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Cataluña

Quiénes fueron Companys y Tarradellas y qué significan los gestos del Gobierno hacia sus figuras

  • El Gobierno decide que el aeropuerto de El Prat pase a llevar el nombre del presidente de la Generalitat restaurada en 1977
  • El Consejo de Ministros aprueba una declaración de rechazo a la condena a muerte de Companys en 1940

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Los históricos presidentes catalanes Lluis Companys y Josep Tarradellas
Los históricos presidentes catalanes Lluis Companys y Josep Tarradellas.

Nombrar a Lluis Companys y a Josep Tarradellas equivale a evocar el núcleo y motor del nacionalismo catalán en el siglo XX. Dos presidentes de la Generalitat claves en la historia de Cataluña en los últimos cien años, que unen el devenir del soberanismo antes, durante y después de la dictadura franquista. Dos puntos que conectan directamente con el centro nervioso de la sensibilidad catalanista y que el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha querido pulsar este viernes en su Consejo de Ministros en Barcelona para tratar de reactivar los lazos en el contexto de la mayor crisis política en las relaciones entre sus gobiernos.

El traído y llevado Consejo de Ministros en Cataluña ha aprobado una declaración en la que rechaza y condena el consejo de guerra que en 1940 sentenció a muerte al presidente catalán Lluis Companys, un anuncio hecho poco después de que decidiera que el aeropuerto de El Prat de Barcelona llevará desde ahora el nombre de Josep Tarradellas, el primer presidente de la Generalitat cuando esta se restauró en 1977.

Companys, líder y mártir del independentismo catalán

Lluis Companys (1882-1940) es el político que para el independentismo encarna el martirio, la muerte en defensa de sus ideas. El Gobierno de la República le encarceló primero y, años después, el régimen de Franco le hizo fusilar. Por eso, no sorprende el lugar que ocupa en el imaginario independentista o que dé nombre al estadio olímpico -hoy del Espanyol- o a una importanta avenida del centro de Barcelona, por donde este viernes discurrían las manifestaciones y protestas independentistas contra la celebración del Consejo de Ministros en la capital catalana.

De origen acomodado, Companys ejerció como abogado de sindicalistas y de campesinos. Fue cofundador de Esquerra Republicana de Cataluña en 1931 junto a Francesc Macià y el propio Josep Tarradellas y, como líder de este partido, fue efímero ministro de la Segunda República -tres meses con la cartera de Marina-, y participó en la aprobación del primer Estatuto de Autonomía. Pero lo que le hizo un líder histórico para el nacionalismo fue su período como presidente de la Generalitat desde enero de 1934, en sustitución del fallecido Macià, hasta octubre de 1940.

Companys fue el dirigente que proclamó el Estado catalán en octubre de 1934, y tras los enfrentamientos posteriores, con casi un centenar de muertos, fue encarcelado junto a todo su gobierno, estando en prisión hasta 1936, cuando le indultó el Frente Popular al llegar al poder.

Los exmiembros de la Generalitat, con Lluis Companys, durante el juicio por la proclamación del Estado catalán en octubre de 1934.

Los exmiembros de la Generalitat, con Lluis Companys, durante el juicio por la proclamación del Estado catalán en octubre de 1934. EFE

Durante la Guerra Civil terminó entregando las armas y se exilió a Francia, donde los nazis lo arrestaron y entregaron al gobierno franquista, que le condenó a muerte en un consejo de guerra y le hizo ejecutar en el castillo de Montjuïc, que entonces servía de prisión.

Con su declaración de este 21 de diciembre, el Gobierno presidido por Pedro Sánchez proclama además su reconocimiento y la restitución de la dignidad de Companys como presidente de la Generalitat, un gesto añadido a que la Ley de Memoria Histórica ya declaró la ilegitimidad de las condenas de los tribunales durante la guerra civil y a que el Congreso aprobó en septiembre una iniciativa por la que declaraba nula la sentencia por la que Companys fue ejecutado.

Tarradellas y el retorno del autogobierno a Cataluña

Si Adolfo Suárez encarna la Transición en España, en el ámbito catalán la restitución de las instituciones democráticas vino de la mano de Josep Tarradellas. Por lo tanto, resulta lógico que si el aeropuerto de Madrid-Barajas lleva desde 2014 el nombre del primer presidente de la democracia, el aeropuerto de El Prat de Barcelona lleve desde ahora el del primer presidente de la restaurada Generalitat. Un nuevo 'puente aéreo' en las maltrechas relaciones entre Madrid y Barcelona.

El retorno a Cataluña de Josep Tarradellas (1899-1988) hace más de 40 años como presidente de la Generalitat restaurada es una de las imágenes que forman parte de la historia de la democracia española y uno más de los iconos inolvidables de la Transición. Ocurrió cuando, a su regreso del exilio el 23 de octubre de 1977, el político de Cervelló dijo desde el balcón de la Generalitat, en unas imágenes que emitió TVE en directo: "Ciutadans de Catalunya, ¡ja sóc aquí!" ("Ciudadanos de Cataluña, ¡ya estoy aquí!").

Tarradellas: "Ciutadans de Catalunya: Ja soc aquí"

Este momento culminaba unas negociaciones arriesgadas del Gobierno presidido por Adolfo Suárez, quien trató con Tarradellas durante el verano de 1977 para devolverle su anterior legitimidad y nombrarle presidente de una Generalitat restablecida de forma provisional a finales de septiembre de ese año, previa aún al Estado de las autonomías.

La restitución del gobierno catalán y de Tarradellas era una apuesta personal por un líder para una causa, como lo fue también Santiago Carrillo y la legalización del Partido Comunista, redoblada en riesgo al poner en manos de un republicano nacionalista la aceptación de la unidad de España y la nueva monarquía parlamentaria.

Nexo común de los catalanes y el catalanismo

Tarradellas logró recuperar el autogobierno para Cataluña tras cuatro décadas, casi los mismos años que él pasó en el exilio en Francia, 23 de los cuales como presidente de la Generalitat; un presidente sin gobierno, que rechazó crear para preservar a la institución de partidismos nocivos.

Abrazaba el republicanismo y el catalanismo, pero no el independentismo, y recelaba de la vía del autogobierno por un cauce que no fuera el de las instituciones legales establecidas, es decir, de la Generalitat a la que él representaba.

Volvió para ser presidente de la Generalitat en su tierra, como lo fue en el exilio desde 1954, y formó un gobierno de unidad, con el centro-derecha, socialistas y comunistas. Tras la aprobación del Estatuto de autonomía de Cataluña en 1979, Tarradellas siguió presidiendo el gobierno catalán hasta la celebración de las primeras elecciones autonómicas y dejó la vida política en 1980, cediendo el testigo a Jordi Pujol.

Por eso, Tarradellas es un nexo común para todos los catalanes, al que pueden acogerse todas las sensibilidades actuales del catalanismo. Es cierto que ha sido criticado por los independentistas por su rechazo a la secesión y al concepto de los "Países Catalanes" y por admitir la monarquía española, pero sus logros son difícilmente contestables y se cita su ejemplo con frecuencia.

De hecho, hace unos días el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, llamaba al separatismo a volver a la Cataluña "grande, abierta e inclusiva" de Josep Tarradellas como paso para recuperar la convivencia y el diálogo.