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Oxiana

Jan Morris | Trieste o el sentido de ninguna parte

El efecto Trieste difumina la ciudad hasta confundirla con la vida de la autora

Por
Oxiana - Jan Morris | Trieste o el sentido de ninguna parte

Todos tenemos un lugar así en la memoria, en la vida. Cerramos los ojos y regresamos allí y nos encontramos con nosotros mismos, con quienes fuimos, con quienes recordamos que fuimos. Volvemos y observamos cómo está el sitio, nos observamos. No siempre lo conseguimos del todo.

Jan Morris denomina ‘efecto Trieste’ a esta profunda identificación del lugar con la propia biografía: un puerto escondido, confuso, fronterizo y apátrida. Y de aquí partimos hoy, pues ya decía Claudio Magris que su café San Marcos está en una inmejorable posición para quien quiera estirar las piernas y dar una vueltecita por el mundo.

Para mí, Trieste es una alegoría del limbo, en el sentido secular de un hiato que no es posible definir. Mi relación con la ciudad abarca la totalidad de mi vida adulta, pero, igual que mi vida, todavía me produce un sentimiento de espera, como si siempre estuviera a punto de suceder algo grande pero no especificado.