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1920, la década de la frivolidad y el placer

  • Los locos años 20 llegan a los almacenes Selfridges
  • Es el boom de la perfumería y el maquillaje
  • Las mujeres flapper, de El Gran Gatsby, rompen moldes
  • Descubre a Mr Selfridge en su web y sigue la serie los jueves en La 1

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Los felices años 20 en Selfridges
Moda en el yate de Goerge Baher (1928). Edward Steichen. Ed. Condé Nast.

El señor Selfridge era un visionario, el inventor de lo que hoy llamamos una experiencia de compra, y fue pionero en ofrecer ofertas y celebrar desfiles de moda. También, en ampliar la sección de belleza.

Richard Hudnut, Helena Rubinstein y Bourjois ofrecían nuevos productos continuamente y las mujeres experimentaban con el maquillaje pero siempre evitando ponerse demasiado.

El rojo de labios era un tema que se trataba hasta en la prensa pero en esta época no tenía un éxito masivo y por lo tanto no se vendía mucho. Selfridge, experto en aromas, adoraba Guerlain y Houbigant, dos de las grandes casas de la perfumería que hoy siguen en activo.

El aroma de la Belle Époque

Por eso, en sus almacenes los perfumes estaban colocados justo a la entrada. Algo que tenía una doble función: seducir a través del olfato a la clienta y neutralizar los malos olores de la calle.

Uno de los favoritos era “Quelques Fleurs”, lanzado por la casa Houbigant en 1912, que fue el primer perfume con un bouquet multifloral.

Un éxito que hoy, en 2014, sigue a la venta y un referente para otros, luego convertidos en clásicos, como L´Air du Temps de Nina Ricci o el Nº5, de Chanel.

“Quelques Fleurs” es la esencia de la Belle Époque, la mezcla de refinamiento y dramatismo. Elementos que se trasladan a la moda.

Cuanto más se acercaba la década de 1920, más subían los bajos de los vestidos y se mostraba al mundo la hasta entonces invisible forma de la pierna de la mujer.

Beber la frivolidad y el placer

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Se impone el estilo flapper

Las medias de seda brillante son el must de la época y las mujeres más atrevidas, como Lady Londonderry, llevaban tatuajes; ella, una serpiente desde el tobillo hasta la rodilla.

Gloria Swanson pone de moda el pelo corto y la peluquería de Selfridges es un hervidero de mujeres que quieren dejar atrás un estilo caduco y salir de allí con otro más rompedor.

Las revistas de moda plasman los gustos de la época y avanzan a grandes pasos, sobre todo Harper´s Bazaar, Tatler y, por supuesto, Vogue.

En sus portadas vemos a mujeres flapper – salidas de la novela 'El Gran Gatsby'- con vestidos rectos y cortos, liberadas del corsé, que fuman, hacen deporte, se aplican polvos en público y lucen deliciosos vestidos firmados por Chanel, Lanvin y, más tarde, Madeleine Vionnet.

El auge de la ilustración de moda

Los felices 20, sobre todo en EEUU, son la época de la mujer andrógina que odia las curvas naturales de la silueta, se pone vestidos camiseros de día y cortos y con flecos en la noche. Además, se adorna con brazaletes, plumas, sombreros y collares.

Selfridges pone a la venta sartas de cuentas de colores de 100 centímetros de longitud y Times publica que “sólo se llevan tres tonos: para conjuntar, para armonizar y para contrastar con el vestido”.

También es el auge de la ilustración de moda. Erte, Tamara de Lempicka y George Barbier eran las estrellas hasta que llegó la fotografía. Mientras, en España, el que triunfa es Rafael de Penagos, formado en París y Londres.

La moda del cóctel

Los felices 20 eran la locura y el desenfreno en Nueva York, pero no hay que olvidar que en la vieja Europa no todas las mujeres salían cada noche a bailar. En Londres, en 1921, había dos millones de parados y la tienda más visitada era la de empeños.

Pero también había ricos, y ellos iban a los almacenes del señor Selfridge para comprar, comer o tomar un aperitivo. La hora del cóctel , tan de moda ahora, podría ser cualquiera entre las doce del mediodía y las cinco de la tarde.

Era una costumbre muy extendida, aunque tenía sus detractores. “Los cócteles son la expresión más romántica de la vida moderna, pero se han convertido en un vicio”, decía la prensa.

El avispado señor Selfridge no tardó en poner a la venta cocteleras, cubiteras, copas de Martini, libros de recetas… en fin, todo lo necesario para los amantes de este vicio.

Y es que quedar a tomar el cóctel era un evento para intercambiar impresiones y, como no, lucir el último modelito.

La gran influencia de la moda de los 20

Muchos de ellos resultan de una actualidad asombrosa. Año tras año, los diseñadores reinterpretan la moda de la década de 1920, actualizando sus códigos, introduciendo nuevos materiales pero siempre respetando su glamur.

Prada, Jean Paul Gaultier, Giorgio Armani...Incluso para este verano de 2014 tenemos las versiones en prêt-à-Porter de Roberto Cavalli y en alta costura de Alexandre Vauthier.

Fue la década por excelencia del siglo XX. Casi todo lo que hacemos o nos ponemos hoy, ya se hacía o se llevaba en esos años, tan unidos la palabra “moderno”. Era imprescindible, absolutamente imprescindible, ser moderna.

Hay que ver la película 'Millie, una chica moderna', de George Roy Hill, y, por supuesto, 'El Gran Gatsby', tanto la versión de Jack Clayton como la de Baz Luhrmann.

Dos miradas a la vida, la estética y la elegante frivolidad de una sociedad que bailaba al ritmo del charleston.