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Vaticano

Los telescopios que buscan a Dios

  • El Observatorio Astronómico Vaticano es de los más antiguos del mundo
  • Tiene cuatro telescopios en Castel Gandolfo y el más potente y activo está en el Monte Graham, Arizona

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El Observatorio del Vaticano busca a Dios con telescopios
El Observatorio del Vaticano busca a Dios con telescopios.

Además de en la fe, la Iglesia busca respuestas en el espacio para saber cómo empezó todo, de dónde venimos o si hay alguien más ahí fuera. "La ciencia es una forma de buscar la verdad y la verdad es Dios" comenta el jesuita Paul Mueller, subdirector del Observatorio Astronómico del Vaticano.

Estamos en lo más alto del palacio apostólico de Castel Gandolfo y la vista sobre el lago Albano es espectacular. La que ha sido residencia de verano de los papas hasta que llegó Francisco es además sede de su laboratorio astrofísico desde 1935. Pio X decidió entonces que las noches de Roma eran demasiado luminosas para observar y estudiar bien las estrellas más débiles y decidió trasladarlo a las afueras de la ciudad.

La ciencia es una forma de buscar la verdad y la verdad es Dios

La historia del Observatorio empezó mucho antes. Se remonta al siglo XVI, cuando Gregorio XIII mandó construir la Torre de los Vientos en el Vaticano y la llenó de astrónomos y matemáticos. El objetivo era hacer la reforma del calendario, "además en aquella época, cada estado, cada rey tenía sus astrónomos, no era una cosa excepcional, así que el papa también porque era como un soberano" explica el padre Mueller.

Mucho más tarde, a finales del XIX, las investigaciones volvieron a cobrar nueva vida con León XIII. Se quería dejar claro que Iglesia y ciencia no estaban reñidas y, además, seguir demostrando que el Vaticano era un estado propio al margen de poder de Italia y quería participar en proyectos internacionales de investigación como la ambiciosa Carte du ciel, el mapa del cielo.

Mapa cartográfico del Observatorio del Vaticano. SAGRARIO RUIZ DE APODACA

Las monjas que contaban estrellas

En 1887, los observatorios astronómicos de todo el mundo decidieron repartirse el universo para elaborar el primer mapa celeste. En eso se afanaron cuatro religiosas italianas desde el Vaticano. Hubo que vencer antes las reticencias de su superiora que no veía bien que dejaran las obras de caridad por la ciencia, pero terminó cediendo a la petición del entonces director del observatorio de la Santa Sede.

Durante 11 años, las monjas contaron y catalogaron más de 256.000 mil estrellas, fotografiadas por el telescopio del papa. "Se eligió a mujeres porque se consideraba que eran más precisas y pacientes que cualquier hombre" explica el cosmólogo y también jesuita Gabriele Gionti.

Se eligió a mujeres porque se consideraba que eran más precisas y pacientes que cualquier hombre

En un mundo de hombres, su trabajo fue esencial para la que ha sido quizá la mayor aventura espacial del Vaticano. Hoy se les recuerda con sus nombres completos -hasta hace poco eran anónimas- en el museo del observatorio donde podemos verlas cómo trabajaban en una foto de la época. Protagonista de aquel proyecto -que duró 50 años y nunca se acabó- fue uno de los telescopios más antiguos que existe, instalado en 1887 en el Vaticano. Igual que los otros tres que siguen en Castel Gandolfo, han sobrevivido a los adelantos tecnológicos e informáticos, se mueven manualmente y funcionan a la perfección.

La joya del Observatorio del Papa

El Observatorio Vaticano sigue escrutando el universo y lo hace con su telescopio más puntero, que no está en Castel Gandolfo sino en Estados Unidos, en el monte Graham, Arizona, el mejor sitio astronómico del continente. Es el VATT, el telescopio Vaticano de Tecnología Avanzada, que funciona desde 1993 y "entre sus descubrimientos recientes, el de un nuevo planeta del sistema solar muy pequeño como Plutón" explica Gionti.

A uno y otro lado del Atlántico, el laboratorio astrofísico del Papa abre nuevos campos de investigación, "como el origen y la evolución del sistema solar, la observación de estrellas cercanas y hasta el big bang". Sus expertos comparten trabajo y hallazgos con el resto de la comunidad científica. Y aunque no siempre ciencia y fe se llevaron bien, "cuando nos dedicamos a investigar, vemos en la creación una armonía y una belleza que es espejo del creador…se comprende mejor a Dios " remata el entusiasta padre Mueller.