La importancia de llamarse "Antonio Navarro"

En Homónimos, Antonio Navarro narra las vidas de varios individuos con los que comparte el nombre
"Este cómic es un autorretrato de otros", asegura el autor

18.06.2018 08:46 horas

Por JESÚS JIMÉNEZ

Todos hemos buscado alguna vez nuestro nombre en Internet para ver si hay alguien importante o famoso que se llame como nosotros. El dibujante Antonio Navarro (Madrid, 1959) también lo hizo; y enseguida se dio cuenta de que ahí había una historia que ha desarrollado en el cómic Homónimos (Norma). Un sorprendente relato a medio camino entre el ejercicio de estilo y el retrato político y sentimental del siglo XX.

Antonio Navarro nos comenta por qué decidió hacer este cómic: “La idea de hacer una reflexión sobre lo que significa tener un nombre, la pertenencia, lo que nos es dado o quitado, a través de las historias de distintos “Antonios Navarros” surgió después de teclear mi nombre en Google de forma casual. Al empezar a indagar en internet y en otras fuentes acerca de la gente que llevaba mi nombre me di cuenta inmediatamente de que aquello era una fuente inagotable”.

Pero… ¿Hasta qué punto nos influye el nombre? “Esa es la paradoja –asegura Antonio-. Realmente el nombre nos es dado, no hemos hecho ningún mérito (ni demérito) para obtenerlo. No elegimos pertenecer a una familia o a otra, o a determinada estirpe genética, o a un entorno social u otro. A veces, ni siquiera nombre y genes están relacionados”.

“Nuestro nombre en realidad no significa nada, pero a la vez, tener un nombre te marca de por vida, te sitúa en un ámbito social y cultural determinado, te enmarca y te modela, te estigmatiza o te premia” -concluye el autor-.

“Un autorretrato de otros”

El cómic nos cuenta la historia de varios “Antonios Navarros”, como el escultor de El Oso y el Madroño, que está obsesionado con Picasso; un sindicalista de la CNT en la Guerra Civil Española; el hijo de un cruel militar argentino forzado al exilio tras la dictadura; un asesor de Fidel Castro; un tetrapléjico capaz de cualquier cosa por satisfacer sus deseos; o el propio dibujante, que nos cuenta cómo Tintín despertó su pasión por los cómics.

Historias de varios personajes que comparten el nombre y que, sorprendentemente, confluyen en la del propio Antonio Navarro. “Alguna vez bromeé diciendo que este libro es un “autorretrato de otros”. Luego me di cuenta de que, en realidad, era eso exactamente” –asegura el dibujante-.

“No sé si es del todo cierta -continúa- la anécdota que se cuenta de Flauvert en la que, al ser inquirido acerca de quién era realmente Madame Bovary, contestó aquello de “Madame Bovary soy yo”… Cierto o no, en cualquier caso, lo suscribo. Yo soy todos estos Antonios Navarros, y a la vez no soy ninguno”.

El lector tiene la última palabra

Homónimos es un cómic sorprendente, ya que cada historia está contada de una forma totalmente distinta a las demás. Un experimento gráfico y literario en el que el lector tiene la última palabra. El nexo de unión entre todas ellas es la historia de dos extraños archiveros que buscan a un Antonio Navarro concreto, no sabemos a cuál ni para qué.

“La superficie de las historias, las peripecias que se cuentan, son sólo el envoltorio, necesitan de la intervención del lector a la hora de sacar conclusiones –asegura Antonio-. De la misma forma en que mis archiveros buscan los nombres verdaderos en la maraña de archivos, es el lector el que debe encontrar las verdaderas historias ocultas, sus conexiones, sus implicaciones, sus cortocircuitos. Eso, creo, es lo más interesante de este tebeo”.

Antonio Navarro toma como punto de partida las historias de sus “Tocayos” (por cierto, ese fue uno de los nombres que barajó para el título), pero luego mezcla realidad y ficción, consiguiendo que todas esas historias hablen sobre él.

