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Madrid Fashion Week

Teresa Helbig abre su armario de las maravillas

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Cierto aire historicista recorre la propuesta de Teresa Helbig.
Cierto aire historicista recorre la propuesta de Teresa Helbig.

Teresa Helbig siente fascinación por los gabinetes de curiosidades, cuartos en los que los exploradores guardaban los tesoros, objetos raros o curiosos y las maravillas que encontraban en lugares remotos. Tuvieron su apogeo en los siglos XVI y XVII aunque en España Felipe IV los creó más, en el XVIII.

En ellos había vitrinas, fanales, cuadros con insectos anclados de por vida por un alfiler,urnas, joyeros… Todo inspira a la diseñadora en una colección atrevida en la que destaca el uso del negro. “Es la primera vez que lo utilizo tanto”, cuenta. Lo vemos sobre todo en prendas de cuero guateado, como los monos que se adornan con perlas de cristal, los conjuntos de chaqueta y falda o los vestidos escotadísimos que invitan a mirar.

Helbig actualiza los iconos de la casa. EFE noticias

No son los únicos porque Helbig trabaja con texturas cristalinas en vestidos tintados en suaves azules pero que llevan detalles de terciopelo negro, a veces formando formas decorativas. Y es que hay cierto gusto por los años 30 y por el orientalismo que se introdujo en Europa y que marcó la moda y la decoración.

También hace guiños a Vionnet, en vestidos muy femeninos en amarillos que brillan gracias a las aplicaciones de microlentejuelas, e incluso parece revisitar el estilo Schiaparelli, con formas un tanto surrealistas, las aplicaciones de joyas con formas de insectos y los vestidos de aire lánguido, como uno en verde botella con babero ondulado en tono salmón.

Vemos vestidos en blanco estampados en negro que parecen postales del fondo marino y vestidos mini que juegan con las transparencias en un juego que de nuevo invita a mirar, a través del cristal y a través del color.

Propuestas de Teresa Helbig. EFE noticias

Los abrigos, deliciosos, llevan cuellos en colores muy alegres pero otros se tiñen de negro, con un patrón muy trabajado en la espalda y cierto aire ruso. No es el único porque vemos un vestido inspirado en el folclore tradicional de ese país que va ribeteado en oro. Y es que el zar Pedro el Grande fue un fanático de estos cuartos para albergar maravillas.

Destaca un vestido en blanco y negro con mangas de terciopelo con volumen que se desplazan hacia la espalda y caen al suelo con forma de lazada, y los minivestidos negros que llevan bordados caballitos de mar, un animal que también fascina a Helbig.

No faltan sus piezas icónicas, que actualiza cambiando algunos detalles y asombran los vestidos invernales en príncipe de Gales, recatados por delante y sensuales en la espalda, donde va el escote.

Los broches de insectos se aplican a distintas piezas. EFE noticias

La sastrería, terreno que la catalana cada vez domina mejor y con más placer, se aprecia en distintas prendas, como en una chaqueta esmoquin que se lleva con falda de ligero vuelo, otro de los guiños al pasado. “Sí hemos querido buscar este toque antiguo”, dice, y muestra un espectacular vestido que lleva un bordado de panales y abejas, ¡filigranas que solo solo Helbig puede hacer!

Hay vestidos en tonos empolvados con volantes que parecen algas cayendo por el cuerpo y prendas que se enmarcan en ese orientalismo antes mencionado, como los vestidos que llevan hombreras rectas, como las de los emperadores chinos, e incluso en una versión del qipao, el traje chino por excelencia, combinado con unas delicadísimas flores hechas en organza y pinceladas en cera.

Destaca un vestido negro, rotundo, que tiene falda de tablas opacas y transparentes sobre el que se aplican broches dorados de insectos y sobre todo un chaquetón cuajado de flecos dorados trabajados con una minuciosidad asombrosa que intentan imitar las agallas de los peces.

Una colección de maravillas que ha convertido la pasarela en el particular gabinete de curiosidades, objetos de deseo, de bellezas que hablan de otros tiempos, de otras culturas, de otros mundos. Ese es el universo Helbig.