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Tobruk da la espalda a la propuesta de la ONU para formar un gobierno de unidad nacional en Libia

  • La Cámara reconocida por la comunidad internacional ha votado contra el plan
  • Su negativa supone un paso atrás en la propuesta anunciada el 9 de octubre

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El enviado especial de la ONU en Libia, Bernardino León, en una imagen de archivo.
El enviado especial de la ONU en Libia, Bernardino León, en una imagen de archivo.

El Parlamento de Tobruk, el único de los dos ejecutivos de Libia reconocido por la comunidad internacional, ha rechazado este lunes la composición del gobierno de unidad nacional propuesta por la ONU. Una decisión, adoptada tras seis horas de duras discusiones, que deja el país sin un gobierno que se pueda considerar plenamente legítimo al concluir este martes el mandato de esta cámara.

Si bien esta Cámara no se ha retractado -ya que el plan tutelado por el enviado especial de Naciones Unidas, Bernardino León, debía ser sometido a votación -, la decisión supone un paso atrás tras las últimas negociaciones, que el Ejecutivo ha calificado de "lamentables" pese a haber apoyado la selección de candidatos.

La medida, pendiente de la votación del Ejecutivo en Trípoli, segundo actor con capacidad de decisión que previsiblemente también la rechazará, genera, además, incertidumbre en la comunidad internacional y en su respuesta futura.

Rechazo de cualquier injerencia del exterior

Según fuentes cercanas a la Cámara de Tobruk consultadas por Efe, este Congreso, que exige que solo haya un presidente y dos vicepresidentes, ha rechazado de plano la propuesta de León y ha insistido en que rechazará cualquier gobierno de reconciliación nacional y cualquier injerencia del exterior.

León había presionado en agosto a Tobruk para que aceptara las enmiendas al cuarto borrador exigidas por Trípoli y propiciara así que el gobierno en la capital regresara a la mesa de negociación, como finalmente ocurrió. Sin embargo, este lunes uno de los diputados consultados por Efe, que ha pedido no ser identificado, ha revelado que la Cámara disolverá también la actual comisión de diálogo y formará una nueva.

Un proceso político enquilosado en lo militar

Este retroceso llega un día después de que el general Jalifa Hafter, afín al gobierno de Tobruk, renovara su compromiso con el ejecutivo, no sin recordar que no apoyaría acuerdos políticos que "respalden el terrorismo en Libia". Según el diario "Lybia Herald" el general advirtió que sus manos "no estarán atadas si el Parlamento de Tobruk va demasiado lejos, bajo el dictado de occidente y la presión exterior sobre su presidente y otros miembros, para que formar un gobierno que se llama a sí mismo de Acuerdo".

La negociación para la composición de un gobierno de unidad nacional se ha visto empañada desde el principio por las agudas discrepancias en el terreno militar. Trípoli ha exigido el cese de Hafter, militar que participó en el golpe de Estado que en 1969 llevó al poder al ahora derrocado Muamar al Gadafi y que años después se convirtió en uno de sus principales opositores en el exilio, a lo que se opone Tobruk.

Sin embargo, nada más conocerse el acuerdo para la formación del gobierno de unidad nacional, el pasado septiembre, el general, al que apoyan Egipto y Arabia Saudí, redobló sus bombardeos sobre Bengasi con la excusa de la lucha contra el terrorismo. Aunque esta ofensiva lleva en marcha cerca de año y medio con la intención de arrebatar la segunda ciudad en importancia del país a la plataforma de milicias "Fajr Libya", afín al Ejecutivo en la capital.

Libia: Dos gobiernos para un Estado fallido

Libia es considerado un Estado fallido, víctima de la guerra civil y el caos, desde que en 2011 la comunidad internacional apoyara militarmente el alzamiento rebelde contra la dictadura de Gadafi.

Desde las últimas elecciones, el poder estaba dividido entre Tobruk y Trípoli, gobiernos a los que apoyan distintos grupos islamistas, señores de la guerra, líderes tribales y contrabandistas de armas, petróleo, personas y drogas.

De este enfrentamiento se aprovechan grupos yihadistas vinculados a la organización de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y el autoproclamado Estado Islámico, que han ganado terreno y extendido su influencia al resto del norte de África.