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Elecciones en Reino Unido

La debacle electoral del laborismo: no es el 'Brexit', es Corbyn

  • El giro a la izquierda del líder del Partido Laborista ha acabado con la paciencia del votante tradicional
  • Los feudos del norte conquistados por los tories se sienten traicionados por la estrategia del Brexit de Corbyn | Especial

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Jeremy Corbyn en una imagen de archivo a las puertas de su residencia en Islington
Jeremy Corbyn, este sábado a las puertas de su residencia en Islington.

Cuando Jeremy Corbyn tomó las riendas del Partido Laborista en 2015, resultaba difícil no toparse con una casa decorada con pegatinas con su nombre en las calles del barrio londinense de Islington, el feudo del todavía líder laborista. Corbyn se puso al frente de una formación herida por la derrota electoral de Ed Miliband que no levantaba cabeza desde la era de Tony Blair y aspiraba a recuperar el número 10 de Downing Street que en 2015 le arrebató la coalición de David Cameron con el Partido Liberal-Demócrata.

Cuatro años después, las calles de Islington derrochan desánimo. Un total de 34.603 personas votó a favor de Corbyn en las elecciones del Reino Unido y no dan crédito a la ola conservadora que ha teñido el país. Y mientras la clase política reflexiona y asume sus responsabilidades -el último, el número dos de Corbyn, John McDonnell-, el votante se pregunta por qué su diputado se ha dejado 59 escaños con su peor resultado electoral desde 1935

Es el caso de Lamal Ashmal, un trabajador social de 34 años residente en Finsbury Park que siempre ha votado a este partido. "Creo que hay una completa desconexión entre lo que pasa en Londres y en el resto del Reino Unido. Aquí vivimos en una burbuja", lamenta. Considera que el otro gran problema del laborismo en estas elecciones fue la apariencia de un candidato de 70 años que no logró formarse una imagen presidenciable. Del norte al oeste de la capital, Jeremiah Lee, vecino de Kensington, coincide con él: "No hay más que ver cómo habla".

Cinco continentes - El fin del aspirante Corbyn - Escuchar ahora

La desconexión de Londres con la muralla roja

La clave de la victoria conservadora fue el trasvase de votos al partido de Boris Johnson en la llamada muralla roja, los feudos del norte y el centro del país, zonas de clase obrera que hasta ahora habían estado dominadas por el laborismo, como Dudley North o Great Grismy. Allí ganó el Brexit en el referéndum y, tres años después, los votantes no comprendían la ambigüedad de un líder laborista que abogaba por celebrar un segundo referéndum mientras se decía "neutral" para camuflar su euroescepticismo.

La gente del norte no confiaba en él para consumar el Brexit. Hay una brecha entre Londres y el resto del país

"La gente del norte no quería dejar en sus manos el Brexit. Hay una brecha entre lo que los políticos piensan en Londres y lo que siente el resto del país. Al votante tradicional de allí no le interesa Venezuela ni la política internacional. No comprenden lo que representa Corbyn, sus ideas sobre la nacionalización de servicios con políticas de los 70 sin decir cómo se financiarán. Y encima ha sido incapaz de mostrar su liderazgo sobre la cuestión más importante a la que se enfrenta el país", explica a RTVE.es Adam Cygan, profesor de la Universidad de Leicester.

[Especial: Elecciones en Reino Unido]

El partido ha conseguido mantener el dominio en la capital, aunque los tories le han arrebatado Kensington, un escaño con fuerte sentimiento anti-Brexit (solo el 31% de sus vecinos apoyaron la salida) que cambió su tendencia conservadora en 2017 por un puñado de votos. Es el caso de Ben Martin, un vecino que, por primera vez en su vida, ha votado al Partido Conservador. "Lo he sentido mucho, pero Corbyn no me convence. El partido necesita un nuevo líder", reconoce.

Jeremiah Lee votó por correo al Partido Liberal Demócrata porque está desencantado con Corbyn. Confió en él en 2017, pero el continuo debate político sobre el divorcio ha acabado con su paciencia. "No podía imaginar a Corbyn en Downing Street. Sus promesas no hacían sino retrotaernos a los caóticos años 1970", explica.

El antisemitismo que ensombreció a Corbyn

El viento vespertino nos obliga a trasladar la charla a un Pret a Manger en High Street Kensington. En una mesa cercana, Linda, una periodista jubilada, lee minuciosamente el Daily Mail. Es una convencida votante tory y resume los talones de aquiles de Corbyn: "No puede haber un primer ministro marxista, antisemita y tan a la izquierda. Los británicos jamás lo toleraríamos", asevera.

