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Antifranquismo y contracultura: las dos cabezas del arte vivo durante la Transición

  • Una exposición en el Reina Sofía muestra obras de la Bienal de Venecia del 76 que fue altavoz contra el franquismo
  • Dedica otro apartado a la contracultura urbana y semiclandestina de los pasos previos a la democracia en España

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Arte durante la Transición: antifranquismo y contracultura

La calle de los movimientos civiles (fuera) y el interior de las exposiciones (dentro). El día, en el que trabajan los artistas antifranquistas conocidos, y las noches de conciertos, bares y fanzines donde emergen los “vampiros”. Esto último, luego lo explicaremos.

El contraste de un arte “con dos cabezas” es la referencia de la compleja exposición del Museo Reina Sofía: Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición, que se presenta en la semana en la que se celebra el 40 aniversario de la Constitución.

El recorrido propuesto abarca un juego dual que suma 250 obras (pintura, escultura, música, cine, cartelería, fotografía…). De la controvertida Bienal de Venecia del 76 a la subcultura urbana alternativa y más lúdica que nace con los primeros pasos de la democracia.

El visitante arranca con un viaje en el tiempo. Le traslada a una reproducción exacta y “casi arqueólogica” de la sala principal de la Bienal veneciana, de carácter no oficial. Fue capitaneada por un grupo de expertos entre los que se encontraban los principales autores antifranquistas del momento. Nombres como Tomás Llorens, Alberto Corazón, Agustín Ibarrola o Tapiés. Eduardo Arroyo que vivía en Italia ejerció de necesario pegamento entre tanta visión contrapuesta.

Obras en la sala que reproduce la Bienal de Venecia de 1976

En esta sección, es protagonista la crítica a la existencia de presos políticos y contra la brutalidad de la represión del tardofranquismo. Pinturas y esculturas, que en muchos de los casos fueron creadas fuera de España, piden amnistía y libertad de expresión.

“Todas las obras son sobre la situación de la España del momento que era de precariedad y muerte. Encontramos el gran mural de Arroyo, Ronda de noche con porras (una especie de trasunto de la Ronda de Noche de Rembrandt), pero los que hacen la ronda son los que cuidan la ciudad pero con las porras hace referencia a los palos de la represión franquista. Por otro lado, está el Equipo Crónica con sus cuadros de la serie Paredón sobre las últimas ejecuciones de la dictadura, que de forma más abstracta refleja Tapiés con un punto de sangre que representa un tiro”, explica a RTVE.es Rosario Peiró, una de las comisarias de la muestra que en esta sala también exhibe El abrazo de Juan Genovés, símbolo de reconciliación.

El desarrollo del proyecto español en la Bienal que vivía momentos críticos al borde del cierre y del desprestigio, fue caótico y tormentoso: la exposición arrancó con Franco vivo en 1974, pero su muerte cambió la naturaleza de la muestra.

Antonio Saura. 'The King'. Cuatro retratos imaginarios de Felipe II, 1971.

Cerrado el pabellón de España, los organizadores ocuparon la sala central de Italia. El comité de comisarios enhebró una muestra militante de izquierdas. Aspiraba a transformar el relato histórico de 40 años de dictadura y ejercer de altavoz antifascista.

Les llovieron las críticas: muchos artistas conocidos se quejaron de que se quedaban fuera, vascos y catalanes reivindicaron pabellón propio, hubo pugnas internas y hasta una propuesta de bienal alternativa en la que participó Alberti que al final no cuajó.

Sobre la visión original que al final se impuso, el Reina Sofía recoge documentos y fotos que muestran su gestación: desde los planos al presupuesto o recortes de prensa. Arte y vida cotidiana se fusionan y se confunden en estos episodios.

Los jóvenes "vampiros" y la subcultura urbana

El arte nace en los 70 en una sociedad con ansias de cambio. Avanzamos hacia la segunda parte de la muestra, orientada a las corrientes alternativas que bulleron ajenas a la institucionalidad. La llamada contracultura que toma forma durante la Transición y que se enfoca en la juventud.

Ironía pura es el simbolismo que representa, La Cabina (1972) de Antonio Mercero, que se puede visionar en el apartado titulado La crisis de la masculinidad.

“La cabina es una metáfora de la sociedad en el que un hombre de clase media se mete en una cabina y no puede salir. Es sobre la claustrofobia de la sociedad del momento. Sobre todo para el típico españolito de clase media que tiene bigote. También están las piezas de Carlos Pazos con las postales de la familia bien con una estética kitsch de los 70 pero que pone en cuestión la España tradicional, donde conviven generaciones de melenudos con la matriarca de toda la vida”, explica Peiró que también señala la bizarra serie de fotografías de Albert Schommer sobre los líderes de los partidos.

'Poéticas de la democracia. Imagenes y contraimagenes de la Transición'

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El movimiento asociativo en los barrios y la corriente creativa de las tribus urbanas paren nuevos lenguajes en la sociedad civil e inéditos espacios creativos: el fotoperiodismo retrata la violencia de la carga de los grises mientras que en bares, pisos francos o ateneos se gestan fanzines, cómics y publicaciones alternativas como Ajoblanco. Es la anticipación de la Movida que vendrá pero antes las mujeres tienen la palabra.

Son tiempos de metamorfósis social y una segunda ola feminista toma fuerza con libros y revistas como Vindicación feminista de Lidia Falcón. Otras muchas voces comienzan a dinamitar desde dentro los roles de género establecidos.

'Esquizoide', Antón Patiño, 1978.

Un vistazo a una realidad paradójicamente poco visible, quizás por semiclandestina, que ha llevado tras de sí un largo proyecto de investigación, según reiteran desde el Reina Sofía que ha compuesto la selección con fondos propios.

Y aquí entran los “vampiros”: como metáfora de un ser entre la vida y la muerte, entre animal y humano. “Un joven que huye de sus padres pero no encuentra referentes de futuro sin autoridad”, dicen las comisarias.

Una juventud rupturista y a la vez desorientada que tiene su reflejo en el cine de Almodóvar con Entre Tinieblas y su cartel de Iván Zulueta. “Entre tinieblas es del 83 pero representa la noche, la oscuridad que en el caso de la exposición está muy relacionado con el mundo de las drogas y la autodestrucción”, añade Rosario Peiró.

Iván García Blanco, de Acción Cultural Española, coorganizadores de la muestra, ha reflexionado en la rueda de prensa este lunes sobre la conexión con la actualidad: “La Transición es el anverso y lo de ahora (en referencia al ascenso de los populismos en Europa y España) es el reverso de un terremoto institucional que el arte reflejará con el tiempo. Por otro lado, la exposición pone el eje en la juventud que es la gran perdedora de ahora y potencialmente de lo que ocurrirá en un futuro por la falta de oportunidades”, afirma.