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Málaga recupera su Museo

  • El Museo de Málaga reabre tras 20 años en el restaurado Palacio de la Aduana
  • Es el quinto museo de España con una de las mejores colecciones de arte del XIX
  • El Palacio lo reclamó la ciudadanía para uso museístico con movilizaciones
  • Málaga completa su oferta cultural al sumar 36 museos junto al Picasso o el Pompidou

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El nuevo Museo de Málaga abre sus puertas

Paradójicamente, a la que ya se conoce como la 'Málaga de los museos', la ciudad que presume de contar con 36 museos y centros expositivos, algunos de ellos de renombre internacional como el Museo Picasso, el Centre Pompidou o el Museo Ruso, y que ha hecho de la cultura un foco de atracción turística, le faltaba desde hace dos décadas su pilar fundamental. Hasta hoy, cuando el Museo de Málaga ha reabierto sus puertas después de tener entre 19 años y 20 años sus colecciones de arte y arqueología embaladas y almacenadas.

Y lo ha hecho a lo grande, en el Palacio de la Aduana, en el edificio civil más espectacular de la capital de la Costa del Sol, y justo cuando se cumplen 19 años de que los malagueños comenzaran una serie de movilizaciones con manifestaciones multitudinarias en la calle para reclamar el uso museístico de este imponente edificio neoclásico del siglo XVIII -sí, por increíble que parezca los ciudadanos se manifestaron hasta en cuatro ocasiones por una reivindicación cultural-.

Tras un proceso de rehabilitación que comenzó hace diez años y que ha supuesto una inversión de más de 43 millones de euros (40 aportados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y tres por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía), el ministro del área, Íñigo Méndez de Vigo, y la presidenta andaluza, Susana Díaz, han inaugurado este lunes el Museo de Málaga, que, con sus 18.402 metros cuadrados y 2.200 piezas expuestas de 17.500, se convierte en el quinto museo más grande de España y el primero de la comunidad andaluza.

En este Palacio de la Aduana, que se construyó entre 1788 y 1826 para atender el comercio que generaba el puerto de Málaga y que luego acogió durante años una comisaría de Policía -por cuyos calabozos pasó en 1964 Frank Sinatra tras ser detenido por escándalo público- y el Gobierno Civil, se funden primera vez en un mismo espacio el Museo Provincial de Bellas Artes (creado en 1913) y el Museo Arqueológico Provincial (1945). El de Bellas Artes, tras pasar por varias sedes, estaba ubicado desde finales de los 50 en el Palacio de Buenavista de Málaga, pero sus obras de arte fueron embaladas en 1997, cuando se decidió instalar allí el Museo Picasso Málaga, que abrió sus puertas en 2003. El Arqueológico fue deshauciado en 1996 de la Alcazaba de Málaga, cuando la fortaleza construida por los árabes en el siglo XI fue sometida a una rehabilitación.

Tras la inauguración oficial de este lunes, los malagueños podrán volver a disfrutar desde este martes de las colecciones de arte y arqueología que mejor reflejan la historia de Málaga, desde su pasado neandertal y sus orígenes fenicios, hasta el floreciente siglo XIX y el recién acabado XX, además de varias joyas del legado de su hijo más universal, Pablo Picasso. La apertura del Museo de Málaga permite así completar la milla del arte en la que se ha convertido en los últimos años la capital malagueña y que la ha llevado a ser recomendada como destino cultural mundial por The New York Times, The Guardian y Lonely Planet gracias a museos como los ya citados Picasso, Ruso y Pompidou, además del Museo Carmen Thyssen o el CAC, el Centro de Arte Contemporáneo auténtico referente en el ámbito.

Los fondos del Museo de Málaga

Ubicado en el corazón del casco histórico, a menos de medio kilómetro del Picasso o el Pompidou y junto a la Alcazaba, el Teatro Romano y la Catedral, el rehabilitado Palacio de la Aduana dedica su primera planta a las colecciones de arte -200 obras expuestas de más de 2.000 registros- y la segunda a la colección arqueológica -2.000 piezas expuestas de 15.000-, mientras que la planta baja, con su amplio patio de columnas, ha quedado habilitada a modo de plaza abierta a la que es posible acceder sin necesidad de sacar entrada para el museo y que es un modo de devolver a los malagueños el edificio que reclamaron con movilizaciones en la calle entre 1997 y 2001 bajo el lema de "La Aduana para Málaga". En esa planta baja, donde se encuentra un almacén visitable con medio millar de piezas, se erige además para dar la bienvenida a los visitantes La dama de la Aduana, una escultura de mármol romana datada en el siglo II y que fue hallada en el siglo XVIII al realizar los trabajos de excavación para construir el edificio.

