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Descubriendo el cielo con la Asociación Astronomía de Sevilla: los locos de la noche

  • La astronomía no sólo es accesible a cualquier ciudadano, sino que es altamente adictiva
  • La mejor manera para iniciarse es a través de alguna de las asociaciones presentes en casi todas las provincias

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Descubrimos el cielo con la Asociación Astronomía de Sevilla

¿Quién no recuerda una noche de verano bajo las estrellas? Experiencia iniciática astronómica que atrapa a muchos ante la imponente bóveda celeste. Acompañamos a la Asociación Astronomía Sevilla en su labor más altruista hacia los más pequeños para ayudarles a descifrar los misterios y habitantes del cielo nocturno.

Cada día aprendes una cosa nueva más fascinante y acabas atrapado, nunca ves el final

Estos aficionados avisan: La astronomía es altamente adictiva. Siempre ha estado presente en todas las épocas y culturas del ser humano. La observación astronómica dio origen al conocimiento científico e inspiró la imaginación literaria dando lugar a los mitos que explican cada constelación. Carl Sagan, Isaac Asimov y Stephen Hawking fueron las voces que atraparon de niño a Manuel Oropesa, presidente de la Asociación Astronomía Sevilla, hacia lo infinito del Universo. “Sabes cuando entras en este fascinante mundo, cada día aprendes una cosa nueva más fascinante y acabas atrapado, nunca ves el final”, confiesa.

Vivimos con ellos una de sus jornadas divulgativas

Hace mucho calor y el atardecer va cayendo en Cerro Negro, una explanada a 25 kilómetros al Norte de Sevilla, en las primeras postrimerías elevadas de Sierra Morena. Cuanto más lejos de la contaminación lumínica de la ciudad, mejor. No hay nubes se espera buena visibilidad.

Empezar en solitario aumenta la posibilidad de que el telescopio que compraste acabe inactivo el fondo del armario

Mientras el ajetreo es constante de unos socios que se afanan en el montaje de grandes telescopios que van sacando de los vehículos, Mercedes Torrecilla es la encargada de explicar, planisferio estelar en mano, a medio centenar de niños las primeras nociones básicas para empezar a ver las estrellas. “Poco a poco, con una carta estelar para poner orden a ése caos de objetos que brillan. Localizar la estrella polar, para desde ella se pueden encontrar la Osa mayor, Casiopea, el espectacular triángulo de verano que forman Vega, Altair y Deneb, las constelaciones de Sagitario y Escorpio e incluso la Vía Láctea”, dice. Mercedes aconseja a aquellos que quieran acercarse a este mundo tener en cuenta que “los equipos son caros. Antes de gastar sin saber lo mejor iniciarse en una asociación, usar sus equipos y sobretodo disfrutar aprendiendo de los veteranos. El riesgo de empezar en solitario aumenta la posibilidad de que el telescopio que compraste acabe inactivo el fondo del armario”, sentencia.

La astronomía no exige edad mínima de ingreso

Adán es el alevín de la asociación, 14 años recién cumplidos y maneja con soltura experta su enorme telescopio blanco con el ojo pegado al ocular. “La astronomía, nos dice su padre sin poder evitar la mirada de orgullo, no exige edad mínima de ingreso solo curiosidad, siempre hay un objeto estelar preferido, el suyo es la luna”, nos cuenta. “Hoy está en el mejor momento para su observación, en cuarto creciente. La línea de sombra entre la zona iluminada y la zona oscura es el mejor punto para ver con mucho detalle los relieves de sus cráteres, valles y montañas” concluye.

“Hay tres formas de mirar el cielo en la noche” continúa Mercedes con su charla magistral a los pequeños. A quienes ya les cuesta mantener la atención y la formación dentro del grupo. Telescopios, enormes prismáticos, cámaras montadas sobre sus trípodes atraen su curiosidad, el instinto infantil por tocar antes de preguntar artilugios es cada vez mayor. "A simple vista podemos localizar constelaciones o estrellas importantes, con los prismáticos ya podemos ver algo más con detalle, y después pasamos al telescopio que unido a la fotografía nos abre un universo fascinante lleno de mitos, poesía visual y ciencia".

