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Ricardo Blázquez, reelegido presidente de la Conferencia Episcopal Española

  • El arzobispo de Valladolid se impone a Antonio Cañizares por 52 votos a 20
  • Cañizares, cardenal de Valencia, sustituirá al de Madrid como vicepresidente
  • Blázquez, con casi 75 años, ejercerá su tercer trienio al frente del episcopado

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El cardenal arzobispo Ricardo Blázquez, en la sede de la Conferencia Episcopal tras ser reelegido presidente.
El cardenal arzobispo Ricardo Blázquez, en la sede de la Conferencia Episcopal tras ser reelegido presidente.

Ricardo Blázquez ha sido reelegido este martes presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), cargo que repite por tercera vez al haberlo ocupado desde marzo de 2014 hasta hoy y entre 2005 y 2008, al haber obtenido 52 de los 76 votos emitidos por los obispos españoles en la primera ronda. En total, hay 80 electores, 79 de ellos obispos.

Blázquez ha sido el que más apoyos ha recibido en la 109ª asamblea plenaria de la CEE, por encima del arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que, con 20 votos, asume la vicepresidencia en sustitución del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, quien ha obtenido cuatro, han informado fuentes de la CEE.

De esta manera, Blázquez presidirá la CEE por tercer trienio, segundo consecutivo, y repite el tándem con Cañizares que ambos ya formaron en el primer mandato del arzobispo de Valladolid. Este fue el comprendido en el trienio entre 2005 y 2008, y el segundo, entre 2014 y 2017. Entre uno y otro Blázquez desempeñó el cargo de vicepresidente, mientras la presidencia la ocupaba el cardenal Antonio María Rouco Varela, ahora arzobispo emérito de Madrid.

Su intención es llevar a cabo una "simplificación" del organigrama de la Conferencia Episcopal para cumplir con la "reforma de la Curia Romana".

"Tengan la seguridad de que estoy al frente de la Conferencia Episcopal (...) en comunión con el obispo de Roma, el papa Francisco", ha dicho tras su reelección quien es considerado uno de los cardenales más próximos a la línea del actual papa. En este sentido, se ha comprometido a trabajar y aplicar la "reforma" de la Iglesia que está llevando a cabo Jorge Mario Bergoglio.

Tercer mandato al borde de la edad de la renuncia

A punto de cumplir 75 años, la edad en que los obispos deben presentar su renuncia ante el papa, Blázquez llega a este umbral en pleno vigor pastoral después de un peregrinaje de más de un cuarto de siglo por las diócesis de Santiago de Compostela, como auxiliar, y titular de las sedes de Palencia, Bilbao y Valladolid

Ricardo Blázquez Pérez (Villanueva del Campillo, Ávila, 1942) culmina con esta reelección ocho años de frenética dedicación ministerial desde su nombramiento como arzobispo de Valladolid (2010).

Para dar mayor dignidad a su elección de presidente de la CEE en 2014, fue creado cardenal por el papa Francisco en el Consistorio ordinario público para la creación de nuevos cardenales el 14 de febrero de 2015, asignándole el Título de Santa Maria en Vallicella.

Preocupación por la crisis y por los alejados de la Iglesia

Durante estos tres años en los que Blázquez ha estado al frente de la CEE, ha incorporado su carácter tranquilo, pausado y reflexivo a unos mensajes no exentos de contundencia, en una línea afín a la que propone el papa, con un discurso siempre enfocado a la reconciliación, el diálogo, el encuentro entre las partes enfrentadas y a la resolución de conflictos dentro y fuera de la Iglesia.

La educación, la formación, los derechos sociales y la atención de los más desfavorecidos, los excluidos y marginados, han centrado su discurso pastoral. Bajo su mandato, se han aprobado documentos importantes como la instrucción pastoral Iglesia, servidora de los pobres, en 2015, en el que los prelados mostraron su preocupación por las consecuencias de la crisis, propusieron una regeneración moral y pidieron "perdón" por los momentos en que no han sabido responder a las necesidades de los más vulnerables.

Asimismo, en este periodo, los obispos españoles lanzaron su nuevo Plan Pastoral para los próximos cinco años (2016-2020), en el que se proponen recuperar a los bautizados no practicantes que se han alejado de la Iglesia, sacar de la tibieza a los católicos conformistas y atraer a los ateos, a los que no han recibido el anuncio de Dios y viven al margen de la Iglesia.