Enlaces accesibilidad

Javier Cercas: "Si no escribiera sería un psicópata peligroso"

  • El autor presenta su novela Terra alta, ganadora del Premio Planeta 2019
  • Un thriller ambientado en Girona que habla sobre la justicia y el odio

Por
Imagen del escritor Javier Cercas cedida por Planeta
Imagen del escritor Javier Cercas cedida por Planeta

Hay una máxima que dice que si quieres que las cosas cambien actúa diferente. Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) ha aplicado a su última novela, Terra alta, un triple viraje y algo ha ocurrido.

El escritor aclara que se zambulló en la novela negra clásica (aunque con muchas lecturas entre líneas), “buscaba una voz distinta, alejarme de lo que llevaba haciendo un tiempo”; retomó la tercera persona de sus inicios creativos (El móvil), “volví a escribir una historia desde fuera. De forma fría, muy distante”, y como remate, Cercas se presentó por primera vez en su vida a un premio literario.

Y se obró el milagro: Terra alta ha ganado el Premio Planeta 2019, uno de los clásicos populares de las letras españolas- y de los mejor dotados económicamente-, que esta edición ha fichado a dos galácticos de su principal competidora editorial y ha apostado por una narrativa más pura.

“A mí ya me ha tocado la lotería con el Planeta”, bromea Javier Cercas ya inmerso en la exigente gira de promoción junto a Manuel Vilas, que dio el campanazo con Ordesa, y ha quedado finalista con su novela Alegría. Se nota que ambos compañeros de viaje se llevan bien y demuestran una sintonía casi milimétrica en los temas de conversación.

Javier Cercas y Manuel Vilas, ganador y finalista del Premio Planeta

Pero a este vórtice de cambios que circunvalan a Terra alta y su intrahistoria se suma un detalle más: Cercas, que se crió en Girona y vive en Barcelona, es muy crítico con el independentismo, y arrancó el libro en otoño de 2017 con las urnas del 1-O en las calles en plena ebullición del ‘procés’.

El autor explica que se encerró a escribir como una suerte de escape y que lo que ocurrió en Cataluña ejerció de “carburante” literario inconsciente: “Sí que es verdad que sin las cosas que todos hemos vivido estos años, este libro no existiría, pero en el argumento solo aparece de una manera elíptica y oblicua como siempre ocurre en la ficción”.

"Sin las cosas que han ocurrido estos años en Cataluña este libro no existiría"

Pero la semilla del policiaco “tornasolado” ya estaba sembrada antes, con una frase demoledora que iluminó a Javier Cercas y arranca parte de la narración: “Se llamaba Melchor, porque la primera que su madre lo vio recién salido de su vientre y chorreando sangre, exclamó entre sollozos de júbilo que parecía un rey mago. Su madre se llamaba Rosario y era puta”.

Melchor Marín es el protagonista de esta historia: un joven mosso d’esquadra, antiguo presidiario, apasionado lector y héroe de los atentados yihadistas de Cambrills (2017). El policía investigará el salvaje crimen de dos ancianos acuadalados en Gandesa en la comarca de la Terra alta (Girona).

Todo esto, en una superficie con varias líneas cruzadas: “Los escritores somos como vampiros de la realidad, recicladores de basura: convertimos las cosas malas en idealmente buenas”, asegura el autor. “Inventamos realidades alternativas porque las que vivimos nos resultna insoportables”, apuntala.

"Es una novela rabiosamente feminista"

Bajo la capa del thriller, Javier Cercas entrevera cargas de profundidad: la justicia, la traición, la amistad, la venganza o el poder de la literatura… con Los miserables de Víctor Hugo en el centro de todo.

Terra alta se distancia de la falsa autoficción que maneja con maestría y marca la obra del creador de la exitosa Soldados de Salamina. Pero que no sufran sus lectores. Con un lenguaje sencillo, la narración coge vuelo de menos a más y aclara el crimen-sí- pero suspende tantas incógnitas en el aire como una especie de muñeca rusa noir y social a la vez.

El final sorprenderá: es un doble salto mortal donde se reconoce el estilo de Javier Cercas de forma incontestable. Con él charlamos sobre los entresijos de su último libro.

PREGUNTA: Melchor Marín es “un hombre que hace el bien a tiros”. Es un justiciero pero es imposible no empatizar con él por su pasado complicado. Y también lanzas una reflexión: ¿puede la justicia absoluta ser la mayor de las injusticias?

RESPUESTA: Esto queda también al albur del lector pero para mí la literatura funciona así. Sin ambigüedad. El protagonista es un tipo para el que la ley es sagrada. Un policía que tiene como héroe a Javert (el implacable agente de Los miserables). La ley está hecha para proteger a los débiles de los poderosos como debería ocurrir en una democracia, pero al mismo tiempo cuando la ley no llega, llega él y se la salta. Esto es una barbaridad y una contradicción pero el personaje es así.

Está poseído por esa capacidad desaforada de venganza. Y pega palizas a los tipos que maltratan a las mujeres y esto no lo dice la gente pero es una novela salvajemente feminista aunque Melchor es una bestia. Pero estamos determinados ante nuestras circunstancias del pasado. Y repito: en esta novela es más importante lo que no se resuelve que lo que se resuelve.

P: El homenaje a Los miserables lo atraviesa todo y el mensaje sobre cómo la literatura puede sanar las almas y sobre los libros iniciáticos que nos cambian la vida. Cuéntame sobre esto.

R: En esto de la literatura y su capacidad sanadora coincido mucho con Manuel [Vilas] pero no con mucha gente, porque seguimos bajo el dogma del posmodernismo de que la literatura es algo solo estético. La literatura es útil siempre que no se proponga ser útil. En el momento en el que se lo propone se convierte en propaganda o pedagogía [Con vehemencia]

Melchor es el lector ideal porque no está maleado por los intelectualismos. No hace separación entre literatura y vida. Ese poder sanador de la literatura lo hemos experimentado todos. Es terapeútica. No es un cliché. Las ideas se convierten en clichés no porque sean falsas si no porque son verdaderas. Yo si no escribiera sería un psicópata peligroso. Lo tengo clarísimo. La literatura es una forma de entender la vida.

“Los escritores somos recicladores de basura: convertimos lo malo en bueno”

P: ¿Es Terra alta una novela sobre el odio?

R: Lo dijo Manuel [Vilas] yo no me atrevo pero es uno de los motores. La única forma de redención que tenemos es el amor y la literatura que en el fondo es lo mismo.

No hay más: salir de nosotros mismos y querer a la gente. Estar encerrado en nosotros es el infierno como decía Sartre. Hay una frase que dice uno de los personajes que creo que es verdad. Odiar a alguien es como beber un vaso de veneno creyendo que vas a matar a esa persona, pero al final te odias a ti mismo. Lo que dice este libro es que el odio dura más que el plástico en el mar y puede llegar a eso.

P: Sin hacer spoilers, pero la batalla del Ebro y la Guerra Civil también forman parte de este puzle a varias bandas.

R: Hay muchos temas escondidos, me gusta que mis novelas sean como la música una nota aquí otra allá…Al final Melchor descubre algo de lo que me he dado cuenta yo también: el pasado no pasa, sobre todo donde hay memoria y testigos acaba formando parte del presente. Sin eso el presente está mutilado (…) Los novelistas podemos lanzar preguntas complejas pero no dar respuestas nítidas, nuestras respuestas son poliédricas y en definitiva quien tiene las respuestas es el lector.