Ya es de noche. Aparecen las primeras estrellas y un enjambre de niños revolotea en torno a su telescopio preferido. El más grande es el del presidente, sirve para observar el espacio profundo, apunta a un cúmulo globular abierto M-13 en la constelación de Hércules, que lo conforman más de medio millón de estrellas. Sacamos el ojo del ocular mirando en la misma dirección y no vemos más que cielo negro. La astronomía empieza a mostrar su magia, los ojos, de la pequeña Cayetana, se abren ante la sorpresa mayúscula.

María de la O, otra veterana de la asociación, debe aupar en sus brazos al pequeño Alfonso para poner el ojo en visor. Impacientes mantienen la línea esperando su turno Eugenia, Martín, Tara y Molly. Esta noche Urano y Saturno tienen un papel protagonista. Los anillos de Saturno de hielo y polvo que orbitan al gigante gaseoso le convierten en el planeta preferido de todos.

“Antes de gastarse un dineral en un telescopio y ponerte a ver estrellas y planetas sin saber, hay aprender a manejar la carta estelar. Lo primero localizar la estrella Polar y después las principales constelaciones sin ningún aparato a simple vista”, recuerda Mercedes Torrecillas.

Fotos en las que cabe el universo

La fotografía astronómica se ha unido como una disciplina más a este mundo. Jorge se decanta por retratar los planetas del sistema solar. “Escogí esta modalidad porque te permite trabajar desde casa. No te afecta la contaminación lumínica, es más cómodo que tener que desplazarte a muchos kilómetros para observar el objeto que quieres con un cielo limpio”, asegura.

En astrofotografía nunca se trabaja con una sola toma sino con muchas del mismo objeto

Alicia abre su portátil y nos muestra su último trabajo fotográfico en la que ha dedicado, junto con su compañero Vicent Peris, 6 meses para la nebulosa Pacman llamada así por su parecido al videojuego comecocos. “En astrofotografía nunca se trabaja con una sola toma sino con muchas del mismo objeto”, describe. “Después llega el procesado en laboratorio digital con varios filtros para terminar descubriendo un sinfín de estrellas. Es emocionante ser testigo, asegura de algo que no puedes ver y sabes que está ahí. Después que tienes la foto la estudias al milímetro. Te encuentras con nebulosas planetarias que no están catalogadas o descubres estrellas de carbono o te aparece una nebulosidad de distinto color. Convives con esa fotografía mucho tiempo y eso también es muy especial”, mantiene.

Hace un buen rato que el grupo de niños se fue. Son las 3 de la madrugada. La noche se ha hecho más oscura, toca el turno de los mayores y todavía hay ganas por seguir. Hay debate sobre una galaxia de si puede o no verse en esta época, hay que resolver la duda y sacar el cuaderno de notas. En torno a una mesa de camping varias cabezas apuntan con sus frontales de luz roja al mismo punto lleno de números y otras grafías ininteligibles para los no iniciados. Las pupilas ya están adaptadas a la negrura de la noche, necesitan al menos de 30 minutos en oscuridad para lograrlo, cuenta Mercedes. Está prohibido encender una linterna o cualquier fuente de luz blanca porque rompería esa adaptación pupilar dejando el ojo sin capacidad de atisbar los leves detalles del cielo nocturno. Sólo se permite luz roja.

Una gran familia enamorada de las estrellas

El componente humano es el pegamento que más une a estos locos de la noche. Una amistad fraguada en mil historias bajo el mismo cielo, aseguran que aquí las clases sociales desaparecen, nadie es más que nadie. Hoy una tendera, una trabajadora social, un profesor de instituto, un carnicero y un químico. No duermen, pasan frío, se desplazan a cientos de kilómetros para ver un simple evento celeste, pero nada tiene sentido si no se comparte la experiencia. El momento de comunión por la fe astronómica surge con el avistamiento de la Estación Internacional Espacial. En una elíptica totalmente distinguible en medio de la oscuridad, orbita en torno a la Tierra a más de 408 km de altura a una velocidad de 7,66 km/sg. Apenas unos fugaces segundos desparece y todo el mundo vuelve a lo suyo.

El conocimiento humano cae sometido a los misterios de la noche. La paradoja de estar observando el pasado, aquí la distancia se mide en millones de años luz, ésa estrella que vemos y tal vez ya no exista en nuestro momento presente. Todo apunta a que seguimos necesitando de lo inexplicable, seguir creyendo que detrás de cada estrella hay un misterio por desvelar.