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21 indicios y ninguna prueba concluyente: el juicio contra Dolores Vázquez

  • Los informes de las Fuerzas de Seguridad no demostraron la culpabilidad de Dolores
  • Una empleada doméstica afirmó haber visto a Dolores apuñalar una foto de Rocío
  • El veredicto de culpabilidad no fue unánime: 7 votos favorables y 2 desfavorables

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El 3 de Septiembre de 2001 comenzaba en la Audiencia de Málaga el juicio por el asesinato de Rocío Wanninkhof. A lo largo de dieciseis días el ministerio fiscal no aportó ninguna prueba incriminatoria, tan sólo indicios y testimonios sobre el posible rencor de Dolores hacia Rocío por ser la culpable de su ruptura con Alicia Hornos.

La acusada insistió en que la noche de la desaparición de Rocío sólo salió a tirar la basura y a comprar tabaco. Además tenía a su cargo a su madre y a la hija de una sobrina. Las facturas de Telefónica confirman que se realizaron varias llamadas desde su domicilio, entre las 22:34 y las 23:19.

La escena del crimen

La Guardia Civil aportó un informe en el que se cotejaban las huellas dactilares de Dolores con las encontradas en la cinta adhesiva que sellaba la bolsa de basura en la que se halló la camiseta de Rocío. El resultado:negativo. También se presentó un informe de Criminalística que descartaba que las fibras encontradas en el cadáver de Rocío coincidieran con las fibras de las prendas de la sospechosa.

Junto al cadáver de Rocío aparecieron las huellas de rodadura de unos neumáticos con más de seis años de antigüedad y pertenecientes a un vehículo pequeño. Estas huellas no se corresponden con las del Toyota de Dolores Vázquez, un deportivo reciente que calzaba neumáticos anchos. Tampoco quedó demostrado que Dolores alquilara un coche para trasladar el cadáver de Rocío. Además, como es bien sabido, las flotas de los coches de alquiler se renuevan con una frecuencia muy alta. El fiscal manifestó que Dolores pudo hacerse con el coche de un vecino que hubiera dejado las llaves puestas en su vehículo.

La foto apuñalada

Durante el juicio, una empleada ucraniana que había trabajado en el domicilio de Dolores Vázquez declaro que ésta destrozó con un cuchillo un cartel de Rocío el mismo día del descubrimiento del cadáver. En su defensa Dolores argumentó que lo hizo para explicarle a su empleada, que no hablaba español, que Rocío había muerto apuñalada. Esta potente imagen, unida al resto de los indicios y a la frecuente presencia de la familia de Rocío en los medios de comunicación, inclinó la balanza en contra de Dolores Vázquez.

La sentencia

El jurado popular se limitó a repetir en el veredicto la tesis del ministerio fiscal y declaró a Dolores Vázquez culpable del asesinato de Rocío Wanninkhof. El veredicto no fue unánime: 7 votos favorables y 2 desfavorables. Unos días más tarde, el juez imponía a la acusada la pena mínima: 15 años de prisión y una indemnización de 18 millones de pesetas (108.182 euros).

La sentencia señalaba que la noche del crimen, el 9 de octubre de 1999, Dolores y Rocío se encontraron cuando la víctima se dirigía a su casa en Mijas. Discutieron y Dolores golpeó a Rocío. Después, aprovechando la "indefensión" de la joven, le asestó una puñalada en el pecho. Rocío, al verse herida de gravedad intentó huir, pero cayó exhausta. La acusada le dio otras ocho puñaladas por la espalda. Una vez que comprobó que era cadáver, buscó un vehículo y trasladó el cuerpo a su domicilio, donde lo mantuvo unos días. Después, llevó el cadáver a un paraje deshabitado de Marbella y lo depositó entre unos matorrales.

El recurso y la revisión de la sentencia

El abogado defensor de Dolores Vázquez, Pedro Apalategui, presentó inmediatamente un recurso contra la sentencia ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. El 1 de Febrero de 2002 el TSJA anulaba la sentencia por "falta de motivación" en el veredicto y en la propia sentencia. Asimismo, ordenaba a la Audiencia de Málaga la celebración de un nuevo juicio.

Dolores Vázquez salía de prisión el 8 de febrero de 2002, bajo fianza de 30.000 euros, tras pasar 17 meses de confinamiento. Ya no volvería a la cárcel. En 2003, el asesinato de Sonia Carabantes propició la aparición de un nuevo sospechoso: Tony King. Un agresor sexual cuyo ADN estaba presente en un cigarrillo encontrado junto al cuerpo de Rocío y bajo las uñas de Sonía.