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Pere Portabella: "Me libré del escándalo de 'Viridiana' porque convertimos la película en mexicana"

  • El cineasta y político ha recibido el Giraldillo de Honor del Festival de Cine de Sevilla
  • “Actualmente hay una desaparición de la práctica política”, asegura

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Pere Portabella recogiendo el Giraldillo de Honor del Festival de Cine de Sevilla
Pere Portabella recogiendo el Giraldillo de Honor del Festival de Cine de Sevilla

Pere Portabella, es una de las figuras claves del cine y la política de los últimos 60 años. Empezó como productor de títulos claves como Los Golfos (Carlos Saura, 1959), El cochecito (Marco Ferreri, 1960) o Viridiana (1961) y luego dirigió su propio cine, comprometido, vanguardista y rupturista; además de ser uno de los políticos más importantes de la transición y los años posteriores. Este viernes ha recibido el Giraldillo de Honor del Festival de Sevilla por ese cine comprometido.

Pere nos comenta cómo llegó al cine: “Yo estaba en esos años de la revolución de las vanguardias de Marcel Duchamp, el dadaísmo… con Chillida, Tapiés, Saura…. Ya tenía una adicción a los lenguajes. Y era el periodo de la ruptura, de acabar con el romanticismo figurativo, con el paisaje y la palmera, para pasar a la mancha y la abstracción”.

Entonces dio la casualidad de que mi amigo, Antonio Saura, tenía un hermano que quería hacer una película y, como nadie se la producía, le dije, traémelo. Era Carlos Saura y la película Los golfos (1959). La película me interesó porque era de la periferia y hablaba sobre la delincuencia, el mundo del toro, la prostitución”.

“Me invitaron a presentar la película en Cannes y allí me encontré con Luis Buñuel de casualidad. Y le dije que si hacíamos una película, con la condición de que se rodase en España y de que fuera una bomba. Le propuse que presentáramos un guion a la censura y que luego rodásemos las secuencias más fuertes y, pase lo que pase, la estrenaremos con esas secuencias”.

“Y -continúa- también apareció Azcona que me dijo que había un director italiano, Marco Ferreri, que quería hacer una película, que era El cochecito. Me trajo un guion y me contó que Ferreri no podía venir porque estaba vendiendo material sanitario y ópticas de fotografía y tenía embargado el equipaje”.

Tres películas, tres escándalos

“Presentamos Los golfos en Cannes –asegura Portabella-, aunque enseguida la retiraron en España por el mal ejemplo que daba sobre la delincuencia juvenil, la prostitución… Y comenzamos el rodaje de El cochecito, con Ferreri. Cuando acabamos la película nos invitaron a Venecia, donde ganamos el premio de la prensa (Fipresci). Pero como la película iba sobre un anciano, Pepe Isbert, que mataba a toda la familia para conseguir un cochecito, también nos censuraron en España, me quitaron las subvenciones y me amenazaron con que no podría hacer más cine”.

“Pero lo mejor fue con la película Viridiana, de Buñuel, que fue el bombazo final. Me llevé a París todo el material para hacer las mezclas allí. Lo pude pasar por la frontera gracias a un amigo de Luis, Domingo Dominguín, que era gerente de una productora, miembro del Partido Comunista y torero. Lo usamos de tapadera administrativa porque era apoderado de una troupe de toreros y uso el material de los banderilleros para esconder el material y llevármelo hasta París. Y allí propuse que, sí ocurría algo, el material se lo llevase el inversionista mexicano, que era amigo de Silvia Pinal y había puesto mucho dinero”.

“Cuando estalló el escándalo –continúa- el mejicano cogió el material y pagó una “mordida” para poder llevarse la película, que se convirtió en mexicana. Y gracias a eso yo me libré y pude volver a España, porque no existía ningún cadáver. Nadie podía demostrar que yo había hecho esa película”.

“Yo cree mi propio lenguaje, que no era narrativo”

Después llegaron la política y su cine como realizador, totalmente innovador, vanguardista y rompedor, con títulos clave como Vampir-cuadecuc (1971), El silencio antes de Bach (2007) o El sopor (1974-2018), que podrán verse en el Festival de Sevilla.

