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Los tentáculos del Estado Islámico

  • Las banderas del EI empiezan a aparecer en varios países
  • Para muchos expertos se ha convertido en la nueva gran marca yihadista
  • El caos en Libia es terreno abonado para el grupo
  • Se nutren de escisiones y grupos terroristas locales

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Fotografía de archivo de un miliciano yihadista blandiendo una bandera del Estado Islámico
Fotografía de archivo de un miliciano yihadista blandiendo una bandera del Estado Islámico

"Haced que entren en erupción los volcanes de la yihad", ordenó el pasado noviembre el líder del autoproclamado Estado Islámico (EI), Abu Bakr Al Bagdadí, a sus seguidores. Desde entonces, las banderas de la organización terrorista han ido apareciendo en varios países. Según los analistas, el grupo se ha convertido en una suerte de insignia en la que convergen grupos yihadistas locales, más por oportunismo que por estrategia organizada.

“El Estado Islámico, que todo el mundo interpretó al principio que tenía una agenda para Irak y Siria, ha demostrado con sus últimos atentados fuera de esas zonas que realmente su agenda es global, tan global como puede ser la de Al Qaeda”, recuerda la periodista de TVE y profesora de Relaciones Internacionales, Pilar Requena.

“Como en el caso de Al Qaeda antes, se ha convertido en una forma de ‘marca’”, señala el investigador para Oriente Medio de FRIDE, Barah Mikaïl.

“Obviamente, a los grupos les sale mucho más rentable actuar bajo el paraguas del EI, porque atemoriza mucho más, que hacerlo bajo el paraguas de Al Qaeda”, apunta el profesor Ignacio Álvarez Ossorio, investigador de la Fundación Alternativas y Profesor de Estudios Árabes de la Universidad de Alicante, a RTVE.es.

Su lema: “Permanecer y expandirse”

La mayoría de los expertos coinciden en que la táctica de expansión del EI es distinta a la que llevó a cabo Al Qaeda. “A diferencia de ellos, en el caso del EI nos encontramos con una organización que trata de expandirse a partir de su territorio en Irak y Siria”, comenta Barah Mikaïl.

La agenda global, es la misma aunque, para muchos analistas, no existe una dirigencia a nivel global. “Otra cosa es que se adopte esta fórmula de actuar bajo su paraguas por conveniencia. Cada uno de los grupos, de las franquicias locales, tiene su propia agenda local y no están determinadas por las consignas de Abu Bakr Al Bagdadí”, apunta Álvarez Ossorio.

La prioridad del EI es conquistar, dominar y gobernar territorio. “Permanecer y expandirse” (baqiya wa tatamaddad, en árabe), dice su lema. Y el control territorial es la clave de su éxito. “Al Qaeda no empezó con una extensión territorial tan grande como la que tiene el EI en Siria e Irak”, señala el analista de FRIDE. “Cuenta con más seguidores, con muchos más recursos y, sobre todo, ha conquistado una base territorial desde la que establecer ese califato islámico”, añade Álvarez Ossorio.

Su líder reclamó varias ‘provincias’ del ‘califato’ a las que denominan wilayat y en torno a las cuales se organizan los grupos armados. Sin embargo, su presencia real no es igual en todas las zonas.

Mapa distribuido por la organización terrorista de los que reclama como sus provincias del autodenominado 'califato' FUENTE:www.liveleak.com

Líbano, la guerra personal con Hizbulá

Desde el comienzo del auge del grupo, Líbano ha sido uno de los puntos potencialmente más calientes. Para Al Bagdadí, forma una unidad indisoluble con Siria. No obstante, el Estado Islámico no ha conseguido penetrar de manera tan evidente como en otros lugares. “No hay cabida para el EI aquí. Los líderes suníes obtienen poder y financiación de parlamentarios y alianzas locales. Si el EI entrara, les restaría poder”, señalaba a El Mundo el jeque Abu Mazen, un influyente líder religioso.

No obstante, el EI ha sido hábil a la hora de aprovechar los históricos enfrentamientos sectarios locales, alimentados por la crisis de refugiados sirios, para reclutar ciertos apoyos. Fundamentalmente en los tres bastiones suníes más conservadores del país –Trípoli en el norte, Sidón en el sur y Ersal al este– la organización yihadista ha logrado reclutar algunos seguidores.

La presencia de la milicia chií libanesa Hizbulá en manifiesto apoyo logístico y militar al régimen sirio ha radicalizado a la población suní de Líbano. No obstante, para los expertos el apoyo al EI es más individual que estructural, y sus acciones han estado siempre dirigidas contra los bastiones de la milicia libanesa en el país. Los ataques más significativos que se ha atribuido el EI en Líbano son el cometido frente a la embajada iraní en Beirut y el doble atentado suicida con más de 40 muertos en un barrio de la capital.

Libia, terreno abonado

El caos, descontrol y la ausencia de Estado en Libia tras la guerra civil que derrocó a Gadafi han creado un terreno abonado su expansión. “Libia tiene el mayor potencial para replicar el modelo del Estado Islámico en Mesopotamia, si las cosas le van bien”, asegura Aaron Y. Zelin en un análisis de The Washington Institute.

