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Análisis | Elecciones en Brasil

El auge de Bolsonaro y la muerte de la derecha, reflejos del odio en Brasil

  • Gran parte del votante tradicional del centroderecha ha migrado a la formación del ultraderechista
  • El odio, la división entre clases, la violencia y la desafección política, ingredientes para su ascenso

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Dos mujeres celebran el triunfo de Bolsonaro en Río de Janeiro
Dos mujeres celebran el triunfo de Bolsonaro en Río de Janeiro.

Jair Bolsonaro ha pasado de ser el candidato peor valorado y de movilizar a un ejército de mujeres por sus comentarios machistas a quedarse a solo cuatro puntos de alcanzar la presidencia de Brasil, un resultado muy por encima del imparable ascenso que pronosticaban los últimos sondeos.

El polémico exmilitar defensor de la tortura y dictadura ha sabido nutrirse de la tensión imperante en la primera potencia latinoamericana, una sociedad cada vez más "tristemente dividida por el odio", según describe el profesor de Políticas Públicas de la Universidade Federal Fluminense, Juan Vicente Bachiller, a RTVE.es. Una división marcada por el récord de abstención del 20,3% y que queda reflejada en el nuevo mapa político: el norte y noreste siguen siendo feudos del PT, pero el sur, la zona más adinerada, apoya a Bolsonaro.

La crisis económica tras años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) y los golpes de la corrupción política a la formación de izquierda -la destitución de Dilma y el encarcelamiento de Lula- no solo han pasado factura a la izquierda brasileña, sino que en gran medida han otorgado al ultraderechista una amplia victoria de más de 18 puntos frente al que será su rival en segunda vuelta.

Precisamente este fuerte sentimiento antipetista que ha contribuido a la "muerte de la centroderecha", un espectro hasta ahora ocupado por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) de Geraldo Alckmin, que apenas ha obtenido el 4,76% de apoyos. "Han migrado todos sus votos a Bolsonaro", explica la profesora de la Universidade Federal de Sao Paulo, Esther Solano a RTVE.es. No solo el "derretimiento del centroderecha", como lo bautiza Bachiller, sino que el auge de Bolsonaro pone de manifiesto otro cambio político: el voto de castigo hacia la ruptura del hasta ahora tradicional bipartidismo entre el PT y el PSDB.

El "catalizador del odio"

Muchos brasileños han votado al PSL solo por evitar el regreso del PT. Pero lo más preocupante para el profesor de la Fluminense no es que Bolsonaro haya ganado por el rechazo al partido de Lula, sino que lo haya hecho "por el odio puro y duro". ¿Síntoma de la desafección política en Brasil? "Catalizador del odio en una sociedad que está muy afectada por la violencia", subraya Bachiller.

"No por esperados los resultados dejan de ser preocupantes, Brasil se encamina a una situación muy peligrosa", advierte con preocupación el profesor, que recuerda que la propagación de noticias falsas en WhatsApp ha alimentado mucho el auge del ultraderechista.

Simpatizantes de Bolsonaron queman una urna electrónica en Sao Paulo EFE / SEBASTIAO MOREIRA

Hartazgo y novedad, ingredientes para el éxito de Bolsonaro

Pero más allá del análisis político, Solano infiere en el claro mensaje de los electores brasileños: "Hay un abismo muy grande entre los líderes políticos y el pueblo, que está muy cansado de ellos". Un hartazgo del que precisamente podrá verse muy beneficiado Bolsonaro el próximo 28 de octubre.

Aunque vaticinar el resultado en segunda vuelta entre Bolsonaro y Haddad se antoja atrevido, Solano y Bachiller apuntan a que el PT va a tener "difícil" frenar la llegada de la ultraderecha al Palacio de Planoalto: "Hay una onda conservadora bastante grande" en el país, según los datos que han obtenido diputados y gobernadores, explica. Un éxito que solo se entiende porque se han presentado "como gente nueva".

En cualquier caso, en Brasil ya se apunta a la victoria de Bolsonaro el próximo 28 de octubre. Los mercados la celebran, recuerda Bachiller, porque "se ha instalado la idea de que el PT iba a 'venezualizar' el país". Pero el politólogo advierte, no por sus ideas, sino por su experiencia: "Bolsonaro no tiene mucha capacidad de gestión y tiene un carácter dificíl, poco dado a negociar".