'Dama de la Aduana', la escultura que da la bienvenida a los visitantes. Jesús González Vera

La sección arqueológica de la primera planta incluye la denominada "colección Loringiana", una colección privada de arqueología formada por los marqueses de Loring-Heredia en el siglo XIX y que estaba considerada en su momento como una de las más importantes de España y que incluye desde cerámicas fenicias y monedas a estatuas de época clásica.

El resto de los fondos arqueológicos se organiza en bloques temáticos que van desde los yacimientos prehistóricos de las cuevas malagueñas, al megalitismo neolítico y piezas del primer asentamiento fenicio que se excavó en la Península Ibérica (el de los Toscanos, en Vélez-Málaga), además de hallazgos de la Málaga romana y piezas de la Malaqa islámica. También se exponen piezas excepcionales halladas a principios de este siglo XXI en el casco urbano de Málaga, como la monumental tumba de un personaje ataviado con la panoplia propia de un guerrero griego del siglo VI a.C.

La rica pintura del siglo XIX

Entre los fondos de Bellas Artes del Museo de Málaga se encuentra una de las mejores colecciones de pintura del siglo XIX, en consonancia con el esplendor económico que vivió la ciudad en la época, además de ser uno de los museos españoles que más fondos del Prado tiene en depósito. El recorrido arranca con obras de arte sacro de los siglos XVI y XVIII, con piezas como la Dolorosa de Pedro de Mena fechada entre 1676-1680; le siguen sendas secciones dedicadas a escenas marítimas y al paisajismo, con obras de Emilio Ocón, José Gartner y Antonio Reyna Manescau. Otra sala se dedica al valenciano Bernardo Ferrándiz y Badenes y algunos de sus discípulos como José Denis Belgrano, además de otros pintores de finales del XIX, como Federico de Madrazo; mientras que la siguiente sala la presiden obras de Muñoz Degrain (Los de Igueriben mueren) y de otros maestros impresionistas valencianos, como el propio Joaquín Sorolla.

Otros espacios importantes ocupan las obras del malagueño Moreno Carbonero -artífice de las pinturas de la iglesia madrileña de San Francisco el Grande-, acompañado de obras como Esclava en venta de Jiménez Aranda, y José Nogales Sevilla (Floristas valencianas y Milagro de Santa Casilda).

Un lugar privilegiado ocupan las obras de otro de los aventajados alumnos de la escuela malagueña, Enrique Simonet y Lombardo, cuyo inmenso lienzo ¡Y tenía corazón! (Anatomía del corazón), datado en 1890, es la pintura que más se identifica con el Museo de Málaga. También se pueden contemplar en esta sala el también monumental El juicio de París (1904) y el boceto para la Decapitación de San Pablo, cuyo lienzo final se encuentra en la Catedral de Málaga.

Las obras del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana

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  • '¡Y tenía corazón! (Autopsia del corazón)' (1890). Enrique Simonet y Lombardo.

  • Patio de Columnas del Palacio de la Aduana de Málaga.

Y, como no podía ser de otra manera, el malagueño Pablo Picasso ocupa un espacio especial en el museo, con obras como Pareja de ancianos (1895) y El viejo de la manta (1895), que pintó solo con 14 años en la que retrata a su padre y regaló a "su querido maestro" Muñoz Degrain, y Cabeza de mosquetero (1968), además de fondos bibliográficos y arte gráfico donado por el que fuera secretario personal del artista, Jaume Sabartés.

Por último, la denominada Generación del cincuenta del arte contemporáneo malagueño está representada con obras de autores locales como Eugenio Chicano, Manuel Barbadillo, Dámaso Ruano y Elena Laverón.

La guinda del Museo de Málaga la pone la terraza-mirador del Palacio de la Aduana, desde donde se puede observar el trabajo realizado para recuperar la antigua cubierta a dos aguas del inmueble, que se perdió en un incendio en 1922, y contemplar unas vistas inmejorables de la Alcazaba de esta Málaga que al fin recupera su Museo con mayúsculas.

Vistas del mirador del Museo de Málaga. Jesus Gonzalez Vera