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Georgia O'Keeffe florece en la Tate Modern

  • El museo londinense presenta la mayor retrospectiva de la pintora fuera de EE.UU.

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'Black Mesa Landscape, New Mexico' (1930)  Georgia O'Keeffe - Georgia O'Keeffe Museum.
'Black Mesa Landscape, New Mexico' (1930) Georgia O'Keeffe - Georgia O'Keeffe Museum.

Hace 100 años que Georgia O’Keeffe (1887-1986) presentó su primera exposición en Nueva York. Encumbrada como una de las artistas más importantes del siglo XX, su legado se encuentra esencialmente en EE.UU. En Reino Unido, por ejemplo, no hay un solo cuadro suyo en ninguna colección pública. Por eso, la muestra que la Tate Modern de Londres inaugura, la mayor realizada fuera de EE.UU., es una oportunidad única.

Nacida en una granja de Wisconsin, apodada ‘madre del modernismo americano, pionera feminista y poseedora de un inconfundible estilo, la influencia de O’Keeffe no ha dejado de crecer. La exposición (abierta del 6 de julio al 30 de octubre) reúne más de cien obras de 60 procedencias distintas que recorren todas las etapas de la artista a lo largo de seis décadas: desde sus iniciales experimentos abstractos hasta sus últimos cuadros.

Muchas de sus obras son auténticos estudios sobre la sinestesia, la percepción súbita de sensaciones pertenecientes a diferentes sentidos. Cuadros en los que la artista investigaba la relación de forma, paisaje, música, color y la composición.

"Estramonio. Flor blanca nº 1", 1932. - Georgia O¿Keeffe.. Crystal Bridges Museum of American Art, Arkansas, EE.UU.

La joya de la exhibición es Jimson Weed/White Flower nº1, la obra más cara de una artista femenina (subastada por 44,4 millones de dólares el 20 de noviembre de 2014 en Sotheby's).

Además de poder contemplar esta cotizada pieza, la muestra permite adentrarse en el pensamiento y la personalidad de O'Keeffe, cuya obra estuvo marcada en buena medida por su matrimonio con el fotógrafo y mecenas Alfred Stieglitz, en cuya galería '291' de Nueva York debutó.

Fue él quien empezó a atribuir a los óleos florales, que la pintora realizó sobre todo en las décadas de 1920 a 1950 del siglo pasado, el componente erótico, al acompañarlos de interpretaciones psicoanalíticas que las comparaban con los órganos sexuales femeninos.

Frustrada con este limitado punto de vista, que la llevó posteriormente a convertirse en referencia de algunas feministas, O'Keeffe evolucionó de la abstracción al realismo fotográfico, para hacer evidente su interés, no por la sexualidad femenina, sino por las maravillas de la naturaleza.

Las primeras salas de la exposición en la imponente galería a orillas del Támesis muestran sus primeros trabajos en carbón, como Special nº9 y Early nº2, de 1915, que reflejan su sensibilidad por la forma y la expresión abstracta.

Incluyen también la emblemática Grey Lines with Black, Blue and Yellow (1932), otro ejemplo de temática interpretada por la crítica como relativa a la "iconografía femenina", si bien, como puntualiza la Tate, hoy en día se percibe "como un intento de retratar la música de manera visual".

"Cuando la gente lee símbolos eróticos en mis cuadros, están hablando sobre sus propios asuntos", afirmó en vida la artista, que empezó a pintar detallados primeros planos de flores, según explicó, porque "son tan pequeñas", que normalmente "nadie las ve".