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El papa canoniza a la monja española María de la Purísima

  • La beata sube a los altares solo 11 años después de iniciarse su causa
  • La Iglesia le atribuye un milagro obrado a un hombre que estaba en coma

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Un grupo de monjas asiste a la ceremonia de canonización en el Vaticano
Un grupo de monjas asiste a la ceremonia de canonización en el Vaticano

El papa Francisco ha canonizado este domingo a la beata española María de la Purísima, superiora general de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, durante una ceremonia en el Vaticano, en la que estuvo presente el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz.

El caso de María de la Purísima es singular, pues ha sido canonizada solo 11 años después de comenzar la causa para proceder a su elevación a los altares y 17 después de su muerte, un proceso más rápido del que suele requerir la Iglesia Católica.

María de la Purísima nació en Madrid el 20 de febrero de 1926 con el nombre de María Isabel Salvat Romero y falleció en Sevilla el 31 de octubre de 1998.

La religiosa fue incluida este domingo en el libro de los santos, al atribuirsele un milagro obrado a un hombre que estaba en estado de coma y que despertó sin secuelas debido a su intercesión.

Anteriormente, había sido declarada beata después de que el 27 de marzo de 2010, Benedicto XVI, firmara el decreto que reconocía un milagro de curación a una niña de Huelva, atribuido a la intercesión de la religiosa.

Junto a ella, también fueron convertidos en santos otros tres beatos, el sacerdote diocesano italiano Vincenzo Grossi, fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio (1845 -1917), así como los laicos y padres de familia Ludovico Martin y su esposa, Maria Azelia Guérin.

Los padres de Santa Teresita de Lisieux, Luis y María Celia, fueron canonizados por la curación milagrosa de Carmen, una niña de Valencia que nació prematuramente con graves complicaciones, pero que fue sanada gracias a la intercesión de los ahora ya convertidos en santos.

Carmen y sus padres estuvieron también en esta celebración a la que acudieron miles de fieles católicos de todo el mundo.

A la ceremonia también asistieron el alcalde de Sevilla,  Juan Espadas, el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga, la defensora del pueblo, Soledad Becerril, y la secretaria de Estado de Justicia, Carmen Sánchez-Cortes.

También, el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, la fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, y el secretario General de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste Castillejo.

Previamente, el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, y su homólogo francés, Bernard Cazeneuve, conversaron en la embajada de España ante la Santa Sede sobre terrorismo, el fenómeno migratorio, y la necesidad de combatir el narcotráfico y la criminalidad organizada, según explicaron a Efe fuentes diplomáticas.