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Nacho Vigalondo: "No pienso en la taquilla, pero sí en el espectador"

  • El director estrena Colossal,  protagonizada por Anne Hathaway y Jason Sudeikis
  • Una historia de liberación femenina con monstruo gigante incluido
  • RTVE.es entrevista al cineasta

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Nacho Vigalondo durante la presentación de 'Colossal' en San Sebastián.
Nacho Vigalondo durante la presentación de 'Colossal' en San Sebastián.

De pura originalidad y valentía, las premisas argumentales de Nacho Vigalondo bordean la broma. En Colossal, el cineasta plantea la lucha de una mujer por liberarse de una opresiva relación tóxica añadiendo el trasfondo de un misterioso monstruo que deja un rastro de destrucción en Seúl.

El rastro de su cinta, sin embargo, ha sido el buen sabor de su recepción en los festivales de Toronto, San Sebastián, Sundance y SXSW de Austin. Tras un satisfactorio estreno en EE.UU. (para las dimensiones de una cinta independiente), se estrena el 30 de junio en España.

La primera versión de Colossal se llamaba 'Santander' y los personajes se movían entre Madrid y Cabezón de la Sal, pero tras Open Windows, el guion terminó moviéndose en Estados Unidos. Anne Hathaway se enamoró de la historia y su financiación se abrió de par en par.

Cuenta Vigalondo que Colossal surgió en 2013 durante una depresión. Y, si no en depresión, Gloria (Anne Hathaway) vive en una resaca y desubicación constantes. Como en toda película que apuesta contra las expectativas del espectador, conviene contar lo justo. Tras perder su trabajo y su pareja, Gloria abandona Nueva York y regresa a su pueblo natal, donde encontrará el apoyo de un amigo del instituto (Jason Sudeikis). Mientras, el mundo asiste a la aparición de un gigante kaiju en Seúl y Gloria descubre un desconcertante vínculo entre la bestia y ella.

“Hay mucha toxicidad en la película. Hay autotoxicidad y toxicidad proyectada en el otro”, dice Vigalondo en una entrevista para RTVE.es. Colossal es la primera vez que su cine está protagonizado por una mujer. “Siempre he hablado de una masculinidad tóxica, pero nunca desde el punto de vista femenino”, afirma y añade que en el personaje de Anne Hathaway también se filtra mucho de él mismo.

“La narrativa, como tantos ejercicios creativos, es una manera de mirarse al ombligo. Aunque, evidentemente, nunca haría una película para decir que soy guapísimo e inteligente, ni para confesar barrabasadas que he hecho a alguien”, aclara.

Un rasgo recurrente en el cine de Vigalondo es la fantasía controladora de sus personajes (7:35, Los cronocrímenes, Open Windows). En Colossal, se invierte esta fantasía, y su protagonista tendrá que descubrir su influencia sobre ese entorno.

“Es verdad. Un escritor que me gusta mucho es James Ballard, y casi toda su obra es una tesis de la posibilidad del espacio físico como prolongación del espacio emocional. Es algo que siempre me ha influido, y la idea de fantasear con el poder impregnando el espacio, y la condición de la persona sometida también se refleje en un espacio sometido me interesaba mucho”, analiza.

Vigalondo tiene que convivir con la imagen social que evoca su sombre: estrella en redes sociales y cineasta minoritario pero de expectativas colosales. “Que haya expectativas es bonito. Pero, ojo, a veces damos por hecho que el espectador busca algo original, que rompa sus esquemas y realmente no es así en el 100% de los casos. Hay dos tipos de espectadores y los dos son legítimos. El que cuando va a ver Tiburón quiere que el tiburón muera y el que quiere que pase otra cosa. Me incluyo en los dos y soy capaz de entender sus posturas”.

En Colossal no es solo la premisa: es el desarrollo de la trama y personajes lo que rompe las normas. “Hay una confusión muy de estos tiempos: si no eres un director taquilleros es que no piensas en el espectador. No: yo lo que no pienso es en la taquilla, pero sí en el espectador. El espectador es la proyección de uno mismo y es fundamentar pensar en él. Pensar en taquilla es pensar en la película con una perspectiva cercana al estudio de mercado”, explica.

En su cine, lo cotidiano y pocos personajes se mezclan con lo fantástico. Una cualidad posibilista que en realidad encaja con sus obsesiones. “Una de las razones de que mis películas tengan pocas localizaciones es que pongo mucho cuidado para que tengan un peso específico”. Considera que su gusto por lo irreal, como su homenaje al cine kaiju, lleva a la confusión de esperar que algún día ruede una gran película fantástica. “Por suerte soy una persona que piensa en barato, por eso creo que he podido hacer cine hasta el día de hoy”.