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Cecilia y su ramito de violetas (por Juan Carlos Ortega)

  • Juan Carlos Ortega nos confiesa su 'intima' relación con la cantante

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La mitad invisible - Un ramito de violetas

La mitad invisible

Un programa presentado Juan Carlos Ortega y dirigido por Blanca Flaquer que pretende descubrir la parte más desconocida de las obras de arte.

Cada sábado, a las 19.00 horas (excepto el primer sábado de cada mes) tenéis una cita con 'La mitad invisible' en La 2 de TVE

Las primeras tres cintas de cassette que llegaron a mi casa fueron las siguientes: una selección de monólogos de Miguel Gila, los conciertos de Brandemburgo de Bach y un recopilatorio de grandes éxitos de Cecilia.

no somos tan libres como creemos a la hora de elegir nuestras preferencias

Este hecho me hace suponer que no somos tan libres como creemos a la hora de elegir nuestras preferencias, porque Gila se ha convertido en mi humorista de cabecera, Bach en mi músico preferido y Cecilia en la cantautora española que más admiro.

Después de todo, es posible que nuestro pretendido libre albedrío esté formado en realidad por una serie inquietante de casualidades.

Con Gila me reía mucho, con Bach flipaba y de Cecilia me enamoré de la cabeza a los pies. Miraba su fotografía en la portada y soñaba que era mi novia.

Soñar con Cecilia

Cuando nadie me miraba, colocaba la palma de mi mano en la boca y simulaba que eran los labios gruesos de la cantante. Cerraba los ojos y movía la cabeza, al modo en que había visto que lo hacían los actores al besarse. Mi mano se convertía en la cara de Cecilia y nadie hubiera sido capaz de convencerme de que aquello no era cierto.

Lo único a lo que prestaba atención era a su voz azul

Pero para darle más verosimilitud al acto romántico, ponía de fondo el Ramito de Violetas: "Era feliz en su matrimonio, aunque su marido era el mismo demonio". Mientras me besaba la palma de la mano, acariciaba con la otra los dedos, imaginando que era su pelo oscuro. Afortunadamente, nadie me vio jamás hacerlo.

"Tenía el hombre un poco de mal genio, y ella se quejaba de que nunca fue tierno". La letra me daba igual, porque lo único a lo que prestaba atención era a su voz azul.

Amores de la infancia

Ahora, cada vez que escucho la canción, no puedo evitar sentir en el pecho esa emoción blanca pero afilada que solamente tienen los niños cuando se enamoran.

Cada vez que escucho la canción, no puedo evitar sentir en el pecho esa emoción blanca pero afilada que solamente tienen los niños cuando se enamoran

Para mí, esa canción no es una historia de adulterio, ni de ilusiones tristes de un ama de casa incomprendida, ni de gruñidos de esposo. Simplemente es la historia de amor de un niño de ocho años.

Durante el rodaje de La Mitad Invisible dedicada a esta canción, tuve un momento emocionante. Escuché una grabación antigua, efectuada en casa de la cantante, en la que se la podía escuchar en el preciso instante en que componía el ramito de violetas.

La escuché buscando con su voz el tono adecuado, jugando con las palabras hasta encontrar las adecuadas, equivocándose y volviendo a empezar.

ese reencuentro con la pureza y la ingenuidad de la infancia es de lo que trata siempre el arte

Y aunque quede petulante, os diré que en aquel momento supe con rotunda seguridad que todo eso Cecilia lo estaba haciendo para el Juan Carlos niño que fui.

Y, obviamente, también para todos vosotros cuando erais pequeños, porque ese reencuentro con la pureza y la ingenuidad de la infancia es de lo que trata siempre el arte.