Y es que, en mayor o menor medida, gran parte del electorado coincide en que Corbyn no supo gestionar y atajar a tiempo las denuncias por su supuesto antisemitismo Aunque, con todo, los votantes laboristas achacan su fracaso a la imagen proyectada en la prensa británica.

Louis luce su etiqueta laborista en el metro de Londres

Louis luce su etiqueta laborista en el metro de Londres. RTVE

Pero dos días después de las elecciones, hay quien todavía luce parafernalia política. Louis porta orgulloso una pegatina a favor del laborismo mientras viaja en un tranquilo vagón de la línea Circle and Hammersmith.

Este profesor de secundaria de 30 años que nació en Manchester votó al Partido Laborista en Hackney. "Es muy deprimente, pero no me sorprende. Han metido demasiadas medidas en el programa electoral y la gente detesta a Jeremy Corbyn, la clase obrera del norte no se siente identificada con alguien a quien perciben como parte de la élite. En retrospectiva, el partido debería haber hecho campaña a favor de una salida con un acuerdo mejor que el de Johnson. Y el norte se siente traicionado por Corbyn con el Brexit", resume.

Viraje al centro y repensar el Brexit para recuperar el voto

"Hora de volver a empezar", titula este sábado el periódico laborista Daily Mirror. Y así es, los votantes, la prensa y los analistas coinciden en que es hora de redefenir su estrategia respecto a la Unión Europea ante la inminente salida en enero. "El partido debe repensar su estrategia, porque ya no va a poder defender la permanencia en el club", subraya Cygan. De lo contrario, su única esperanza será el fracaso de Johnson con la futura relación comercial con el club.

Una anciana de 75 años deambula por la biblioteca pública de Kensington. Entre libro y libro, comenta las elecciones, aunque prefiere no desvelar su identidad. Siempre había votado al Partido Conservador, pero esta vez optó por el candidato independiente en esta circunscripción porque no soporta el enfrentamiento entre conservadores y laboristas por el Brexit. "Los políticos son mucho más groseros ahora que cuando empecé a votar, no ayudan a los jóvenes. No sé cómo lo hará Johnson, pero Corbyn hubiera sido peor", dice.

Johnson y Corbyn, dos figuras opuestas en lo político y en lo personal

Junto a ella, un exfuncionario del Gobierno lee una novela de Nick Barratt sobre Enrique II de Inglaterra. No explica el sentido de su voto porque "antiguamente, la gente votaba de pie y era castigada si llevaba la contraria". "Los políticos no entienden los sentimientos de la gente, pero si lo piensas, el apoyo al Brexit ha crecido y por eso ha fracasado el laborismo", explica a RTVE.es.

Corbyn consiguió cautivar al votante laborista en las elecciones de 2017 por la falta de carisma de Theresa May, según el profesor. Entonces, las calles de Islington se teñían de rojo con murales, carteles y pegatinas que incitaban al voto laborista y que con el tiempo se han desvanecido. Coinciden con él dos chicas que sorben unas pintas en un pub en Highbury and Islington. En Londres suenan con fuerza el nombre de Keir Starmer, Yvette Cooper o Rebecca Long-Bailey, a pesar de que todos han formado parte del gabinete en la sombra de Corbyn. "Espero que el partido no escoja a Starmer -dice Louis en el metro- sería más de lo mismo".

El líder de la oposición más débil en décadas se quedará por ahora, al menos hasta abril. Y todavía podría resucitar si se presenta a las primarias por el dominio de las bases de la organización Momentum. "Creen que tendrían que haber sido más radicales y no entienden que la realidad no es así. Está completamente desconectados", advierte el profesor de Leicester. Pero si Bill Clinton derrotó a George Bush padre en 1992 con aquello de "es la economía, estúpido", el Partido Laborista debería meditar el Brexit. La conclusión en un Londres rojo resignado: Corbyn tiene que cambiar.

Corbyn asume su responsabilidad pero se escuda en la "volatilidad" 

El líder laborista ha publicado este sábado en el diario The Observer, la edición dominical de The Guardianuna carta en la que se dice "arrepentido" de no haber logrado una mayoría absoluta. "Hemos sufrido una gran derrota y me responsabilizo. Nuestro movimiento seguirá trabajando para una sociedad más igualitaria y justa y un mundo sostenible y pacífico, sea quien sea el nuevo líder", resume en un tuit.

Corbyn se escuda en la "volatilidad" de la política británica, que ha generado "cinismo entre la gente que no cree en el cambio". Reconoce que no existe una "vía rápida para arreglar la desconfianza de los votantes" y que, por ello, los laboristas deben "ganarse su confianza", reflexiona. Y culpa a la "polarización" por el Brexit, al éxito del lema directo de Boris Johnson -Ejecutemos el Brexit- y a los "feroces ataques de la prensa contra nuestro partido en los últimos años".