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Dar a luz en el este de Alepo

  • El asedio complica el embarazo y el parto de las madres en el este de Alepo
  • Muchas mujeres están desnutridas y el estrés provoca partos prematuros
  • Los ataques deliberados a hospitales han dejado a mujeres y niños desprotegidos
  • Una madre se pregunta si merece la pena traer vida a una mundo así

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Estar embarazada en el este de Alepo

A las cinco de la mañana Umm Leen rompió aguas en mitad de los bombardeos en el este de Alepo. Era verano, el comienzo del asedio. No había nadie que la llevara al hospital ni transporte para llegar allí. Tampoco podía llamar a una ambulancia porque ante la escasez de combustible sólo acuden para asitir a los casos más graves.

“Al final mi marido paró un coche en la carretera y rogó al conductor que nos llevara a cualquier hospital. No sabíamos si lo lograríamos. Mi mayor temor era que nos quedáramos sin gasolina en medio de la calzada con los proyectiles lloviendo a nuestro alrededor”, recuerda ahora, meses después.

Ella logró llegar al hospital a tiempo, pero otras madres no lo consiguen. “Cada vez más y más mujeres dan a luz en la calle o en casa, especialmente si el parto ocurre de noche”, asegura Umm Wassim, una matrona que lleva 20 años asistiendo partos en el este de Alepo.

Cada vez más y más mujeres dan a luz en la calle o en casa

La ciudad más grande de Siria Desde 2012 está dividida en dos zonas, una bajo el control del régimen de Bachar al Asad y la otra en manos de los rebeldes. En julio las tropas gubernamentales lanzaron una ofensiva para recuperar el control total de la urbe y la mantienen sitiada desde entonces. El asedio ha provocado una grave escasez de alimentos y medicinas. Miles de personas han quedado atrapadas bajo el cerco y los últimos intentos de establecer corredores seguros para evacuar a los civiles han fracasado.

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Desnutrición y embarazos prematuros

La ONG Médicos Sin Fronteras pudo recabar hace dos semanas el testimonio de Umm Leen y Umm Wassim, que describen los desafíos psicológicos y físicos que supone para una madre en Alepo vivir un embarazo y un parto en estas condiciones. Muchas mujeres embarazadas sufren desnutrición y los ataques de pánico de vivir bajo los bombardeos también han incrementado los partos prematuros.

"A causa de la falta de alimentos y, por consiguiente, de una buena nutrición, muchas mujeres embarazadas padecen anemia severa y presentan hipoglucemia, lo que puede provocarles vómitos o pérdida de conocimiento", explica la matrona Wassim. "A menudo la anemia es tan grave que necesitan una transfusión sanguínea".

Incluso un matadero es más humano

En los últimos dos años Umm Leen encadenó un aborto involuntario tras otro y con este último embarazo sufrió varias amenazas de parto prematuro. Tuvo hiportensión, anemia severa y niveles de calcio bajos. Y en los hospitales no había medicamentos para tratarla.

"Imaginen un matadero. Esto es peor. Incluso un matadero es más humano. Hospitales, clínicas, ambulancias y personal médico en Alepo son atacados sin pausa", ha denunciado el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ante el Consejo de Seguridad, incapaz de detener esta barbarie.

Los hospitales, blanco de ataques

En abril, un bombardeo en zona rebelde destruyó el principal centro de referencia en atención pediátrica en Alepo, apoyado por MSF. Entre los facultativos fallecidos se encontraba el afamado doctor Wasem Maaz, uno de los muy escasos pediatras que quedaban en la zona, por no decir el último.

En noviembre los hospitales han sufrido de nuevo ataques aéreos, que constituyen un crimen de guerra de acuerdo al derecho humanitario internacional. Entre los centro afectados se encontraba el único hospital infantil de la zona asediada, el mayor centro hospitalario y tres hospitales quirúrgicos. Hoy están todos fuera de servicio.

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“No hay médicos por aquí”, asegura otra matrona que trabaja en el sótano de un centro de salud, a resguardo de las bombas. “Lo único que podemos hacer son exámenes ginecológicos. No tenemos pediatra, ni incubadoras, ni equipo médico”, se lamenta.

Pero mientras el Ejército sirio y los rebeldes siguen combatiendo por el control de Alepo -denominada por Asad como la Stalingrado siria por su importancia geoestratégica-, la vida sigue abriéndose paso en mitad del infierno.

Umm Leen dio a luz cinco horas después de llegar al hospital, no sin complicaciones. “Sufrí una hemorragia, así que me pusieron barras de hielo sobre mi estómago y dentro del útero para detener el sangrado”, cuenta. “Me dieron el alta el mismo día porque los bombardeos eran muy persistentes. Al poco de salir, cuatro misiles explotaron justo enfrente del edificio”, asegura.

"¿Le he traído al mundo para que viva una vida como esta?"

Su bebé permaneció en el hospital otros 15 días. Pesaba sólo 1,2 kilos. No tenía esperanzas de que sobreviviera pero aguantó. Recuerda que, en agosto “las cosas no estaban tan mal como ahora” y todavía había leche artificial en el hospital. Hoy sólo puede alimentarlo con arroz molido o trigo bulgur.

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“Está perdiendo peso y está muy débil ¿Se supone que debo sentarme a verlo morir ante mis ojos?”, exclama, desesperada.

Umm Leen ya perdió a un hijo en la guerra. Tenía 12 años y murió porque un trozo de metralla le perforó el corazón. Dice que nada puede cubrir ese vacío. Ni siquiera este nuevo nacimiento le ha hecho recuperar la ilusión; al contrario, dice sentirse desolada por traer una vida a un mundo así. "En estas condiciones creo que se trata de un gran error. Me rompe el corazón ver a los niños corriendo hacía mí, asustados, cada vez que escuchan un avión ¿Le he traído al mundo para que viva una vida como esta?".