Me creé unos códigos propios para hacer cine –añade-. Igual que Tàpies pintaba cosas abstractas y surrealistas, yo cree mi propio lenguaje, que no era narrativo. Mis películas no tienen argumento, tienes que entrar libremente en ellas sin intentar buscar si es un asesinato, una historia de amor…”.

“Hay un bloqueo general de la política”

En cuanto a la situación política actual en España Portabella asegura que: “Ahora hay un bloqueo general de la política, una desaparición de la práctica política, que es una cosa muy distinta a la ideología y que significa encontrar soluciones para los problemas reales: acordar cosas, formar gobiernos. Y no solo pasa aquí, ahí tenemos a Trump, los chinos, el Reino Unido… el sistema está roto porque a partir de los 80 el capital ha intentado debilitar la presencia de la democracia dentro de las formas capitalistas de desarrollo. Y esto ha arruinado todo”.

Sobre si el cine puede influir en esta crisis, Portabella afirma que: “No. El cine es un movimiento que tiene que estar en contacto con las transacciones económicas sociales y políticas de una manera natural. Pero el cine solo no puede cambiar las cosas, ni los pintores ni la música…”

“Cuando naces ya estás en la Polis, en la política –asegura-. Y enseguida empiezas a negociar quién te conviene más, si tu padre o tu madre. Ya naces como sujeto con la necesidad de, primero, conocerte a ti mismo y, después, saber con quién te mueves. Y a partir de ahí te organizas. Con acuerdos, complicidades. Aunque tu renuncies a negociar, o a producir mercancías, sigues en la polis, aunque la política te la hagan otros”.

A pesar de estar tantos años en política, Portabella nunca quiso formar parte de ningún partido concreto por: “La militancia. Yo viví la etapa crítica de los intelectuales, con mucha libertad, a los que fueron liquidando. No quise acceder a ningún partido porque eso significaría fidelidad y militancia a su líderes, y las cúpulas suelen ser las que no admiten las críticas de sus bases. He estado siempre a la izquierda, he participado en muchas asambleas, pero nunca he querido pertenecer a ningún partido concreto. Gracias a eso creo que he conseguido que mucha gente se fíe de mí”.

Diseñó el retorno de Tarradellas a Cataluña

“Pero he colaborado en muchísimas cosas, yo traje de vuelta a Tarradellas y he montado cirios de jugármela de verdad con ellos. He estado siete años en la Comisión Constitucional y mi firma está en el original de la Constitución. Y también presentamos nosotros la abolición de la pena de muerte. Era la época de ETA y del Congreso nos llegó el documento en el que ponía que bajo determinadas circunstancias de atentados era imprescindible. Pero la tumbamos y los engañamos porque dije a todos que el que quedase en minoría e impidiera que se eliminase, lo iba a pagar carísimo”.

En cuanto a su mayor éxito político, Portabella asegura que: “Tuve unos cuantos con mucha resonancia como el regreso de Tarradellas a Cataluña, que diseñé yo. Hice una escenificación tremenda y fue un riesgo brutal”.

“Hay otros momentos que no son tan espectaculares, pero de los que me siento muy orgulloso –añade-, me acuerdo que los socialistas trajeron un proyecto sobre la constitución, en la que yo presenté una enmienda a la totalidad. Su representante, Peces Barbas, aseguró que yo había hecho una descripción estupenda, pero que había perdido de vista una cosa, que era que nosotros éramos el último país que habíamos accedido a la Unión Europea y que, por lo tanto teníamos el lujo de podíamos hacer nuestra constitución basándonos en las mejores que ya había en Europa. Yo me levanté y le dije: “Señoría, ¿me está diciendo que lo mejor no es mejorable?" Y se quedó planchado. Me aplaudieron hasta los socialistas, aunque luego perdí la moción. Pero ese era el nivel de debate de la época. Teníamos ingenio, asesores, y estudiábamos como locos”.