Desde el pasado diciembre las autoridades estadounidenses han advertido “evidencias” de que el EI ha instalado campos de entrenamiento en el país. Por el momento, han reivindicado ataques esporádicos contra embajadas y edificios oficiales en Trípoli, así como contra el Hotel Corintia el pasado enero.

“Tiene posiciones en Derna, en la costa, pero en cuanto al resto, no sabemos bien cuales son las conexiones del EI en el país (…) Al parecer también tiene posiciones en zonas en el suroeste de Libia, pero tampoco se sabe mucho sobre su presencia real”, indica Mikaïl. Según la cadena BBC, muchos de los militantes los han reclutado de organizaciones ya existentes, como las brigadas Al Battar, o escisiones del grupo yihadista más importante del país, Ansar Al Sharía. Alrededor de un 20% son extranjeros de países como Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto y Sudán, según The Washington Institute.

Oficialmente, el Estado Islámico ha reconocido en Libia tres wilayat o ‘provincias del califato’, donde intenta reproducir las estructuras de Gobierno yihadista en los terrenos bajo su control. Sin embargo, aún se encuentra lejos de poder alcanzar ese control. “No controla un territorio vasto, si no más bien focos, ciudades, pequeñas aldeas donde no tiene una presencia permanente, con lo que tiene que tener unas ambiciones mucho más minimalistas”, apunta Álvarez Ossorio.

Argelia, Arabia Saudí y Yemen

El Estado Islámico los considera tres potenciales ‘provincias’ distintas del autodenominado califato. Sin embargo, la presencia operativa sobre el terreno es testimonial.

En Argelia irrumpió con la captura y asesinato de un rehén francés el pasado septiembre por parte de un grupo que se hacía llamar Yund al Jilafa, `soldados del Califato’. Tras ello, no se ha vuelto a tener constancia de acciones milicianas de envergadura. El pasado 22 de diciembre, el ejército argelino mató a su líder, Abd Al Malik Guri.

Más testimonial es, incluso, la presencia del EI en Arabia, pese a que Al Bagdadí puso especial empeño en señalar al régimen saudí. "Hijos de al Haramayn (Arabia Saudí) la cabeza de la serpiente y el centro de la enfermedad están ahí (...) tomen sus espadas y sepárense de la vida porque no deberá haber seguridad para Saloul", señaló el líder yihadista. El régimen saudí considera a los yihadistas responsables de los asesinatos a varios chiíes en la ciudad de Al Ahsa el pasado noviembre.

En Yemen, el Estado Islámico se encuentra eclipsado por la fuerte presencia miliciana de Al Qaeda en la Península Arábiga. Los enfrentamientos entre ambos grupos allí son fuertes, y el líder de Al Qaeda en Yemen, Harith Al Nazari, llegó a condenar en un vídeo la “escisión de los grupos yihadistas”

Afganistán, Pakistán y Asia Central

En noviembre de 2014, al menos cinco comandantes talibanes pakistaníes y tres afganos de rango medio mostraron su apoyo a los yihadistas, escindiéndose de los grupos talibanes y formando un nuevo grupo. Poco después, el portavoz oficial del EI, Abu Mohamed al Adnani, anunciaba su “expansión” en las tierras de lo que habían sido el principal refugio de la comandancia de Al Qaeda.

La provincia, a la que llaman Jorasán comprende Afganistán, Pakistán, India y toda el Asia Central. Sin embargo, para los expertos, no le resultará fácil al EI asentarse en la región. “Está ocupando territorio ahí donde se han quedado estados fallidos o zonas descontroladas a raíz de las revueltas árabes o las mal llamadas ‘primaveras árabes’. Pero eso es más complicado hacerlo en Afganistán y Pakistán”, señala la periodista de TVE y analista Pilar Requena. Allí, “el terreno más o menos cubierto por yihadistas ya está en manos de los talibanes”.

No está claro el número de milicianos que operarán bajo su bandera, ni siquiera su lealtad. Por el momento, dos grupos escindidos de los talibanes, han jurado lealtad al autodenominado califa, pero se desconoce su verdadera influencia.

“La fuerza que tienen por el momento los talibanes afganos y pakistaníes hace difícil que el EI pueda coger pie firme” en la zona, señala Pilar Requena, autora del libro ‘Afganistán’, quien apunta que “lo que puede suceder, también, es que estalle un conflicto entre los talibanes auténticos y el Estado Islámico”.

Wilayat, las ‘provincias’ del ‘califato’

El pasado noviembre, el líder del Estado Islámico, Abú Bakr Al Bagdadí, estableció que nuevas regiones o países deberían pasar a forma parte del ‘califato’. Las llaman 'wilayat’ (provincia, en árabe) aunque, en la mayoría de los casos, la presencia es testimonial:

- Argelia: Wilayat al Jazair

- Arabia Saudí: Wilayat al Haramayn

- Sinaí: Wilayat al Sinaí

- Yemen: Wilayat Al Yaman

- Afganistán y Pakistán: Wilayat al Jorosán

- Tres 'provincias' en Libia: Wilayat Al Barqa, Wilayat Al Tarabulus y Wilayat al Fizan