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Más Isabel - ¡Ay de mi Alhama!

  • La caída de la ciudad granadina quedará siempre ligada a este romance
  • Mabel Villagra, asesora histórica de Isabel, lo analiza minuciosamente

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El romance refleja la conmoción que produjo en Granada y en el propio emir la pérdida de una plaza tan importante y tan cercana a la capital nazarí. El 28 de Febrero 1482 las tropas de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, tomaron de noche, por sorpresa, la villa de Alhama, causando una gran mortandad tras un durísimo combate calle por calle y gran número de cautivos, lo que constituyó sin duda un duro golpe para la monarquía granadina.

Nada más llegar el mensajero con la noticia lo manda ejecutar, un hecho que recalca el carácter colérico de Muley Hacén.

Cartas le fueron venidas – que Alhama era ganada. Las cartas echó en el fuego – y al mensajero matara.

Nuestro romance, además, es interesante también por los paralelismos que ofrece respecto a las fuentes históricas árabes. Por ejemplo, cuando dice:

Como en el Alhambra estuvo, - al mismo punto mandabaQue se toquen sus trompetas, - sus añafiles de plata

Y que las cajas de guerra — apriesa toquen el arma, porque lo oigan sus moros, — los de la vega y Granada.

El rey granadino Muley Abul Hasan reunió, en un alarde militar, a levas justamente llegadas de la capital y la Vega de Granada para formar un gran ejército y reconquistar Alhama, lo que coincide con lo que dice la Nudbat al-´Asr. Con estas levas Muley Hacén formó un gran campamento y ejército.

El emir informa a la población de Granada de la caída de Alhama y un alfaquí, “de barba crecida y cana” (símbolo del hombre sabio y viejo), le hace culpable del desastre responsabilizándole de la derrota por haber tomado partido por los Zegríes, “tornadizos de Córdoba” y haber matado a los Abencerrajes (“que eran la flor de Granada”). Muley Hacén debe pagar por ello y el alfaquí le vaticina el peor de los destinos posibles: la pérdida de su reino y de sí mismo como rey, cosa que ocurrirá 10 años después. Aquí acabaría la versión clásica con el estribillo ¡Ay de mí, Alhama!

Pero tenemos otra versión más larga del romance ¡Ay de mi, Alhama!, la de Timoneda, que sí incluye la parte que falta. En ella aparecen mencionados no solo los Zegríes sino los “judíos de Córdoba”, posiblemente los refugiados sefardíes llegados a Granada tras los primeros procesos inquisitoriales de Torquemada de 1481 en Andalucía.

También, como se verá a continuación, se alude a los héroes de la conquista de la ciudad: el Marqués de Cádiz y el primer peón que echó la escala para subir a atacar la ciudad, Martin Galindo. En los textos finales, leemos que Muley Hacén acudió a reconquistar Alhama, pero ésta estaba bien defendida por sus nuevos conquistadores castellanos. La Historia nos cuenta que, efectivamente, hubo tres intentos de asaltarla en vano teniéndose al final Muley Hacén que retirarse a Granada con su ejército.

“(…)Señor, bien se te empleaba por matar los Bencerrajes, - que eran la flor de Granada; acogiste a los judíos - de Córdoba la nombrada; degollaste un caballero - persona muy estimada. Muchos se te despidieron - por tu condición trocada. -¡Ay, si quisieseis, mis moros, - que fuésemos a cobrarla! -Mas, rey, si a Alhama has de ir - deja buen cobro en Granada y para Alhama cobrar - es menester gran armada, que caballero hay en ella - que sabrá muy bien guardarla. -¿Quién es este caballero - que tanta honra ganara? - Don Rodrigo de León, - marqués de Cádiz se llama; otro es Martín Galindo, - quien primero echó la escala. Luego se va para Alhama, - que ellos no le importan nada. La combaten prestamente, -ella está bien defensada. Cuando el rey no pudo más, - triste se volvió a Granada.

Para terminar, queríamos recordar la existencia de otro romance también relacionado con la toma de Alhama que es el de “Moro alcaide, moro alcaide”. Un alcaide o caíd (en árabe qá'id al-iqlim) era un jefe de distrito que solía estar a la cabeza de un castillo dentro de la jerarquía militar nazarí y, por tanto, responsable de la salvaguarda de sus murallas y gentes.

El alcaide de Alhama, a pesar de que deja guarnición, en el momento del ataque está en Ronda celebrando unas bodas. Hernando del Pulgar recoge el mismo motivo también, pero diciendo que el alcaide había ido a Vélez-Málaga; y, en una versión posterior, Ginés de Hita habla de que el alcaide marchó a Antequera y le da un final más trágico, puesto que pierde la vida ejecutado por orden de Muley Hacén.

-Moro alcaide, moro alcaide, -el de la barba vellida,

el rey os manda prender -porque Alhama era perdida.

-Si el rey me manda prender - porque Alhama se perdía,

el rey lo puede hacer, - mas yo nada le debía,

porque yo era ido a Ronda - a bodas de una mi prima;

yo dejé cobro (guarnición) en Alhama - el mejor que yo podía.

Si el rey perdió su ciudad, - yo perdí cuanto tenía:

perdí mi mujer y hijos, - las cosas que más quería.

Como colofón, decir que ¡Ay de mí, Alhama! terminó siendo muy conocida tanto en España como en el extranjero. Ya en los siglos XVI y XVII, era tal la popularidad que se la incluyó en colecciones de romances como el “Cancionero Sin Año” (de hacia 1530- 1550), la Primera Silva de Zaragoza y la Silva de Barcelona de 1550.