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Una educadora y víctima de violencia machista: "Nunca me he ido de un aula sin que una chica me diga que la sufre"

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Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - "Somos las últimas en darnos cuenta del maltrato que estamos sufriendo"

Marina Marroquí es educadora social y superviviente de violencia de género, pero a pesar de su larga experiencia profesional y de lo vivido como víctima, le resulta "abrumadora" la cantidad de violencia machista y sexual que circula por los institutos: "Más de 75.000 adolescentes han pasado por mi taller de prevención y detección precoz y nunca me he ido de un aula sin que una chica de 15 años me diga que está sufriendo lo mismo que yo viví. Nunca", recalca en una entrevista con Las mañanas de RNE.

Marroquí, que imparte sus charlas a alumnos de segundo o tercero de ESO, cree que la educación en igualdad tiene que aumentar y llegar mucho antes a los centros educativos.

"Se ve un cambio social en las escuelas y las familias están dando un gran paso educativo, pero vivimos en una sociedad que permite la violencia de género, que condena el último de sus extremos, pero que idealiza el amor romántico", explica la educadora social, que plasmó en el libro 'Eso no es amor' cómo opera el machismo en la sociedad, cuáles son los estereotipos más arraigados y qué falsos mitos del amor romántico perviven, incidiendo en la perspectiva de los jóvenes.

Falta educación afectivo-sexual

Los adolescentes con los que trata de manera continua en sus talleres tienen "muy claro" que la violencia de género es una lacra en España, pero sin embargo, dice, "idolatran" las historias que protagonizan películas como Tres metros sobre el cielo o 50 sombras de Grey y disfrutan con música cuyas letras describen a la mujer como "un objeto".

Esos mismos adolescentes, añade, ven diariamente "pornografía agresiva en la que se escenifican violaciones toalmente sádicas". Y eso es para ellos el sexo.

"Hay un problema educativo que va más allá de las aulas y va a tener que empezar a entrar en lo social. La falta de una educación afectivo-sexual adaptada a los tiempos que corren está haciendo que el sexo forme parte del ocio y no de lo afectivo, y eso es bastante peligroso", señala Marroquí.

La sanidad pública, aliada en la detección precoz

La experta ha aprovechado su entrevista para subrayar la importancia de apostar por una formación integral para los profesionales que estén en contacto directo con las víctimas o puedan estarlo, desde los que trabajan en el sistema sanitario, a los que operan en el judicial o el policial.

"La formación es imprescindible para saber en qué situación emocional se encuentra la víctima, cómo hablarle, cómo tratarla para que pueda confiar en la justicia y no sigan dándose estas cifras, que más del 70% de mujeres no denuncian y de las que sí denuncian casi el 50% abandona el proceso judicial antes de terminarlo", argumenta Marroquí.

Las mujeres, ha recalcado, "siguen sin confiar en el sistema". Esas mismas mujeres que "si les robaran el coche o les roban el móvil no dudarían en poner una denuncia", cuando sufren violencia de género o violencia sexual "no se atreven porque se siguen viendo cuestionadas".

A su juicio, una de las mejores herramientas de detección precoz es la sanidad pública. Ese sistema, que llega a cada pueblo del país, es el único, ha dicho la educadora social, que puede "soportar" la cantidad de violencia de género que hay.

"Somos las últimas en darnos cuenta de la gravedad de la violencia de género que estamos sufriendo. Es el entorno, es la sociedad quien tiene que ser consciente del peligro que corres porque la anulación y la manipulación del maltratador te ha hecho creer que eres culpable de lo que vives, que estás en una relación más o menos normal y que no es tan grave", ha comentado.

La sociedad debe ver la violencia machista antes que la propia víctima

En muchas ocasiones, las víctimas acuden antes al médico por ansiedad, por depresión o porque tienen pesadillas o ataques de pánico y eso, cree Marroquí, puede ayudar a descubrir nuevos casos de violencia machista, si el especialista está formado para entender cuál es la situación de las víctimas y cómo tratarlo.

Cree, además, que la sociedad está actuando de manera incorrecta porque le está exigiendo a la víctima "que se identifique como tal, que pida ayuda, que sea coherente y que no cambie ni una coma de su versión para que no sea cuestionada". Pero cuando eso pasa, cuenta, la violencia de género es" tan brutal" que la víctima ya puede correr peligro de muerte.

"Yo ahora puedo decir que intentó matarme dos veces, pero si me preguntaras cuando salí de esa relación te diría que pongo la mano en el fuego porque nunca sería capaz, porque no veía la gravedad que estaba sufriendo. Es el resto de la sociedad el que lo tiene que ver", concluye.