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Festival de San Sebastián

Costa-Gavras: "Varoufakis no es un santo, pero al menos fue coherente"

  • El cineasta recoge el primer Premio Donostia de esta edición
  • Presenta Adults in the room (Comportarse como adultos), basada en las negociaciones de Varoufakis con la UE

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Costa-Gavras recoge en San Sebastián el Premio Donostia y presenta 'Adultos en la habitación'.
Costa-Gavras recoge en San Sebastián el Premio Donostia y presenta 'Adultos en la habitación'.

Dice Costa-Gavras (Atenas, 1933) que lo suyo es simplemente "contar historias de la sociedad". Y así lleva más de 50 años de carrera, especializado en las injusticias del sistema, saltando de Europa a Hollywood, con películas tan importantes como Z (1969), Missing (1983) o La caja de música (1989). Por todo ello recibe el incontestable primer Premio Donostia de esta edición.

Con 86 años, regresa a su Grecia natal para adaptar Adults in the room (Comportarse como adultos), el libro del exministro griego de finanzas Yaris Varoufakis, cuya esperada presencia en Donostia se ha cancelado en el último minuto. La película es el relato de los cinco meses que Varoufakis porfió en vano con la Unión Europea para negociar la deuda griega, y que culminó con el referéndum de 2015 con el conocido resultado: Grecia votó no obedecer a Europa y el Gobierno de Tsipras hizo exactamente lo contrario.

Varoufakis dimitió, pero se dio el gusto de retratar los entresijos del Eurogrupo, la troika, los hombres de negro (y también los de sus compañeros de Syriza) para ilustrar su tesis: que las políticas de austeridad profundizaron en la tragedia griega. Costa-Gavras retrata a Varoufakis como un idealista empecinado y alerta: Europa debe cambiar su rumbo.

PREGUNTA.: ¿Cómo te sienta la etiqueta de ‘cine político’? ¿Qué te define como cineasta?

RESPUESTA: La etiqueta no es mía. Hago películas, me interesa en cine como espectáculo, contar historias sobre la sociedad. Tengo la extraordinaria suerte de hacer historias que me interesan, pero hay que continuar. Todas las películas son políticas, en el momento que te relacionas con miles de personas es una relación política. Y una responsabilidad política. Las películas no pueden ser entretenimiento como el fútbol. No, es una arte que tiene una responsabilidad.

P.: Antes del referéndum griego, un ministro opina que no se puede preguntar al pueblo porque este no puede entender algo tan complejo. ¿Cree que hay algo de verdad en eso?

R.: Como también se dice en la película: el pueblo puede equivocarse, pero aunque se equivoque siempre tiene la razón, porque si no, no hay democracia. El pueblo cree en Europa. Piensa en España, Francia o Grecia: la gente siente que hay algo positivo en la idea de Europa, pero Europa no está en la altura. Al menos los últimos 15 años, con Barroso y Juncker no ha sido así, es una Europa del dinero, de los bancos. Decir que es de los ricos es quedarse corto, es de las grandes empresas que guardan sumas enormes. Hay que cambiar esa dirección, o Europa será solo la moneda única y la ausencia de fronteras. Pero debería ser más cultura, pedagogía y unión de la gente.

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P.: En perspectiva, ¿han sido buena idea para los estados renunciar ceder parte de su soberanía a la UE?

R.: No, se necesita la soberanía nacional. En la cultura, por ejemplo, se habla de la excepción cultural, es decir, que cada país defienda su cultura. Barroso quería que defendieran los estadounidenses. Pero hay muchas cosas que debemos hacer juntos. Cuando Europa se une puede hacer cosas extraordinarias. Mira la industria del aviación, que no existía en Europa y ahora son mejores que los americanos. Hay estas posibilidades para mejorar la vida de los europeos.

P.: Varoufakis es el héroe de Adults in the room (Comportarse como adultos). Pero es más difícil de explicar, también en la película, el cambio de rumbo de Tsipras.

R.: Varoufakis no me interesa como un héroe santo. No es un santo. Lo que me interesa es que es un economista talentoso, que escribe muy bien, y que además resiste. Además, después del referéndum, deja el poder. Es alguien que ha prometido cosas al pueblo, no puede hacerlas y se va. Y Tsipras ha continuado con esta situación imposible, no resistió.

P.: Viendo los entresijos del Eurogrupo, la pregunta es: ¿quién manda en Europa? La respuesta obvia es Alemania, pero también se dibuja una maraña burocrática que casi actúa por estupidez.

R.: Claro que los alemanes defienden sus intereses. Es normal. Pero no se puede aceptar que dirijan a todos. Los países han dejado actuar a los alemanes porque se sienten débiles, sin poder económico y sin futuro. Y los alemanes lo tenían, no sé si tendrán, porque todo cambia. No se puede aceptar que un país en Europa tenga todo el poder.

P.: La película denuncia que la prioridad era rescatar bancos, rescate que también sucedió en España. ¿Piensas que la gente se ha indignado suficientemente al respecto?

R.: No, pienso que la gente no cree más en los políticos. Han prometido muchas cosas que no han podido hacer. Es un gran problema de nuestra democracia. Los políticos deben decir lo que quieren hacer, lo que pueden hacer y, también, lo que no puede. Pero se piensa en las próximas elecciones y satisfacer a la gente.

P.: ¿El nivel de la clase política se ha empobrecido?

R.: Varoufakis tiene al menos la coherencia. Es verdad que la clase política ha permitido demasiadas cosas, pero hay una responsabilidad de los votantes. Por ejemplo, si un político dice que no puede hacer algo, la gente luego no le vota. Así que los políticos siguen la dirección de prometer cosas.

P.: En la película, la izquierda está atrapada y sin solución. ¿La tiene?

R.: Hay que repensar qué es la izquierda. El mundo vive una revolución tremenda, todo cambia, también el cine. La relación entre la gente cambia. Y sabemos que la idea de revolución donde destruimos todo para reconstruir no ha funcionado. Hay que repensar la situación. Irónicamente, en la película se dice ‘no pasarán’. Y vaya si han pasado. No tengo soluciones, pero los políticos tienen que pensar algo nuevo.