría de ellos a base de venderles sus falsificaciones haciéndoles creer que se encontraban ante obras originales.

Nunca se consideró un falsificador

Su primera falsificación la vendió, casi sin querer, en el año 1946. Una amiga, Lady Campbell, confundió uno de sus dibujos con un auténtico Picasso y se lo compró por 40 libras. Seducido por la facilidad de enriquecerse imitando el estilo de otros, comenzó a vender otros muchos Picasso por otros países de Europa, y posteriormente fue ampliando su catálogo de autores imitados y dio el salto a Estados Unidos, vendiendo sus obras desde Nueva York hasta San Francisco. Acuarela, óleo, litografías... nada escapaba de las geniales manos imitadoras de De Hory.

Es importante recalcar que De Hory jamás se consideró un falsificador. Para él, lo realmente fraudulento eran las leyes del mercado del arte. Y a diferencia de otros grandes falsificadores, De Hory no realizaba réplicas exactas, sino que hacía nuevas creaciones como si las hubiesen pintando otros grandes artistas, lo que le permitía vender sus obras con mayor facilidad. No pintaba un Picasso, sino un cuadro al estilo de Picasso. Y se defendió alegando que él jamás suplantó la firma de los pintores que emulaba, sino que esas firmas eran añadidas a posteriori por marchantes. De ahí que Orson Welles se refiera a él como el "falso falsificador" (ya que lo único ilegal al imitar la obra de otro pintor es hacerla pasar por original cuando en realidad no lo es).

Es más, tal y como aseguró De Hory en el documental de Welles, sus copias muchas veces superaban en calidad a los originales. Como ejemplo, explica que al dibujar siguiendo el estilo de Matisse, consigue líneas más seguras y fluidas que las del pintor francés.

Su biógrafo, también falsificador

En el año 1969 su amigo Clifford Irving relató su vida y falsas obras en el libro Fraude. Por cierto que dos años después Irving acaparó todas las portadas cuando se desveló que había falsificado la autobiografía de Howard Hughes, siendo uno de los mayores escándalos literarios de los setenta. De modo que si la historia del pintor falsificador la relata un falsificador aún mayor, ¿cuánto habrá de cierto en lo que relata en dicha biografía?

Después de huir de la justicia de varios países, De Hory recaló en Ibiza en 1959, donde vivió hasta el final de su vida. Allí se suicidó cuando supo que le iban a extraditar.

El falsificador falsificado

Casi cuatro décadas después de su muerte, se puede afirmar sin complejos que De Hory finalmente logró cumplir su mayor sueño: ser reconocido por su propio estilo como pintor. Y prueba de ello es que sus obras, firmadas ya como De Hory, se han exhibido en varios países (en 2013 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid) y que se han detectado en el mercado del arte falsos Elmyres. El falsificador falsificado... gran artista será.