“La originalidad en la forma de contar las historias me ha preocupado más que atesorar la extravagancia que tienen algunas anécdotas de las vidas de la gente que narro -confiesa-. Aunque hable de gente que existe o ha existido realmente, no olvidemos que esto es un trabajo de ficción, y a veces lo que parece más extraordinario puede ser lo más real y lo que parece más anodino lo inventado…”

Un despliegue gráfico espectacular

Una historia que mezcla tantas historias solo podía contarse de una manera muy especial. Por eso, Antonio Navarro se plantea cada uno de los fragmentos como un desafío artístico. Por eso usa diversos estilos, desde la animación a la línea clara, pasando por el stop-motion o el expresionismo.

“El despliegue gráfico era esencial –confiesa-. He intentado que cada capítulo pareciese dibujado por una mano distinta precisamente para mostrar que, a pesar de las diferencias en el tono, de la crudeza o la lírica, del humor negro o blanco, de los registros oscuros o luminosos, todo y todos, finalmente, somos lo mismo. Yo creo que cada historia (no solo en este libro, sino todas las historias) pide un tratamiento gráfico determinado. El viejo Breccia lo decía, y yo soy de su misma opinión”.

Alberto Breccia no es el único artista que reconocemos en estas páginas. “Más que como un homenaje -asegura Antonio-, me he servido de recursos y registros gráficos y narrativos que, en realidad, son los que he admirado y me han construido como autor de cómics a lo largo de toda mi carrera: Línea clara, cómics clásicos de aventuras, expresionismo, Manuscritos iluminados medievales, Breccia, Hergé, Picasso, Alex Toth, Brueghel el viejo, Dave McKean… ¿Hace falta que siga?... Como decía antes: “autorretratos de otros”.

Un artista casi renacentista

Además de dibujar cómics Antonio Navarro ha dirigido cortos, trabajó en publicidad como artista conceptual y, durante años, colaboró en películas de animación para los mejores estudios del mundo como Hanna-Barbera (Los Pitufos) o Disney (Hércules, Tarzán, Fantasía 2000). Una experiencia que también le ha servido para este cómic.

“El cine de animación -asegura- me ha ayudado a curtirme profesionalmente, en particular a la hora de poder analizar y usar recursos gráficos muy diversos. Hay quien dice que el capítulo Prometeo está hecho con técnica de stop motion… En realidad le faltaría la parte de “motion”… Pero sí, también creo que es un buen referente”.

**Páginas de 'Homónimos'**
Páginas de 'Homónimos'

“Homónimos respira cómic”

Preguntamos a Antonio si esta historia tan experimental solo podía hacerse en cómic y qué cree que hace especial al cómic frente a otras artes. “Cada medio tiene un lenguaje distinto que, naturalmente, es susceptible de ser adaptado a otros medios, pero eso lo convertiría en otra cosa -asegura-

“Homónimos es un cómic, respira cómic, habita los territorios de los cómics, es poseído a su vez por cómics –añade-. La historia de mis archiveros termina con una frase sacada de la despedida emocionante y esperanzada de Calvin y Hobbes, un mal estudiante dibuja tebeos para un trabajo universitario, Pepe Gotera y Otilio están ahí para el que quiera verlos, El Capitán Haddock insulta al “carnicerito de Málaga” a través del escupitajo de un niño que, a su vez, ya solo sueña con hacer tebeos...”

“Aunque tenga tangencias claras con otros “primos” más o menos lejanos, como el cine o la literatura, el cómic es un medio de expresión único y relevante” -concluye Antonio-.

Desgraciadamente, Antonio no se prodiga mucho en el mundo del cómic. Aunque promete que se va a poner las pilas: “Mi siguiente proyecto está ya en el tablero… y espero que no me lleve otros 10 años verlo publicado”

Para que la espera no se os haga larga os recomendamos este fabuloso Homónimos, que figurará en todas las listas de los mejores cómics españoles de este 2018.

**Portada y página de 'Homónimos'**
Portada y página de 'Homónimos'